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Once huelguistas más en Sol contra la violencia machista: “Nos hemos unido porque la lucha es de todas”

Mónica Rochel, una de las nuevas huelguistas de Sol

Marta Borraz

A la caseta azul que habita el centro de la Puerta del Sol desde el pasado 9 de febrero, se han unido otras dos blancas llenas de mantas y colchones, pero dentro no hay nadie porque el sol está fuera. A las puertas un grupo de jóvenes ha hecho un círculo de sillas para sentarse mientras charlan, fuman y beben café y Aquarius justo debajo de un cartel que clama contra la violencia machista: “Disculpen las molestias, pero nos están asesinando”.

Son algunas de las once huelguistas más de la Puerta del Sol –diez mujeres y un hombre–, que se acaban de unir a las cuatro mujeres de la Asociación Velaluz que permanecen en la plaza desde hace casi un mes. Empezaron ocho, pero cuatro de ellas ya se han retirado, entre las que se encuentra una mujer que tuvo que ser ingresada debido a una complicación pulmonar.

“Somos un grupo de personas que a título individual llevamos casi desde el principio viniendo a apoyar, a ver qué necesitaban y llegó un momento que pensamos '¿y qué más hacemos?', cuenta Mónica Rochel, una de ellas.

La mayoría, que tienen entre 18 y 27 años y son de Madrid, salvo algunas de Vizcaya o Murcia, estudian y trabajan, pero nunca dejan el puesto solo. En la caseta de al lado, a Susana no se le borra la sonrisa de la cara ni la emoción de los ojos, que, según dice, responde “al apoyo social que estamos recibiendo”. “¿Dónde se puede firmar?”, “Traed más hojas que no quedan”... Cada pocos segundos una persona se acerca a la carpa: “Ya hemos perdido la cuenta de las firmas”, cuenta Susana.

Las nuevas huelguistas decidieron convertirse en ello el pasado viernes, después de mucho tiempo quedándose a dormir para que las mujeres de Velaluz pudieran hacerlo y siempre hubiera alguien despierto. Los días en los que llovía instalaron unas carpas extra para poder cobijarse no autorizadas por el Ayuntamiento de Madrid por las que la Policía Municipal las denunció hace unos días. El consistorio ha anunciado que será “flexible” con la tramitación de las denuncias“.

El pasado día 3 el grupo de once hizo una asamblea y decidió que la de ese viernes sería “la última cena”. “El apoyo es necesario, pero nos hemos unido porque la lucha es tan suya como nuestra. La lucha es de todas”, asegura Rochel, estudiante de Historia de 23 años, que no deja de atender a alumnos de Periodismo que vienen a entrevistar a las mujeres para trabajos de la Universidad.

Para que las mujeres vivan

Rochel y Susana coinciden en calificar de “decepcionante” que ningún político se haya acercado a la plaza en representación de sus formaciones, aunque sí a título individual. “Es como si no quisieran visibilizarse en apoyo a algo como esto, de hecho muchos nos dicen que no quieren fotos”, mantiene Susana, que insiste en que todo este tiempo los asesinatos por violencia machista han proseguido.

El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad recoge como casos confirmados 16 y mantiene otro en investigación: los peores datos de los últimos años. Aunque las mujeres de Velaluz han sido invitadas este mismo lunes a una ponencia en el Senado para esgrimir los 25 puntos que han redactado como medidas para luchar contra la violencia machista, piden que los partidos se comprometan con ellos y hagan suya la realidad de muchas mujeres y sus hijos.

Como la de Rochel, que asegura que su madre “nunca ha conseguido reconocer que es una víctima de violencia psicológica por parte de mi padre. La joven relata cómo ha sido el blanco de la violencia paterna desde pequeña hasta los 18 años, cuando le agredió por última vez.

“Cada vez que les oía discutir salía a defender a mi madre y los golpes me los llevaba yo. Ella nunca ha querido denunciar y ha costado mucho que él se vaya de casa porque cuando a ti no dejan de repetirte 'cállate que no vales para nada' o 'aquí mando yo' la autoestima merma”, explica. Tiene la sensación de que él ejercía violencia física contra ella y no contra su madre porque “yo escapaba de su control y siempre me quejaba y contestaba. Con mi madre sí lo había conseguido”.

Asegura estar lidiando con la culpa y agradece a Pamela Palenciano, la mujer que ha convertido su historia de maltrato en un monólogo contra la violencia machista, “haberme ayudado a darme cuenta de que todas las palizas que me daba mi padre no eran por ser rebelde, aunque lo sea, o mala, que es lo que siempre he pensado”.

Como balance, Susana critica al Ayuntamiento de Madrid y a la Policía Municipal “porque más que otra cosa nos están poniendo impedimentos”. Al contrario, prosigue, que la Policía Nacional, que “está teniendo una actitud maravillosa, se está portando fenomenal y se acercan todos los días a ver si necesitamos algo y a traernos café”.

Dice que cuando las ocho mujeres se instalaron en la Puerta del Sol no se imaginaban que se iba a prolongar tanto tiempo, pero hace hincapié en que seguirán hasta que los políticos las escuchen y tengan en cuenta historias como la de Rochel: “No vamos a abandonar porque estamos aquí para que las mujeres vivan”.

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