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Rusia dobló sus medallas olímpicas tras implantar su sistema de dopaje de Estado

Vladimir Putin con la antorcha de Sochi 2014.

Raúl Rejón

El desplome “abismal” del deporte ruso en los Juegos Olímpicos de Vancouver 2010 motivó que el Gobierno pusiera en marcha un sistema de dopaje estatal que ha constatado la investigación independiente de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) publicada este lunes. Cuatro años después, Rusia dobló el número de medallas (de 15 a 33) y cuadriplicó sus campeones: de tres pasó a 13. Ganó el medallero en Sochi 2014.

El informe McLaren ha confirmado que Rusia desarrolló entre 2011 y 2015 todo un entramado para cubrir el uso de sustancias dopantes dentro del deporte ruso.

Sistema de desaparición de positivos

El entramado consistía, no en desarrollar nuevas drogas que no dieran positivo, sino encubrir su uso. Los análisis detectaban el dopaje. Pero se iban al limbo. Para conseguirlo, el gobierno, desde el Ministerio de Deportes, tomó el control del laboratorio antidopaje acreditado por la AMA en Moscú. Así, cada vez que un primer análisis revelaba un positivo, se daba cuenta al ministerio. El viceministro personalmente conocía de quién se trataba y daba la orden: “Salvar” o “cuarentena”. Después, el personal del laboratorio “falsificaba la información” en el sistema oficial de la AMA para que apareciera negativo en lugar de positivo. El deportista agraciado podía seguir compitiendo.

El 'cambiazo' en Sochi

Este sistema para evaporar positivos servía para controlar, sobre todo, los periodos de preparación. El informe explica que el problema surgió para los Juegos de Sochi (Rusia) ya que la instalación era controlada por la “comunidad internacional”. Así que se ideó un sistema en el que se implicó completamente a la Agencia de Seguridad Federal: la FSB (heredera del KGB).

El plan era cambiar las muestras de orina de aquellos atletas controlados que se sabía que estarían contaminadas por orina “limpia”. Para esto, Rusia había creado un “banco de orina limpia como fuente de donde sacar muestras limpias” para dar el cambiazo, subraya McLaren.

Los atletas designados (no menos de 37) hacían llegar sus muestras sin sustancias al Centro de Entrenamiento Nacional en Moscú. Allí se congelaban. Algunas eran analizadas para asegurarse de que no tenían restos. La encargada de coordinar el plan era Irina Rodionova que en 2014 era miembro del equipo del Comité Olímpico Ruso, a la cabeza del Programa Antidopaje.

Esto permitió aplicar desde los entrenadores y con colaboración de personal médico, un programa de dopaje para un grupo de atletas a los que se les atribuyó especial potencial para conseguir medallas en los juegos. Su entrenamiento apoyado en la química no se vería en peligro por controles sorpresa.

Luego entró en juego la FSB. Ellos eran los encargados de llevar las muestras congeladas a un edificio propio en Sochi cercano al laboratorio oficial. Con el tiempo, la investigación ha demostrado, que agentes del FSB, como Eugeny Blokhin, hacían que las pruebas tomadas durante la competición salieran por la noche de la zona de seguridad y pasaran a una sala de operaciones propia. Allí eran abiertas y su contenido cambiado. Terminada la manipulación, regresaban al laboratorio donde eran analizadas a la mañana siguiente.

Extensión del engaño

El sistema se extendió a 29 deportes olímpicos (también hubo casi una cuarentena de deportistas de otras disciplinas). Casi 120 de atletismo y 115 de halterofilia destacan por mucho en el ránking. Pero también hubo casos en ciclismo, lucha, patinaje, remo, piragüismo, natación, fútbol, esquí, biatlón, bobsleigh, jugo, volleybol, boxeo, taekwondo, esgrima, triathlon, pentatlón moderno, tiro olímpico, curling, baloncesto, vela, snowboard y ping-pong. No se han salvado los deportistas paralímpicos.

La investigación ha podido constatar la existencia de 643 positivos de los que el 89% habían sido introducidos en el sistema de la AMA como casos negativos de dopaje. “Solo es un mínimo”, explica, ya que no han tenido acceso completo a los datos.

Los protagonistas

El informe McLaren concluye que Rusia implementó un “sistema para el dopaje de atletas dirigido por funcionarios de alto nivel del deporte ruso. Se basaba en la corrupción de los encargados del control, trabajando bajo la dirección de la agencia rusa antidopaje”. Además, se implicó a la seguridad del estado.

Vladimir Putin: era Primer Ministro cuando, tras la pobre actuación olímpica rusa en 2010 se decidió echar mano de las ayudas químicas

Vitaly Mutko: ministro de deportes y hombre de confianza de Vladimir Putin. Actualmente es el presidente del Comité Organizador de la Copa del Mundo de Fútbol 2018 y miembro del comité ejecutivo de la FIFA. También dirige la federación rusa. Sus iniciales preceden la exoneración de los jugadores fútbol que mostraban controles positivos: “Decisión final de V.L. [Vitaly Leontiyevich]”.

Dr. Rodchenkov: la fuente del escándalo. Uno de los encargados del programa cuyas revelaciones a The New York Times dispararon la investigación encargada a McLaren.

Yuri Nagornykh: viceministro de Deportes y también miembro del Comité Olímpico Ruso. La mano ejecutora. Él era notificado de cada positivo detectado en el laboratorio de Moscú desde 2011. Y él decidía quién merecía la protección estatal y a quién se dejaba caer.

Irina Rodionova: actualmente es la subdirectora del Centro de Entrenamiento de los Equipos Nacionales de Rusia, un departamento subordinado al Ministerio de Deportes. Coordinaba el sistema del banco de orina limpia que debía estar disponible para los JJ OO de Sochi.

Natalia Zelanova: Alexei Velikodniy Dr. Avak Abalyan: altos funcionarios que actuaron de enlace entre el laboratorio de Moscú y el viceministro de Deportes. A ellos se les informaba de que había un positivo y se les daba un perfil del implicado.

Eugeny Blokhin: oficial del FSB. Encargado de la operación de cambio de orina en los análisis del los Juegos de Sochi.

Destrucción final

La AMA informó en 2014 a Moscú de que iba a recoger por sopresa algunas de las muestras que el laboratorio debía conservar.

Tanto el personal del laboratorio como del Ministerio de Deportes entraron en pánico. Allí se conservaban un gran número de pruebas que habían dado positivo y habían sido informadas como negativo.

La medida que tomaron en Rusia fue destruir 1.417 muestras antiguas. Pero debieron mantener 37 que eran las que la AMA pensaba recoger. Entonces, el Ministerio de Deportes llamó a “los magos”, según el informe. Estos eran los agentes de la Agencia de Seguridad que, sin testigos, entraron en el laboratorio y, al salir, habían dejado abiertos los botes de orina para que los sustituyeran por producto limpio. Sin tiempo, los técnicos metieron allí cualquier muestra sin droga. Incluso de otros deportistas.

La AMA examinó los botes. Al microscopio. Un experto determinó que había minúsculos arañazos. La AMA examinó la orina. Y, al menos en un caso, un bote que había sido manipulado mostró que el ADN de la orina no era el mismo en los dos botes asignados para una misma persona. En otro caso una doble medallista olímpica, tenía orina que provenía de dos personas diferentes.

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