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Madrid es la única comunidad que separa a inmigrantes y españoles en los comedores públicos

Ignacio González durante su visita a un comedor social de la Comunidad de Madrid. /madrid.org

Vanessa Pi

En el comedor público de la calle Canarias número 7 de Madrid sólo puedes entrar si eres inmigrante. El Gobierno de Ignacio González es el único que segrega a los beneficiarios que no tienen un DNI español. Todos los gobiernos autonómicos niegan tener un comedor social específico para extranjeros, incluso aquellos que delegan la gestión de los comedores a ONG a través de subvenciones públicas.

Varios portavoces autonómicos incluso muestran sorpresa por la existencia de este tipo de comedores en Madrid. La separación es cuestionada por varias organizaciones, que la consideran innecesaria y advierten de que entraña cierta discriminación. Pero las preguntas topan con el silencio de Cruz Roja, que asegura que “solo coordina” el centro. Y con el de la Comunidad de Madrid, titular del servicio, que responsabiliza a la entidad de ser quien establece las condiciones para acceder al comedor.

“Si Cruz Roja decide remitir también a españoles a ese comedor, a nosotros nos da igual”, aseguran desde la Consejería de Asuntos Sociales. Mientras para acudir a los otros tres comedores públicos de la región es la Dirección General del Mayor quien determina quién va a cada centro, en el caso de los inmigrantes, esto depende de Cruz Roja. Así se estableció en un convenio hace 25 años. Como en los otros tres comedores públicos, la entrada no es libre y se deben cumplir una serie de requisitos que previamente se han comprobado en los centros de servicios sociales municipales.

En el comedor de la calle Canarias “sólo comen inmigrantes”, constata un trabajador del centro. Tienen que estar en situación de vulnerabilidad social y debe comprobarse que no padecen infecciones contagiosas. Esto es común para todos. Así lo recoge la Comunidad de Madrid en su página web, donde muestra abiertamente que el de la calle Canarias es un comedor para “inmigrantes extranjeros”.

Según explican en el comedor de la calle Canarias y confirman otras fuentes consultadas, en los otros tres comedores públicos, se atiende a “personas mayores, gente del barrio, en general”. Que coma un inmigrante en estos tres comedores no es lo habitual. No se ven en las colas que esperan a que abran las puertas.

No obstante, una trabajadora del comedor de Santa Isabel defiende “que se atiende a quien lo necesite, con mucho cariño”. Eso sí, siempre que se le derive desde la Dirección General del Mayor. Y salvo casos contados, los inmigrantes van de servicios sociales a Cruz Roja. De ahí, al comedor de la calle Canarias.

La web también indica que el comedor acoge a un segundo grupo de personas. Se trata de “asilados, refugiados, desplazados o solicitantes de asilo y refugio, pendientes de resolución de recursos o de legalizar su documentación para residir en España”, que también deben cumplir el resto de requisitos.

Pero en la práctica, el número de asilados y refugiados es testimonial, incluso nulo, según explica el trabajador del centro. Por ello, “hará un par de meses”, prosigue, la Comunidad ha cambiado el cartel de su puerta. Donde antes ponía “Comedor de refugiados e inmigrantes”, ahora se lee “Comedor calle Canarias”. Ese cambio no se ha aplicado hasta el momento en la web del gobierno regional.

¿Separación necesaria?

¿Qué justifica esta separación? Tampoco el trabajador del comedor tiene una respuesta. Sí confirma que el centro sólo abre para dar el desayuno, cierra y vuelve a abrir para la comida. A las 14.45 cierra sus puertas y no abre hasta la mañana siguiente. Los inmigrantes salen del centro con una bolsita donde se les da la cena. Los viernes también se les dan las raciones del fin de semana.

Sin más detalles del funcionamiento del centro por parte de Cruz Roja ni de la Comunidad, este dato resulta significativo, ya que muestra que en el centro solo se da de comer, no acoge ninguna otra actividad. “Salvo un criterio técnico, es decir, que el centro acogiera un programa muy enfocado a la inclusión de los inmigrantes, con prestaciones y recursos tan específicos que la población no inmigrante no aprovecharía, no tiene ningún sentido el segregar”, asegura un reconocido experto del ámbito de la pobreza y la inclusión social que prefiere mantenerse en el anonimato por no conocer el funcionamiento concreto del comedor.

También desde la Red Acoge aluden a “la intervención social” para justificar que organizaciones como la suya trabajen con inmigrantes “para atender mejor a sus necesidades específicas, con vulnerabilidades específicas por su condición de personas extranjeras”. ¿Es este el caso del comedor de la calle Canarias? Sea como sea, para Gustavo García, portavoz de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, separar a inmigrantes de españoles en un recurso de necesidad tan básica como un comedor “no tiene ningún sentido”. García va más allá y hace hincapié en que “la alimentación es una de las líneas rojas de la dignidad y nunca debería haber limitaciones presupuestarias para ello”.

En paralelo a la red pública de comedores, varias ONG gestionan, con subvenciones públicas, otros centros donde en general cualquiera que lo desee puede comer sin haber pasado por servicios sociales y sin tener que llevar ningún documento.

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