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Vandana Shiva: “Lo que hacemos al suelo, nos lo hacemos a nosotros mismos”

Vandana Shiva: "Lo que hacemos al suelo, nos lo hacemos a nosotros mismos"

EFE

Barcelona —

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“Que la tierra está viva debería formar parte del lenguaje de todos”, afirma convencida Vandana Shiva, reconocida física, pensadora y activista ecofeminista, quien subraya que “somos suelo, somos tierra”, y advierte: “lo que hacemos al suelo, nos lo hacemos a nosotros mismos”.

Shiva, hija de un guardabosques, nació en 1952 en la ciudad de Dehradun, situada en las laderas del Himalaya, al norte de la India, creció rodeada de naturaleza y su primera incursión en el activismo medioambiental fue con apenas 20 años, en el movimiento Chipko, para evitar la deforestación de la cordillera.

Desde entonces ha desarrollado una amplia carrera y ha publicado numerosos libros en contra del actual modelo de explotación agrícola y ganadera, que describe como “destructivo desde el punto de vista ecológico e ineficaz desde el nutricional”.

Durante una visita a Barcelona para participar en el ciclo del CCCB “El mundo que necesitamos”, Shiva conversó con Efe sobre su último libro, “¿Quién alimenta realmente al mundo?”, editado en español por Capitán Swing.

En su obra, la autora confronta dos paradigmas de conocimiento y de relación con los recursos naturales. Por un lado, la agricultura industrial, que es el modelo dominante hoy en día y, por el otro, la agroecología, un planteamiento “emergente pero a la vez milenario”, que bebe del conocimiento acumulado por los pequeños agricultores.

Vandana Shiva responsabiliza al modelo industrial, basado en el monocultivo y la explotación intensiva de la tierra mediante fertilizantes químicos, de la actual “crisis del sistema alimentario”.

Estas prácticas, según la autora, generan un escenario de “inseguridad alimentaria” al tratar el suelo como “un contenedor inerte” y destruir su biodiversidad. Así, deja de ser fértil y pierde su capacidad de “resiliencia” ante fenómenos como la sequía.

“La comida ha dejado de ser fuente de nutrientes y se ha convertido en un producto, algo con lo que se especula y de lo que se obtiene un beneficio económico”, explica, y señala como responsables a las grandes corporaciones que se ven beneficiadas por el “libre comercio”.

La agroecología, en cambio, se basa en lo que Shiva llama “ley de la devolución”, según la cual “todos los seres vivos toman y dan en igualdad de condiciones”.

Shiva ve en el capitalismo y su “eterna competencia” la raíz del problema. La “ficción” del capital como fuente de valor oculta, según la autora, las auténticas fuentes de riqueza: la naturaleza y las personas. Por este motivo, la activista prefiere usar términos como “robo” o “extracción” para referirse al “poder del dinero”.

Asimismo, Shiva denuncia la situación de vulnerabilidad en que la globalización y la liberalización del mercado dejan a las economías de los países del “sur global”. “Han pasado de ser autosuficientes a dependientes”, afirma.

Considerada una de las principales representantes del movimiento ecofeminista, Shiva explica que, a lo largo de la historia, las mujeres han actuado como guardianas de la “herencia genética de las semillas” y han “suministrado alimento y nutrientes a todo el planeta”.

Sus conocimientos, sin embargo, son “invisibilizados” porque quedan fuera de la “frontera de producción” capitalista, según la cual “si consumes lo que produces, no estás produciendo”. A pesar de que la mayor parte de agricultores son mujeres, Shiva explica sorprendida que el símbolo del trabajo en su país continúa siendo “un obrero blanco”.

Oír hablar a Vandana Shiva puede resultar sorprendente porque usa términos poco habituales en la ciencia occidental, como “gaia” o “madre tierra”. El objetivo es “reconocer que el planeta está vivo”.

En este sentido, la activista se muestra muy crítica con el paradigma científico dominante, que interpreta la naturaleza como “materia inerte y fragmentada” y sitúa en el centro la “competición”, en vez de la “cooperación”.

Shiva lamenta que la comida se haya convertido en “el mayor problema de salud que hay en el mundo” y apela a la responsabilidad de los consumidores y a la educación como herramientas, frente a la situación de “supervivencia” en que se encuentran los pequeños agricultores.

“Somos suelo. Somos tierra. Estamos hechos de los mismos elementos que constituyen el universo. Lo que hacemos al suelo, nos lo hacemos a nosotros mismos”, concluye.

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