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El decálogo del neomachismo o cómo perpetuar la desigualdad de género sin parecer machista

"Ni machismo ni feminismo" o "La violencia no tiene género", algunos de los lemas de Vox al irrumpir en la marcha del 7N / Raquel Ejerique

Marta Borraz

Suele posicionarse contra la Ley Integral contra la Violencia de Género de 2004 o el lenguaje no sexista y habla de un alto número de denuncias falsas por violencia machista. Es el llamado neomachismo (o posmachismo) que, según las personas expertas consultadas, ha aterrizado como una reacción patriarcal a los avances en derechos de las mujeres conquistados en los últimos años. “Es el machismo de siempre, pero con un discurso transformado para poder introducirse y calar en el mundo actual”, según las investigadoras Trinidad Donoso y Nieves Prado.

Pero, ¿en qué se diferencia del machismo como tal? “Tiene un discurso políticamente correcto hacia los principios de igualdad y la inferioridad natural de la mujer no se acepta en esta corriente, al menos no como discurso enunciado”, afirman las expertas, que han realizado un estudio sobre 'Neomachismo en espacios virtuales'. Es ahí, en la red, donde proliferan mensajes de este tipo y comentarios que pueden condensarse en estos diez.

1. La violencia no tiene género

Era uno de los lemas que la formación política Vox llevaba en sus pancartas al irrumpir en la marcha contra las violencias machistas del pasado 7N.“Todos los seres humanos podemos ser violentos”, sostiene Rubén Sánchez Ruiz, psicólogo y formador en materia de violencia machista, pero esta frase “ignora que esta es una violencia específica”.

Para Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno para la violencia de género, “obvia que vivimos en un sistema patriarcal y que hay una construcción cultural que minimiza y justifica la violencia del hombre sobre la mujer”, que ha provocado el asesinato de 48 mujeres en lo que va de año, según cifras oficiales. Lorente afirma que esta violencia es distinta a otras porque, entre otras cosas, “se normaliza y responsabiliza a la propia víctima”.

2. Ni machismo ni feminismo, igualdad real

El posmachismo suele reaccionar ante el uso de la palabra feminismo, que “a pesar de ser un pensamiento liberador, lo ve como un ataque y es producto del desconocimiento”, resume Lorente, y lo equipara con el machismo para acabar concluyendo que lo que defiende es la igualdad real. Sin embargo, son planteamientos que persiguen lo contrario. Según la Real Academia Española, el machismo es “la actitud de prepotencia de los varones sobre las mujeres” y el feminismo es “un movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres”.

3. Cuestionamiento de la Ley Integral contra la Violencia de Género

Muchos consideran la norma, aprobada en 2004, “discriminatoria para los varones”, analizan Donoso y Prado en su investigación. De hecho, existen grupos y asociaciones “de afectados” por la ley porque “se sienten atacados por todo aquello que cuestiona su poder y se presentan como víctimas”, explica Sánchez. Pero la norma, “con sus más y sus menos supuso un hito porque, entre otras cosas, intenta visibilizar esta violencia específica”.

4. Un alto número de denuncias falsas

Las expertas coinciden en que la falsa creencia de que hay un elevado número de mujeres que interponen denuncias falsas por violencia machista es uno de los argumentos estrella del posmachismo. Sin embargo, según la Memoria Anual de la Fiscalía General del Estado con datos de 2014 solo el 0,01% de las mismas lo son. Se trata de un comentario habitual que hace pocos meses utilizó el expresidente de la Comunidad de Madrid Joaquín Leguina en Twitter:

“Las confunden con las absoluciones, que demuestran que los elementos de prueba no son suficientes para la condena y persiguen potenciar el mito de que las mujeres lo hacen para beneficiarse”, dice Lorente. “¿Por qué no se habla de denuncias falsas en otros ámbitos en los que son mucho mayores?”, se pregunta.

5. El Síndrome de Alienación Parental (SAP)

En 1985 el psiquiatra Richard Gardner acuñó este término para hacer referencia a la manipulación por parte de un progenitor de los hijos e hijas para enfrentarlos al otro, normalmente por parte de la madre. Con ello, se consigue el cambio de custodia en un proceso de divorcio en base a que ella “lava el cerebro” de su hijo con el objetivo de destruir los vínculos con su padre. Este supuesto síndrome carece de consenso científico y no ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud.

