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Pedro Casaldáliga, el “apóstol” catalán que lucha por los indígenas de la Amazonía y asesora al Papa

Pedro Casaldáliga, el obispo que ayuda a los indígenas

Jesús Bastante

Le llaman “el profeta de la Amazonía”. Ha vivido casi medio siglo entre los más pobres de entre los pobres, defendiendo los derechos de los indígenas en lo más profundo del Matto Grosso. Ahora, a sus 87 años, y después de más de una década conviviendo con el “hermano Párkinson”, dom Pedro Casaldáliga, el obispo claretiano catalán, acaba de superar graves problemas de salud que llevaron a algunos -entre ellos, Sor Lucía Caram, a anunciar que su muerte era inminente-.

“Tenemos Pedro-profeta para rato”, afirman sus más estrechos colaboradores. Llegar a Sao Félix de Araguaia es toda una aventura. Se necesitan al menos tres días desde Europa, combinando el avión, la avioneta, el autobús y la botas para llegar a este recóndito lugar del mundo, en mitad del Matto Grosso, en el corazón de la Amazonía.

Allí vive y predica Pedro Casaldáliga, uno de los últimos profetas vivos de la Iglesia de base. Un hombre perseguido durante años por los terratenientes brasileños, que le acusaban de ser uno de los responsables de que la Constitución brasileña reconociera el derecho a la tierra de los indios.

José María Concepción y Maritxu Alonso son dos de los más estrechos colaboradores de Casaldáliga. Ambos viven en Madrid, pero pasan largas temporadas junto al obispo emérito de Sao Félix de Araguaia. Concepción le acompañó cuando, hace dos años, tuvo que abandonar su casa después de recibir amenazas por defender la causa de los indios xavantes, expulsados de su territorio donde vivían desde 1992 por los empresarios madereros y que gracias al trabajo de Casaldáliga consiguieron que el Tribunal Supremo ordenara al Gobierno de Dilma Rousseff que les devolviera sus tierras.

Entre el párkinson y el fémur roto

“Ha pasado ya una semana y Pedro ha superado sus dificultades de salud”, afirma José María, quien explica cómo, tras una caída, el obispo se rompió la cabeza del fémur. “Médicamente se ha recuperado muy rápido. El mismo día de la operación -el martes pasado- ya tomó un baño y se levantó de la cama”.

Su sobrina, Gloria Casaldáliga, acompañó al obispo todos estos días, junto con el padre Ivo (uno de los claretianos de la comunidad de Sao Félix). “Ha respondido muy bien, tanto a la cirugía como al tratamiento de recuperación”, afirma. Ahora, Casaldáliga permanecerá en el hospital de Ceres, Goiás, al menos durante unos diez días, que se aprovecharán para completar la revisión anual. “Siempre aceptando que su 'hermano Parkinson' continuará a su lado provocando los malestares propios, y generando en Pedro una paciencia y aceptación muy altas”, escriben Maritxu Ayuso y José María Concepción, “felices de poderos dar esta grata información”.

“Los del Primer Mundo, si no trabajáis la solidaridad, no os vais a salvar, pese lo que os pese”, suele decir Casaldáliga. Unas palabras que influyeron, y mucho, en el propio Papa Francisco, quien ha consultado al obispo claretiano en alguna ocasión, especialmente durante la redacción de su histórica encíclica “Laudato Si”, dedicada a la defensa del medio ambiente. “Francisco está desmantelando el aparato burocrático eclesiástico”, asegura Casaldáliga, quien muestra una gran confianza en que la “Iglesia de los pobres” pueda ser algo más real durante el pontificado de Bergoglio.

Perseguido por terratenientes y el Vaticano Y es que la lucha contra el cambio climático y por unas iguales condiciones de vida para todos los seres humanos han sido las claves de la vida y acción de Pedro Casaldáliga. Un compromiso que le llevó a ser amonestado por la Santa Sede en tiempos de Juan Pablo II y a estar en el punto de mira permanente de los terratenientes brasileños.

Dom Pedro tuvo que asistir, hace unos años, al asesinato de un religioso compañero suyo, al que confundieron con él, y en 2004 se salvó de milagro de un tiroteo. Casaldáliga fue el fundador del CIMI (Consejo Indigenista de Brasil), que unificó a las distintas tribus y etnias del Amazonas para defender la tierra frente al avance desarrollista. El “pulmón de la Tierra” se veía, y se ve, totalmente amenazado por la deforestación.

Desde el CIMI, Casaldáliga luchó también por la defensa de la cultura indígena, de sus mitos, su ámbito, su forma de vivir. Y pronto generó un movimiento social en todo Brasil, que aún estaba en época de dictadura. Cuando llegó el periodo constituyente, en 1988, la Constitución le otorgó a los indios una serie de derechos que no hubieran sido posibles sin ese movimiento social. La élite agraria de Brasil quiere reformarla a día de hoy, de hecho, retirarles estos derechos que fueron conquistados por el CIMI.

“Pero tenemos Casaldáliga para rato”, afirma Concepción, quien está convencido que, aunque el paso del tiempo llevará inexorablemente a su pérdida, el legado del “profeta de la Amazonía” perdurará. “Ahora, con el Papa Francisco, si cabe con más esperanza. Especialmente para los desheredados, los pobres y los mal llamados 'sin tierra'”.

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