La Iglesia no será mediadora directa entre Moncloa y la Generalitat
Los cardenales Omella y Osoro no serán mediadores entre Moncloa y la Generalitat. Al menos, no oficialmente. Los arzobispos de Barcelona y Madrid, que en las últimas jornadas están trabajando, de manera discreta, para mantener canales de diálogo entre Catalunya y el resto de España, están comprometidos como facilitadores del entendimiento, pero en ningún caso como mediadores de un conflicto entre iguales.
Así ha quedado claro en los distintos encuentros –personales y telefónicos- que ambos prelados han mantenido en los últimos días con representantes políticos, sociales, culturales y empresariales de Madrid y Barcelona. Tanto Omella como Osoro han planteado a sus respectivos interlocutores que la Iglesia no puede ejercer como mediadora, dado el carácter universal de la institución, que podría derivar en una supuesta “internacionalización” del conflicto.
Ambos arzobispos han subrayado tanto al presidente Mariano Rajoy y su vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría (con quienes se encontraron el lunes) como al vicpresidente Oriol Junqueras (quien se trasladó el martes al palacio del Arzobispado barcelonés para hablar con Omella), que la posición de la Iglesia –avalada por el Vaticano– es la de “diálogo, entendimiento, del respeto a los derechos y a las instituciones, y de la no confrontación”. Así se declaró en la nota de la Comisión Permanente del Episcopado, dirigida por Ricardo Blázquez, publicada antes del 1-O y que contó con la unanimidad de todos sus miembros, aunque posteriormente algunos de ellos (fundamentalmente el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz) salieran a la luz pública a criticarla.
De hecho, el Arzobispado de Madrid ha tenido que salir al paso de algunas informaciones que aseguraban que, en una conversación mantenida entre Osoro y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias (fue el cardenal quien telefoneó al líder de Podemos), el primero se habría comprometido a “intentar convencer” a Rajoy para que dialogara con Puigdemont.
Desde la diócesis, se asegura que la llamada “se enmarca en las conversaciones que habitualmente se mantienen con las diversas fuerzas políticas” y que, “en ningún caso se ha concretado compromiso alguno, sino que se ha reiterado el mensaje lanzado la semana pasada por los obispos españoles en comunión”.
En todo caso, la noticia de una supuesta mediación de la Iglesia en el conflicto catalán ha sido fuertemente criticada por los partidos del bloque constitucionalista. Tanto PP como Ciudadanos y el PSOE han rechazado que la Iglesia pueda convertirse en interlocutora válida. Así, el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, ha indicado que “no tiene ningún sentido introducir a la Iglesia” puesto que “al final se acabaría discutiendo sobre la validez del propio mediador”. Algo similar han señalado tanto Albert Rivera como el vicepresidente del grupo PPE en el Parlamento Europeo, Esteban González Pons.
Roma dice “no” a la autodeteminación
Entretanto, este lunes se produjo un encuentro, aparentemente protocolario, pero que escondía mucho detrás en el Vaticano. El papa Francisco recibió al nuevo embajador de España en la Santa Sede, Gerardo Bugallo, según ha informado Vida Nueva.
Durante el encuentro, de unos veinte minutos, y que se produjo a solas, Bergoglio habría manifestado al embajador la postura de Roma, contraria a toda autodeterminación que no esté justificada por un proceso de descolonización, y manifestó el rechazo de la Iglesia a toda actitud que no esté basada en el respeto a la legalidad constituida.
Posteriormente, Bugallo se encontró con el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, durante alrededor de una hora. En la conversación, el número dos de la Santa Sede manifestó que la diplomacia vaticana patrocinaba actitudes de diálogo y de negociación para atajar las tensiones creadas, sin renunciar a soluciones pacíficas, según el relato de Pelayo. ¿Una puerta abierta?
Finalmente, el semanario Alfa y Omega, órgano oficial del Arzobispado de Madrid que se distribuye con el diario ABC, ha publicado un editorial bajo el título de “Ante todo, mucha calma”, en el que recuerda “la urgencia de promover un sano patriotismo inclusivo capaz de abrazar la rica diversidad y pluralidad entre los españoles” frente al “discurso de los particularismos y la descalificación del otro”.
“La responsabilidad de la Iglesia en estos momentos es clara: trabajar por la concordia, a pesar de que algunos de sus miembros hayan podido no estar a la altura”, admite el semanario, quien arremete contra aquellos obispos que, como Sanz, han criticado la nota de la CEE (pese a haberla aprobado con su voto). “Juzgar de tibia, como algunos han hecho, la respuesta de los obispos plasmada en la declaración de la Comisión Permanente aprobada la pasada semana, es no comprender lo que está en juego en estos momentos en España”.
“La defensa de la Constitución y del principio de legalidad es clara en el documento, que al mismo tiempo apela a la necesidad de diálogo, el cual será imposible mientras no exista un clima de mínima serenidad”, añade el texto, quien pide “responsabilidad” a todos, en Cataluña y “en el resto de España, donde no hay hogar o lugar de trabajo donde no se discuta apasionadamente estos días sobre la crisis española y catalana”.