El peligro radica en que “se está dando en muchos casos de violencia machista y al final el hijo acaba con el agresor”, denuncia Sánchez, para el que “los procesos de divorcio son complejos y puede haber manipulación por parte de los progenitores”. Sin embargo, afirma, “es criminal convertirlo en un síndrome de la mujer”. Según la macroencuesta de 2011, un 73,4% de mujeres víctimas de violencia de género salen de ella a través de la separación, sin interponer denuncia. Lorente califica el SAP como “trampa” porque “evita que nos preguntemos por las verdaderas causas para que los hijos muestren ese rechazo que, en muchos casos, son la violencia que han visto y vivido en el hogar”.

6. El lenguaje no sexista

Burlarse del lenguaje inclusivo, que pretende romper con la forma en que lo masculino se ha impuesto como universal, es otro de los rasgos del posmachismo, según las expertas consultadas. Sánchez defiende su utilización porque “lo que no se nombra no existe”, dice, “ya que el lenguaje regula el pensamiento y éste regula las actitudes”. Lorente opina que se trata de “un rechazo al significado de lo que defiende este planteamiento comunicativo”. Algo que demuestra que “nunca nos hemos cuestionado la utilización de 'damas y caballeros', pero sí de 'todas y todos'”.

7. Uso del término “feminazi” o “hembrista”

En los últimos años se ha extendido el término “feminazi” para referirse a mujeres feministas que luchan por sus derechos haciendo alusión a que pretenden tratar a los hombres como los nazis a los judíos. El término fue popularizado por un locutor de radio estadounidense vinculado al Partido Republicano para nombrar a las mujeres que defendían el derecho al aborto. El hembrismo, por su parte, es utilizado como analogía del machismo para citar “la discriminación sexual, de carácter dominante, adoptada por las mujeres”. Términos “que no responden a realidades”, afirma Sánchez, y que “se usan de forma despectiva para decir que somos nosotros los intolerantes e irrespetuosos”.

8. La igualdad ya se ha conseguido

“La certeza absoluta de que la igualdad real y formal de mujeres y hombres se ha conseguido” es otra de las características del posmachismo, según Donoso y Prado. Algo que lleva aparejado que “ya no es necesaria ninguna lucha feminista”. En opinión de Lorente “se ha logrado actuar sobre la parte más superficial de la desigualdad, pero no sobre las causas”. Las trabajadoras cobran un 23,9% menos que ellos por trabajos de igual valor y el 95% de las personas que están fuera del mercado laboral para dedicarse a los cuidados son mujeres.

9. Contra las cuotas

Existen opiniones diversas sobre la eficacia de las cuotas, incluso dentro del propio movimiento feminista. Pero el posmachismo suele posicionarse en contra porque “lo considera un ataque ya que estas iniciativas buscan modificar privilegios que la cultura les ha concedido a los hombres”, dice Lorente, que considera importantes las cuotas porque “dirigir iguales acciones a quien ocupa una posición aventajada y a quien ocupa una inferior hace que avancen las dos partes, pero manteniendo la desigualdad entre ellas”.

La ley de 2004 fijaba como recomendación un 40% de mujeres en el Consejo de Administración de las empresas, pero solo un 18,6% ocupa estos puestos. “Esta cifra no es una situación natural, también es una cuota, la cuota del machismo”.

10. Beneficio económico del que defiende la igualdad

Este planteamiento se basa en que el feminismo utiliza la lucha en favor de los derechos de las mujeres con el objetivo de ganar dinero. Un argumento empleado por el periodista y escritor, Arcadi Espada, que el 12 de noviembre publicó un artículo en El Mundo sobre la marcha del 7N en el que aludía a que la manifestación solo buscaba “hacer negocio con el crimen”. Para Lorente, es un juicio “muy efectivo en época de crisis”, pero lo que no se dice es que “hay gente que lleva 30 años dejándose la piel y luchando contra la violencia machista en una situación de muchísima precariedad”, añade Sánchez.

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