Nuevos documentos secretos del franquismo prueban la implicación del régimen en el asesinato de Lorca
Federico García Lorca fue fusilado en Granada al comienzo de la Guerra Civil, en agosto de 1936, por fuerzas falangistas. La dictadura franquista nunca llegó a reconocer su implicación públicamente, a pesar de que el bando nacional tenía en el punto de mira al poeta por sus creencias políticas.
eldiario.es ha tenido acceso en exclusiva a varios documentos, hasta ahora secretos, en los que la dictadura reconoce el asesinato del autor español más influyente y con más popularidad del siglo XX a manos de falangistas: “Sacado por fuerzas del Gobierno Civil, en las inmediaciones del lugar conocido como 'Fuente Grande' [municipio de Alfacar], fue pasado por las armas después de haber confesado, según se tiene entendido, siendo enterrado en aquel paraje, muy a flor de tierra”, dicen los documentos.
Estas revelaciones mecanografiadas, con fecha 9 de julio de 1965, casi treinta años después del asesinato del poeta, contrastan con el discurso sobre la muerte de Lorca que mantuvieron hasta el final altos mandos de la dictadura franquista y el mismísimo Francisco Franco, según se recoge en su libro Palabras del Caudillo:
“Se ha hablado mucho en el extranjero de un escritor granadino; se ha hablado mucho, porque los rojos han agitado este nombre como un señuelo de propaganda. Lo cierto es que en los momentos primeros de la revolución en Granada, ese escritor murió mezclado con los revoltosos; son los accidentes naturales de la guerra”.
Los documentos, de dos páginas de extensión, echan por tierra las aseveraciones del dictador sobre el fusilamiento del poeta. La detención de Lorca, al que las autoridades franquistas no reconocían “actividad alguna”, se relaciona con los siguientes motivos: “Estaba conceptuado como socialista por la tendencia de sus manifestaciones y por lo vinculado que estaba a Fernando de los Ríos [ideólogo socialista español], como también por sus estrechas relaciones con otros jerifaltes [sic] de igual signo político”. “Un masón perteneciente a la logia 'ALHAMBRA', en la que adoptó el nombre simbólico de 'HOMERO', desconociéndose el grado que alcanzó en la misma”, se añade en el texto.
Esto fue lo que sucedió antes de su arresto. Después, para justificar su asesinato, incorporan nuevas razones: “Estaba tildado de prácticas de homosexualismo [sic], aberración que llegó a ser 'vox pópuli”. Después, afirman: “Lo cierto es que no hay antecedentes de ningún caso concreto en tal sentido”, se puede leer en el escrito de dos páginas carente de rúbrica.
“Pasado por las armas tras confesar”
Estos son los términos en los que se relata la ejecución de Federico García Lorca en un paraje granadino, por aquellas fechas comentada de soslayo por el franquismo y que implican una nueva versión para la historia: “El detenido fue sacado del Gobierno Civil por fuerzas dependientes del mismo y conducido en un coche al término de Víznar (Granada) y en las inmediaciones del lugar conocido como 'Fuente Grande', en unión de otro detenido cuyas circunstancias personales se desconocen, fue pasado por las armas después de haber confesado, según se tiene entendido, siendo enterrado en aquel paraje, muy a flor de tierra, en un barranco situado a unos dos kilómetros a la derecha de dicha 'Fuente Grande', en un lugar que se hace muy difícil de localizar”, se despachan.
Estos documentos, a los que ha tenido acceso en exclusiva eldiario.es, se elaboraron treinta años después de la desaparición del poeta andaluz. Ocurrió a raíz de la petición de una escritora francesa a la Embajada de España en París. Marcelle Auclair, según estos escritos, sondeó la posibilidad de que se le facilitara toda la documentación sobre Lorca en manos de la dictadura con la idea de publicar una biografía del escritor español.
“Mi querido Don Camilo”, arranca la carta que firma el diplomático español Fernando María Castiella en referencia al destinatario de la misiva, el entonces ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega. “No creo que debamos dejar de contestar al ruego que la referida escritora francesa ha elevado a nuestro Embajador en París”, escribe Castiella, que luego añade: “Expuse también el asunto a nuestro compañero el Ministro de Información y Turismo. Fraga opina que, en efecto, parece sumamente conveniente el revisar la cuestión y averiguar si podemos o no abrir nuestros archivos”.
En el documento, que al final terminó redactando la Jefatura Superior de Policía de Granada (tercera brigada regional de investigación social) bajo el asunto “Antecedentes del Poeta Federico García Lorca”, se ofrecen detalles de los pasos que se siguieron desde la detención del escritor hasta su posterior fusilamiento. “El Glorioso Movimiento Nacional le sorprendió en esta capital [en referencia a Granada], a la que había llegado días atrás procedente de Madrid, y en los primeros días se practicaron en su referido domicilio dos registros, por cuyo motivo sintió miedo y se refugió en la vivienda de sus amigos los hermanos Rosales Camacho, antiguos falangistas”.
El relato de los hechos prosigue así: “En esa morada permaneció escondido hasta el momento de su detención, que se efectuó en los últimos días de julio o primeros de agosto de 1936”. Y continúa: “En el cuartel de Falange se hallaban el Jefe de Bandera don Miguel Rosales Camacho, cuando en él se presentaron el diputado obrerista de la CEDA don Ramón Ruiz Alonso [señalado históricamente como uno de los instigadores del asesinato de Lorca] [….] y algún otro, con una orden de detención dimanante del Gobierno Civil contra Federico, para cuyo cumplimiento requirieron al señor Rosales Camacho, al objeto de que éste les franqueara su domicilio, al que se dirigieron y que había sido rodeado por Milicias y Guardias de Asalto que tomaron todas las bocacalles y tejados próximos”.
Tras la detención de Lorca, “se le condujo a los calabozos del Gobierno Civil de esta provincia y seguidamente se interesaron por él, pretendiendo su libertad, el entonces Jefe Local de Falange José Díaz, los referidos hermanos Rosales Camacho, el Jefe de Milicias de Falange y otros antiguos falangistas, quienes se entrevistaron con el Gobernador Civil de la provincia y, aunque no consiguieron la libertad, obtuvieron la impresión de que no corría peligro la vida de Federico”.
A partir de ese momento, los dirigentes franquistas reconocen que los datos son muy confusos: “Solo se ha podido precisar que dicho detenido fue sacado del Gobierno Civil por fuerzas dependientes del mismo y conducido en un coche al término de Víznar (Granada) y en las inmediaciones del lugar conocido como 'Fuente Grande', en unión de otro detenido cuyas circunstancias personales se desconocen, fue pasado por las armas después de haber confesado, según se tiene entendido, siendo enterrado en aquel paraje, muy a flor de tierra, en un barranco situado a unos dos kilómetros a la derecha de dicha 'Fuente Grande', en un lugar que se hace muy difícil de localizar”.
Por tanto, no se especifica ni se entra en detalle sobre el lugar exacto donde se le enterró, ni tampoco qué es lo que confesó para que al final dieran el visto bueno a su ejecución.