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El Papa arremete contra la corrupción política y la evasión fiscal en un nuevo libro

El Papa pide "vencer el miedo" y continuar acogiendo a los inmigrantes

Jesús Bastante

“Pecadores sí, corruptos no”. Esta frase se repite como un mantra en el pensamiento de Francisco. Una condena sin paliativos a la corrupción, del tipo que sea: empresarial, política, judicial... y también eclesiástica. Una actitud que, en opinión del Papa, “escandaliza” porque “el corrupto hace de la corrupción un hábito mental, un modo de vida”.

Esta es una de las claves de “El nombre de Dios es misericordia”, el título del libro-entrevista que el Papa ha concedido al vaticanista italiano Andrea Tornielli, y que mañana sale a la venta en 82 países de todo el mundo (en España, editado por Planeta). Un volumen en el que Francisco pide “hacer diferencia entre el pecador y el corrupto”, puesto que mientras que “el primero reconoce con humildad ser pecador y pide continuamente el perdón para poderse levantar”, el segundo “es elevado a sistema, se convierte en un hábito mental, en un modo de vida”.

Para Francisco, “el corrupto es quien peca, no se arrepiente y finge ser cristiano; quien se lamenta por la escasa seguridad en las calles, pero después engaña al Estado evadiendo impuestos. Con su doble vida, escandaliza”, y con su actitud, destruye la convivencia.

“No es fácil para un corrupto salir de esta condición para realizar una reflexión interior. Generalmente, el Señor lo salva a través de grandes pruebas de vida, situaciones que no pueden evitar (...). Hay que repetirlo: pecadores sí, corruptos no”, insiste el Papa, a preguntas de Tornielli.

El caso de su sobrina

En cuanto a los divorciados vueltos a casar, el Papa recuerda el caso de una sobrina suya “que se ha casado por lo civil con un hombre antes de que este pudiera obtener la nulidad matrimonial. Querían casarse, se amaban, querían tener hijos, de hecho han tenido tres”. Para Francisco, no hay duda de que “este hombre era tan creyente que todos los domingos, cuando iba a misa, iba a confesarse y le decía al sacerdote: 'Sé que usted no me puede absolver, pero he pecado en esto y en esto otro, déme una bendición'. Esto es un hombre religiosamente formado”.

A su vez, Francisco vuelve a pedir que no se discrimine a las personas homosexuales por su condición. “La Iglesia no está para condenar al mundo”, subraya el Papa, quien añade que “una persona no es sólo definida por su tendencia sexual: no olvidemos que somos todos criaturas amadas por Dios, destinatarias de su infinito amor”.

Acoger a los refugiados

En otro orden de cosas, Francisco ha pronunciado este mediodía su tradicional discurso al Cuerpo Diplomático acreditado en la Santa Sede. Ante los embajadores, el Papa ha hecho un repaso de los avances y las dificultades del mundo en el año pasado. Y de los retos de futuro. Con especial insistencia en la denuncia de la cultura del descarte, la denuncia de la “grave emergencia migratoria” y la condena de los conflictos y del tráfico de personas.

Así, Francisco ha exhortado a seguir acogiendo refugiados y a mantenerse como un “faro de humanidad” a pesar de las amenazas terroristas. Europa no debe perder “los valores y principios de humanidad, de respeto por la dignidad de toda persona” y “de solidaridad recíproca”, a pesar de que el actual flujo migratorio pueda convertirse en ocasiones en “una carga difícil de soportar”, dijo Francisco en su alocución, dedicada esencialmente a los migrantes.

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