Las mujeres católicas se plantan y convocan una concentración en Roma para exigir plena igualdad en la Iglesia
“¡Ahora es el momento de las mujeres en el liderazgo y la toma de decisiones en la Iglesia!”. El próximo 3 de octubre, pocos días antes del comienzo del Sínodo de la Amazonía, las mujeres tomarán la voz en el Vaticano. Lo harán a través de la iniciativa #votesforcatholicwomen, lanzada por Voices of Faith (Voces de Fe), que han exigido al Papa y a los obispos trabajar para la plena igualdad de la Iglesia.
Aunque las mujeres son más de la mitad de los católicos del mundo, y quienes llenan las parroquias, su presencia en los ámbitos de decisión de la estructura eclesial es prácticamente testimonial. Hace unos meses, la Unión de Superioras Generales (organismo que aglutina a las religiosas de todo el mundo) pidió formalmente a la Santa Sede que las lideresas de las congregaciones que van a participar en el Sínodo de la Amazonía tuvieran voto, además de voz, en los debates. Algo que ya se ha conseguido para los religiosos, pero que sigue vetado a las mujeres.
Por ello han lanzado un vídeo y una petición a través de su web en la que claman por la igualdad de derechos y responsabilidades en el seno de la Iglesia. En el evento del 3 de octubre tomarán la voz una decena de religiosas de todo el mundo, entre ellas la catalana Teresa Forcades. “Las religiosas superamos en número a los hermanos, casi 10 a 1, pero no tenemos derecho a votar. Esto debe cambiar, si queremos ver la igualdad en el liderazgo de nuestra Iglesia”.
El entorno de Francisco: “Hay resistencias”
¿Y qué dice el Papa? Francisco, que no destaca precisamente por su defensa del feminismo, sí ha ido dejando puertas entreabiertas en un mundo tan patriarcal como el eclesiástico, en el que las mujeres únicamente tienen la misión de servir al clero, totalmente masculino. Una de las pocas mujeres que ocupa un puesto de responsabilidad es la española María Luisa Berzosa. Esta jesuitina fue nombrada por Francisco miembro de la secretaría general del Sínodo, junto con otras tres mujeres. Ella será la encargada de organizar unas discusiones en las que, entre otras cosas, se hablará de la función ministerial de las mujeres. Sin embargo, ni siquiera ella podrá votar en este Sínodo.
“Desde siempre vengo apuntado la preocupación por la invisibilidad de la mujer en la Iglesia. Mi presencia en el Sínodo fue una puerta abierta, y si me abren una puerta, entro”, apunta la religiosa, que sostiene que el objetivo del Papa Francisco en este punto pasa por “construir una Iglesia más igualitaria, no tan desproporcionada en la participación. Esos son los pasos, y los deseos de Francisco”. Berzosa admite que “hay sus resistencias, pero yo soy muy optimista, se van a ir abriendo caminos. Nos costará, está siendo difícil, pero vamos a pensar qué podrá hacerse”.
“El 3 de octubre de 2019, religiosas de todo el mundo se reunirán en Roma para discutir temas sobre los que ya no guardarán silencio. ¡Ahora es el momento para las mujeres en el liderazgo y toma de decisiones en la Iglesia!” , reza la nota de Voices of Faith. “Esto debe cambiar si queremos ver la igualdad en el liderazgo de nuestra Iglesia”, añaden.
Doris Wagner, una de las lideresas
Otra de las consultoras del Sínodo es la economista italiana Alessandra Smerilli, que además ocupa la secretaría de Economía de la Ciudad del Vaticano. En la práctica, es la mujer con más 'poder' en la curia. En su opinión, más allá del debate sobre el sacerdocio femenino, “lo importante es reconocer que históricamente a la mujer en la Iglesia se la ha dedicado más al cuidado, y que ahora, por primera vez, se toma conciencia de que podemos trabajar de igual a igual, juntos. Que la realidad es que Dios confió el mundo al hombre y a la mujer”. En su caso, recalca la importancia de que las mujeres vayan ocupando puestos de responsabilidad en el seno de la institución, porque “cuando se da un primer paso ya no se puede volver atrás. El Papa lo sabe, y sabe de las dificultades, por eso trata de abrir puertas. Y cuando esta puerta se abra, no se volverá a cerrar”.
Entre las lideresas de este movimiento se encuentra la ex religiosa Doris Wagner, quien hace meses denunció haber sido violada por un religioso que trabajaba en Doctrina de la Fe y que en enero fue apartado de su cargo, aunque no se emprendieron acciones disciplinarias contra él. Wagner defiende que las mujeres “deben ser reconocidas como iguales a los hombres”, especialmente en la vida religiosa, porque “mientras las monjas se vean obligadas a vivir de acuerdo con un ideal de perfecta abnegación y sumisión, y estén viviendo en completa dependencia espiritual y financiera, su vulnerabilidad debe ser reconocida”.
La petición de las mujeres católicas no se cierra únicamente a la cuestión de la presencia de la mujer en la toma de decisiones o el debate sobre el sacerdocio femenino, sino que va más allá y ha sacado a la luz el abuso sexual y de poder que miles de eclesiásticos ejercen contra religiosas en todo el mundo, haciendo uso de su situación de privilegio. Un escándalo que el propio Papa tuvo que admitir hace meses y que desde el Vaticano se plantea como el gran desafío de futuro, una vez se termine de atajar la crisis provocada por los abusos sexuales a menores.
Y es que, como denuncia Doris Wagner, ha habido casos en los que los sacerdotes embarazaron a monjas y luego las obligaron a abortar. “El 40% de las religiosas han sufrido abuso sexual, el 10% antes de unirse a la vida religiosa y el 30% después”, resume Wagner.
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