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José Antonio Marina: “Me gustaría saber qué ha sido de mi Libro Blanco”
Al pedagogo, filósofo y ensayista José Antonio Marina le encargó el Ministerio de Educación la redacción de un Libro Blanco de la función docente, el cual entregó hace dos años, pero no ha vuelto a tener noticias sobre el mismo ni cree que se vayan a poner en práctica las recomendaciones que incluía.
En una entrevista con Efe tras publicar “El bosque pedagógico y cómo salir de él” -editorial Ariel-, ha lamentado no haber vuelto a tener noticias de ese trabajo.
También se ha referido Marina (Madrid, 1939) a temas de actualidad como los casos de adoctrinamiento denunciados en Cataluña y es tajante: “en la escuela se tiene que estudiar solo lo universal, lo que es común a todos”.
PREGUNTA: ¿A qué obedece el título de su nuevo libro?
RESPUESTA: A que el mundo educativo está muy desconcertado. Todas las naciones están en estado de alarma educativa porque estamos en una sociedad tecnificada y rápida y quien no aprenda con suficiente rapidez va a quedar marginado.
Se prestigia toda innovación sirva o no para algo y eso hace que los sistemas educativos estén sufriendo una especia de invasión, muchos docentes no tienen un GPS para organizarse y también hay muchos movimientos antipedagógicos.
He querido revisar lo que se está haciendo y, una vez hecho el plano, enfocar para estudiar soluciones.
P: ¿Está muy enfrentado el paradigma educativo tradicional y memorístico con el nuevo?
R: La escuela antigua estaba muy centrada en el maestro, que dirigía qué había que estudiar y en qué momento, y se aprendía muy de memoria. El alumno era el receptor.
Se ha pasado a un modelo en el que el alumno es inventor de lo que aprende por descubrimiento y la memoria queda devaluada. Pero no se ha evaluado muy bien si funciona.
En ciertas edades la enseñanza tiene que estar muy bien dirigida para saber cómo conseguir que el alumno aprenda; si se divierte, mejor. Y contar con su propia memoria, pues la memoria hace muchas cosas porque guarda y repite pero también relaciona, comprende, piensa, inventa e imagina.
P: ¿Estamos educando a alumnos a los que no se puede poner límites?
R: En el paradigma tradicional se consideraba que los niños eran libres aunque la libertad se educaba porque es peligrosa y se les coaccionaba para ser obedientes.
Ahora estamos educando a unos niños a los que no se puede poner límites porque les frustra ni llamarles la atención porque creemos que no van ser felices. Al final les hacemos tan vulnerables que a las primeras de cambio se vienen abajo.
P: ¿Qué opina de la educación de 0 a 3 años?
R: Es imprescindible. Cuando se estudia el efecto escuela, es decir, el éxito o el fracaso de un niño que podemos atribuir exclusivamente a la escuela, hay un factor que influye más y es la procedencia socioeconómica de la familia. Si los niños entran a estudiar de 0 a 3 años se pueden compensar fallos educativos que haya de procedencia socioeconómica.
P: ¿Se debería alargar la educación obligatoria de los 16 a los 18 años?
R: Eso tiene muchos problemas. En principio puedes pensar que cuantos más años de educación mejor, pero hay la experiencia de chicos y chicas que plantean problemas por tener que mantenerles estudiando sin ellos querer.
Al final es alargar la edad en la que pueden trabajar. Hoy con 16 años lo pueden hacer pero también compaginar estudios con trabajos a media jornada como es corriente en Estados Unidos.
P: ¿Qué ha sido de su Libro Blanco de la función docente que entregó hace dos años al Ministerio de Educación?
R: Eso me gustaría saber a mí. No he vuelto a tener noticia. De repente oigo que la OCDE ha valorado muy positivamente el libro o el ministro se refiere alguna vez a él. Pero creo que es de una forma más cosmética que otra cosa. No he vuelto a tener noticias de él, sé que se mandó a las consejerías de Educación pero ahora, con el lío que hay, el empantanamiento con el pacto, no sé, no creo que se pongan en práctica ninguna de las cosas que recomendábamos.
P: ¿Qué opina sobre los supuestos casos de adoctrinamiento en las escuelas catalanas?
R: El adoctrinamiento en las escuelas ha sido continuo. En mi época había que estudiar religión católica quisieras o no. Todos los gobiernos han intentado utilizar la educación para sus fines.
En la escuela se debe estudiar solo lo universal, lo que es común a todos, y lo otro que se dé en otros sitios, en las iglesias o en las escuelas de verano de los partidos.
A un profesor que critique la profesión del padre de un alumno, por ejemplo, guardia civil, le inhabilitaba para la función docente.
Un problema que tiene el fanatismo es que hace perder el sentido común y se dicen y hacen cosas que en situaciones normales no se hacen. Se ha creado un clima de excitación muy peligroso.
P: Dirige la Universidad de Padres, ¿cómo influyen los progenitores en el éxito educativo de sus hijos?
R: La influencia es fundamental pero en este momento los padres están desconcertados porque no saben muy bien cuál es su papel. Lo tienen más claro en Primaria, pero luego no, ya que parece que para ser buen adolescente tiene que ser rebelde e ir al botellón.
La Universidad de Padres ofrece ayuda a lo que los padres quieren hacer, que sus hijos salgan bien, estén bien educados. Este curso hemos empezado a hacer programas conjuntos con cuatro escuelas y ya hay resultados positivos.
Pilar R. Veiga
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