Los cardenales de Madrid y Barcelona tratan de mantener un canal de diálogo en el conflicto catalán
La Iglesia, ¿mediadora? En un conflicto que parece cada vez más enquistado, los cardenales de Madrid y Barcelona, Carlos Osoro y Juan José Omella, trabajan, de manera discreta, por no que no vuelen los puentes de diálogo que aún quedan antes de que el lunes el presidente catalán, Carles Puigdemont pueda declarar unilateralmente la independencia de Catalunya.
Desde hace días, ambos purpurados están manteniendo encuentros discretos con distintas personalidades políticas, sociales, económicas y sindicales de ambas partes. También mantienen una estrategia común: que el Vaticano está plenamente informado pero sin implicarse.
Pese a la discreción, se ha sabido que anoche Osoro y Omella fueron recibidos en el Palacio de la Moncloa por Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría. El propio Omella se reunió el miércoles por la mañana con el vicepresidente de Catalunya, Oriol Junqueras. Y, por la tarde, ha trascendido que el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, había hablado telefónicamente con el cardenal de Madrid.
¿Significa esto que la Iglesia pueda mediar en el conflicto? No. Al menos no directamente pues tanto Osoro como Omella temen que cualquier paso concreto que puedan dar podría ser interpretado como una injerencia del Vaticano en un conflicto que el Gobierno considera estrictamente interno. Y es que una hipotética participación de la Santa Sede daría a la Generalitat un trato “entre iguales” con el Estado español, algo que Mariano Rajoy se encargó de asegurar que jamás aceptaría.
Hasta el momento, el más interesado en esta fórmula está siendo el vicepresidente Junqueras. El líder republicano, único católico practicante del Govern, está intentado que sea la Iglesia catalana la que entre en una posible mediación, sea a través del arzobispo de Barcelona, sea a través del abad de Montserrat. Tanto el Gobierno central con la vicepresidenta Saénz de Santamaría como el Govern con el mismo Puigdemont esutiveron en la creación cardenalicia de Omella en el Vaticano.
Sin embargo, según ha podido saber eldiario.es, tanto en la conversación de anoche en Moncloa, como la de esta mañana en el Arzobispado de Barcelona, los dos cardenales han dejado claro que cualquier participación de la Iglesia tendría que contar con ambos.
Molestia en Moncloa
En ambientes eclesiásticos ha causado cierta extrañeza que Mariano Rajoy se haya dirigido a Omella y Osoro, y no a la cúpula oficial de la Conferencia Episcopal, comandada por su presidente, el cardenal Blázquez y el cardenal Cañizares (el vicepresidente).
Fuentes conocedoras de estos movimientos aseguran a eldiario.es que el presidente del Gobierno está molesto con la nota de la Comisión Permanente (que leyó Blázquez el jueves), y la participación de Cañizares está descartada, toda vez que el cardenal de Valencia es uno de los férreos defensores de la unidad de España como “bien moral”. Hoy mismo, el purpurado calificaba el referéndum del 1-O como “un acto de sedición, un fraude, una traición, un golpe contra el estado de derecho, una vulneración de la normalidad constitucional de la nación y convivencia en libertad de todos los españoles”. En todo caso, tanto Osoro como Omella mantienen informado al presidente de la Conferencia Episcopal, que avala estos contactos.
Mientras tanto, Roma está permanentemente informada de todo lo que sucede, si bien desde la Santa Sede no se espera ningún posicionamiento del Papa o la Secretaría de Estado. De hecho, el Francisco no mencionó a Cataluña durante su audiencia de este miércoles.
Tras el discurso del Rey, los acontecimientos parecen precipitarse, y el cardenal de Barcelona, Juan José Omella, que tenía previsto trasladarse este jueves a Roma para participar en la Congregación de Obispos, finalmente se quedará salvo con casi toda probabilidad en la Ciudad Condal.
Finalmente, el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, ha defendido que “la concordia es posible”. El cardenal de Valladolid coincide con el Rey en defender el orden constitucional, pero apunta que no está reñido con buscar el diálogo y no descarta como solución al conflicto con Cataluña, que se reforme la Carta Magna.
“La Constitución no es un texto eterno. La palabra de Dios existe para siempre, pero el texto constitucional no, puede ser perfectamente reformado por los cauces que la misma Constitución prevé”, subraya el purpurado.
El presidente de la CEE se ha mostrado convencido de que “la concordia es posible hoy, es el momento de asegurar el orden constitucional y también es el tiempo de la búsqueda del consenso, del diálogo, no son realidades que se excluyan, el respeto al orden constitucional y buscar entre todos la respuesta más adecuada”.