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Madrid limitará el uso de plaguicidas como el glifosato por considerarlos nocivos para el sistema endocrino

Sede de Monsanto en Enkhuizen (Holanda).

Raúl Rejón

El Ayuntamiento de Madrid pretende limitar y reducir el uso de pesticidas y herbicidas con efectos tóxicos sobre el sistema endocrino de los humanos. En la lista de sospechosos cae el polémico glifosato.

La moción aprobada en el Pleno el pasado miércoles con los votos de Ahora Madrid, PSOE y Ciudadanos, se refiere a los conocidos como “disruptores endocrinos”. Se trata de productos químicos que agreden al normal funcionamiento en la liberación de hormonas.

“La salud humana depende del buen funcionamiento de este sistema que regula desde el metabolismo, el crecimiento o el humor”, explica la Organización Mundial de la Salud. “Algunas sustancias pueden alterar este funcionamiento. Pueden encontrarse en pesticidas, aparatos electrónicos, cosméticos y aditivos o contaminantes de los alimentos”, especifica.

El compromiso ahora adoptado por el Ayuntamiento de la capital incluye la limitación “al máximo posible del tratamiento fitosanitario y biocida de parques y jardines, centros escolares, centros sanitarios, centros de tercera edad y otros espacios de titularidad municipal públicos”. En ese terreno es donde cae el famoso glifosato.

Aparte de la discusión sobre su potencial cancerígeno que ha producido declaraciones contradictorias entre la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer de la ONU –que lo calificó como probable cancerígeno-–y la Agencia Europea de Sustancias Químicas –que no lo considera peligroso–, a este herbicida también se le atribuyen efectos perjudiciales en el sistema endocrino: un disruptor hormonal.

El glifosato es el componente principal del fitosanitario Roundup de Monsanto. El más vendido del mundo. El uso de herbicidas basados en este químico se ha multiplicado por 100 desde finales de los años 70 del siglo pasado. En julio de 2015, la Agencia de Protección del Medioambiente de EEUU (EPA) emitió un informe en el que descartaba que el glifosato fuera un disruptor endocrino.

Sin embargo, meses después, una batería de correos electrónicos internos hechos públicos por un juez estadounidense que formaban parte de una causa revelaron que la EPA utilizó estudios patrocinados por la propia industria de fitosanitarios (Monsanto entre ellos) para sustentar esa conclusión. De las 32 investigaciones revisadas por la agencia, solo cinco eran independientes. Meses después, un grupo de investigadores solicitó a las autoridades federales del país que prosiguiera y extendiese las investigaciones sobre el potencial disruptor del glifosato. En su declaración, explicaban que los modelos y datos disponibles “predicen que el glifosato interrumpe el sistema endocrino”.

La nueva postura del Ayuntamiento madrileño apuesta por que los contratos públicos con proveedores tengan cláusulas medioambientales que vayan encaminadas a reducir “la presencia de estas sustancias”. El glifosato no es el único producto que puede verse afectado por esta decisión. De hecho, la lista es muy larga. La organización Ecologistas en Acción ha hecho una recopilación de los plaguicidas considerados disruptores endocrinos y de aquellos que están bajo sospecha, según la Comisión Europea.

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