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Tordesillas completa el torneo del Toro de la Vega más agresivo contra los abolicionistas

Momento en que los antitaurinos forman una barrera

Laro García

Tordesillas —

La edición de 2015 del Toro de la Vega, el festejo taurino de origen medieval que se reproduce cada año en la localidad vallisoletana de Tordesillas, se ha cobrado su víctima anual. Este torneo, que se llegó a prohibir incluso durante unos años en plena dictadura franquista por su brutalidad, ha concluido con la muerte del toro Rompesuelas al que cientos de mozos y picadores a caballo han alanceado hasta cobrarse su vida.

Las protestas de los colectivos animalistas que exigen la abolición de este encierro han estado rodeadas de incidentes. Los más agresivos desde que se pide la abolición del torneo, según han relatado algunos animalistas veteranos. La violencia y las situaciones de tensión han sido la nota predominante durante toda la mañana en un pueblo volcado en sacar adelante la fiesta. La inacción de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, pese al amplio despliegue policial, ha estado a punto de permitir un auténtico linchamiento.

El balance definitivo de la Cruz Roja registra un total de 15 ciudadanos atendidos en el hospital de campaña -once hombres y cuatro mujeres- con “heridas de carácter leve”. Las lesiones han sido, mayoritariamente, por contusiones o traumatismos “sin identificar” y no se ha producido ninguna atención por asta de toro. “Solo dos personas han tenido que ser trasladadas en ambulancia al Centro de Salud. Son bastantes menos que el año pasado”, ha asegurado a eldiario.es Mariano Alonso Quijano, director de Salud y Socorro de la ONG en Valladolid.

“Nos han agredido, nos han insultado, hemos podido morir aplastados... No ha habido ni un solo policía cuidando de nuestra seguridad. Ha podido ser una masacre. No pueden soltar al toro hasta desalojarnos. Ha sido una verdadera imprudencia. El delegado del Gobierno es responsable”, ha relatado uno de los activistas que han tratado de impedir la celebración del Toro de la Vega haciendo una barrera humana en la entrada del campo en el que se desarrolla el torneo.

La sentada pacífica de los antitaurinos, además, sufrió el lanzamiento de piedras y botellas, escupitajos y golpes de palos y bastones en un clima de absoluta hostilidad por parte de los jóvenes del pueblo y de los defensores de la fiesta. Todo, ante la impasividad de la Guardia Civil, que previamente había cacheado e identificado a los que no consideraba “participantes” del Toro de la Vega. También tuvieron dificultades para realizar su trabajo los periodistas que cubrían los hechos: algunos reporteros han sido agredidos, han recibido golpes en sus equipos y han sufrido insultos y amenazas constantes.

El momento de mayor peligro se produjo unos minutos después de las 11.00, la hora fijada para el inicio del evento. A pesar de que los activistas en defensa de los animales permanecían obstruyendo el paso de los lanceros -que llegaron incluso a pasar por encima de ellos con sus caballos-, las autoridades locales decidieron soltar al toro, lo que provocó avalanchas, carreras y caídas. Algunos integrantes de los colectivos antitaurinos tuvieron serias dificultades para acceder a las barreras de protección, abarrotadas de asistentes al festejo, con lo que la entrada de Rompesuelas a la rivera del Río Duero pudo acabar en tragedia.

Finalmente, el festejo comenzó con un breve retraso y la agonía del morlaco duró aproximadamente veinte minutos, lo que tardaron los participantes en abatirlo con sus lanzas de dos metros con puntas metálicas de 40 centímetros. Y concluyó también con polémica, ya que los organizadores declararon nulo el torneo, sin un ganador, por quebrantar los mozos varias ordenanzas a la hora de matar al toro de lidia.

“El año que viene, otro toro más”

Lo que duró bastante más tiempo fue el enfrentamiento entre defensores y detractores del Toro de la Vega. Los protaurinos llegaron a acorralar a los pocos activistas que quedaban tras la muerte de Rompesuelas a gritos de “¡A por ellos, a por ellos!” o “¡El año que viene, otro toro más!” y les hicieron retroceder hasta la misma salida del pueblo.

Tras nuevas agresiones, pedradas y conatos de pelea, la Guardia Civil, que presenciaba los hechos a unos metros de distancia, decidió intervenir, realizar las primeras detenciones y escoltar a los animalistas hasta fuera de los límites municipales de Tordesillas. Esta intervención fue aplaudida y jaleada por los participantes en el festejo con expresiones como “¡Viva la Guardia Civil!” o “¡Antitaurino el que no bote!”.

Las críticas de los colectivos convocantes de la protesta han ido dirigidas hacia la actuación de los agentes de seguridad y hacia los organizadores de la fiesta por “poner en riesgo sus vidas”. Sin embargo, el alcalde de Tordesillas, el socialista José Antonio González Poncela, ha defendido la suelta del toro cuando el campo estaba lleno de manifestantes asegurando que “podía estar ahí quien quisiera” y que “todos somos mayores de edad”.

El polémico festejo continúa un año más con su tradición sin contentar a ninguno de los dos sectores antagónicos: los vecinos defienden el Toro de la Vega como parte de su imaginario colectivo y critican la “criminalización” que se hace de este evento y de todos los que participan en él, mientras que los antitaurinos claman por su abolición y exigen responsabilidades a los poderes públicos para “acabar con esta barbarie”.

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