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Piden cinco meses de cárcel a tres jóvenes por un escrache contra los comentarios homófobos de un profesor

Mario y Martín

Marta Borraz

Antía, Martín y Mario no saben todavía qué día se sentarán en el banquillo de los acusados, pero se enfrentan a una condena de cinco meses de prisión. Hace unos días supieron que la Fiscalía lo pide por haber cometido un presunto delito de desórdenes públicos en una protesta. Los hechos ocurrieron en mayo de 2015, cuando un grupo de unos 70 alumnos de la Universidad de Santiago de Compostela realizaron un escrache contra un profesor al final de una de sus clases al que el centro había permitido reincorporarse tras suspenderle cautelarmente por sus comentarios homófobos.

El inicio de la historia se remonta al 19 de noviembre de 2013 en la Facultad de Ciencias de la Educación. Aquel día el profesor de Didáctica y Profesión Docente, Domingo Neira García, impartía una de sus clases cuando una alumna le hizo una pregunta sobre pederastia e Internet, que el docente relacionó con la homosexualidad. Afirmó entonces que se trata de “una alteración congénita o vicio”, según denunció el alumnado.

Lejos de retractarse, Neira ratificó sus palabras en declaraciones recogidas por El País unos días más tarde. “Y también dije que a la mujer-mujer normal, es decir, que le gustan los hombres-hombres, generalmente no le gustan las mujeres en otro sentido, le gustan los hombres. Eso no quiere decir que no haya algún exceso, algún vicio. Pero igual que el hombre-hombre no se preocupa en absoluto, como es mi caso, de la vida de estas otras desviaciones, de los maricones ni de pederastas, ¿me entiende?”, decía. Este medio se ha intentado poner en contacto con el profesor sin obtener respuesta.

Reivindicación del movimiento estudiantil

Los alumnos, que aseguraban que no se trataba de comentarios aislados y eran frecuentes en boca de Neira, comenzaron una campaña de recogida de firmas para exigir al Rectorado su cese. A la reivindicación se unieron colectivos y partidos como las áreas LGTB de IU y del PSOE gallegos, que aseguraron que la universidad pública había desoído las quejas en otras muchas ocasiones. Finalmente, el docente fue expedientado y suspendido cautelarmente de empleo. Se reincorporó al centro al comienzo del curso 2014/2015.

Una decisión que no gustó a los alumnos, que se reunieron con el rector en varias ocasiones para solicitar que le suspendieran de forma permanente. “A principio de curso el movimiento estudiantil elabora una lista de reivindicaciones, entre ellas esta”, afirma Mario a eldiario.es. “Comenzamos a negociar con el rectorado, que nos decía que lo entendía, pero no hacía nada”. Tras intentar conseguir su objetivo sin éxito por medio de recogidas de firmas y manifestaciones decidieron realizar un escrache el pasado 13 de mayo de 2015.

“Fuimos al aula en la que Neira daba clase y al finalizar entramos y comenzamos a gritarle que era homófobo y que no íbamos a pagar con nuestros impuestos sus comentarios intolerantes. La protesta siguió por el pasillo”, recuerda Mario, que entonces estudiaba Historia. La Fiscalía entiende que los hechos son constitutivos de un delito de desórdenes públicos: “El perjudicado tuvo que permanecer en su despacho hasta que los acusados cesaron en su empeño, a pesar de que varios profesores acudieron en su ayuda tratando de que cesaran en su actitud violenta”, dice en su escrito.

“Una decisión política”

Antía, Mario y Martín no podían salir de su asombro cuando meses más tarde reciben “una citación del juzgado para ir a recoger un papel”, sostiene Martín. La Secretaría General de la Universidad de Santiago de Compostela había notificado a la Policía lo ocurrido. “Es nuestra obligación, cuando se dan episodios de violencia y forcejeos en la universidad”, afirman fuentes del centro. 

El atestado policial habla de “gran multitud de gente”, “estado de agresividad”, o “continuos empujones hacia los profesores y amenazas”. Según se puede leer en el documento, otros docentes “tuvieron que intervenir para que el referido profesor no sufriera ninguna agresión”. Mario, sin embargo, asegura “que en ningún momento se intentó ninguna agresión, no aportan ni un parte de lesiones”.

El escrache, dice Antía, fue convocado “en otros términos” y “la supuesta actitud violenta la sacan de cuando unas amigas suyas se pusieron en las escaleras a impedirnos el paso en un centro público, protestamos y hubo gente que intentó pasar”, explica. A los tres, que no tienen antecedentes, les extraña que de las 70 personas que acudieron a la protesta sean ellos los únicos identificados: “Hay mucha más gente, pero da la casualidad de que nosotros somos muy activos políticamente”, afirma Martín.

¿Por qué ellos tres? Según Antía, la decisión es “completamente política con el objetivo de que protestemos menos”. Sobre el escrache como método de protesta, la joven gallega cree que es un último recurso “ante la pasividad de las administraciones, como la Universidad de Santiago, que lo que hizo fue un simple cambio estético. El escrache es la única manera cuando todas las protestas e intentos de diálogo anteriores no han tenido respuesta”.

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