El Schindler portugués que salvó a un millar de republicanos españoles
Un reguero de refugiados españoles escapa del terror golpista. Atienden la frontera con Portugal como única salida. Y como ratonera enrejada al empuje de las tropas rebeldes de Franco y el cerco tangible de la dictadura de Salazar. Condiciones extremas que hacen improbable la peripecia desesperada del exilio. La historia, en cambio, deja una cláusula atada a un nombre: el teniente Seixas. Desobedeció a su Gobierno y salvó la vida a 1.020 republicanos.
Conocido como el Schindler portugués, la hazaña humanitaria de Antonio Augusto Seixas antecede sin embargo a la realizada por el empresario y espía alemán. Cuando el 'ángel' luso se jugaba el pellejo en el 36, Oskar Schindler siquiera pertenecía al partido nazi encabezado por Adolf Hitler. Pero ambos acabaron salvando la vida a más de un millar de personas. Cada uno.
Fracasado el golpe de Estado de julio de 1936, las fuerzas rebeldes optan por un camino sin retorno: aniquilación del adversario social y político. Genocidio. El ejército de África siembra en los pueblos un luto interminable. Miles de asesinatos en Sevilla, Cádiz y Huelva, la masacre de Badajoz…
El avance inexorable de la guerra produce “un estado de pánico generalizado que llevó al abandono masivo de las poblaciones”, cuenta el historiador Francisco Espinosa Maestre. “En cuestión de semanas miles de personas se encontraron en la terrible situación de no saber qué hacer ni a dónde ir”.
Traspasar a raia para seguir vivo
a raiaTraspasar a raia supone entonces agarrar alguna opción de seguir vivo. Pero en el horizonte está la trampa de Oliveira Salazar. Mirar atrás supone caer cosido a balazos en una tierra que Francisco Franco agujerea con fosas comunes. La diáspora reúne a “unas ocho mil personas” que buscan refugio. Y en plena encrucijada humanitaria emerge el arrojo de Seixas.
El goteo de emigrados llega al campo de concentración de Coitadinha y a Russianas. Hasta que el Gobierno portugués da la orden: “evitar que passem mais espanhois”. El teniente Seixas enfrenta las órdenes de Salazar y con las tropas a su mando llega a rechazar falangistas y proteger “a dos mujeres y tres niñas” que pasaban la Raya perseguidas por “civis espanhois armados”.
Cuando llega el 9 de octubre del 36, en Coitadinha hay 616 personas que deben embarcar en Lisboa rumbo a Tarragona. Es la cifra oficial, que desbarata el propio Seixas. Por sorpresa, comunica, aparecen centenares de refugiados “escondidos serra longo frontera portuguesa”. El total son 1.020 republicanos, dice el Schindler luso. Con la ayuda de gentes de los pueblos cercanos había creado otro campo de refugiados paralelo en Choça do Sardinheiro.
Todo, “con el consentimiento” de Seixas
“En el informe del teniente Seixas la presencia de estos refugiados no fue comunicada oficialmente” con anterioridad, explica la antropóloga Dulce Simöes. La concentración “más significativa” tuvo lugar en Russianas, además de “la finca la Coitadinha”. Todo “con el consentimiento” de Antonio Augusto Seixas. Y “sin el conocimiento oficial del Gobierno portugués”.
Luego, asegura que su intención “era expulsar a los refugiados de Choça do Sardinheiro” cuando recibiera de las autoridades españolas “la palabra de honor de que no se les haría nada malo”. Seixas había encarado al Gobierno de Salazar, el mismo que desde el golpe militar elabora listas con quienes “manifiestem concordancia com os excessos cometidos em Espanha pelas forças esquerdistas”.
La figura de la leyenda lusa de la guerra civil española fue rescatada por el historiador Francisco Espinosa Maestre en su libro La columna de la muerte. Allí relató aquella aventura olvidada. Dulce Simöes toma el relevo de los sucesos fronterizos en A guerra de Espanha na raia luso-espanhola. Resistencias, solidariedades e usos da memoria.
Y ahora, en el 80 aniversario de la partida de los 1.020 refugiados republicanos que tuvieron en Seixas a un precedente del Schindler de la Alemania nazi, las Jornadas Transfronteiriças 'Memórias da guerra de Espanha na frontera do Baixo Alentejo – 80 anos depois (1936-2016)' certifican su memoria. Una cita que vuelve a unir el triángulo humanitario que Barrancos (Baixo Alentejo), Oliva de la Frontera (Badajoz) y Encinasola (Huelva) formaban en el 36.