Las familias insumisas con las pruebas de la LOMCE: “Hay miedo a las consecuencias de objetar”
Son las nueve de la mañana. Los estudiantes de tercero y sexto de Madrid, Galicia, Castilla y León y La Rioja están preparados. Boli en mano, nervios fuera. Entre el martes y el viernes de esta semana van a dedicar hasta siete horas –divididas entre dos o tres días y agrupados según la edad– a soltar sus conocimientos sobre un cuadernillo. Así lo exige la LOMCE, que prevé en su articulado las llamadas pruebas de Primaria, ideadas para medir el nivel de los alumnos y alumnas en determinadas áreas y “sin efecto académico” en su expediente.
A la misma hora, Lucía se levanta en Ourense. Hoy ha podido dormir un poco más porque no va al cole. Iván se está vistiendo para reunirse en una casa de la sierra de Madrid con otros niños, como Paco y Hugo, que tampoco van a hacer el examen. Y Silvia falta al trabajo para poder quedarse con su hija.
Ninguna de estas familias está de acuerdo con las pruebas que prevé la LOMCE para sus hijos e hijas y han decidido objetar. Las razones, dicen, “son unas cuantas” y pueden medirse mejor que el miedo que, aseguran, hay entre las madres y los padres: “por la nota, por el expediente, por la desinformación, por las clasificaciones...”.
Las AMPAS de los centros educativos han atendido en las últimas semanas las dudas de muchas familias. Los teléfonos de las asociaciones de padres y madres de alumnos también suenan más de lo normal. “Reclaman más información, algunas dudan de si las pruebas son obligatorias, si las notas van a constar en el expediente de sus hijos, si les pueden señalar si no acuden a hacerla”, explican desde la FAPA Giner de los Ríos en Madrid. Hablamos con cuatro familias de Madrid y Galicia decididas a objetar.
“Nos ofrecemos a cuidar a niños, pero hay miedo”
Paco, Hugo y Lucas faltan al colegio esta semana. A los padres de los tres hermanos –dos de tercero y uno de sexto– les parece “desproporcionado” y “poco útil” que el sistema educativo obligue a sus hijos a “perder días” en hacer los exámenes que prevé la LOMCE. “Encima de las asignaturas que el PP considera que son las importantes”, remata el padre en conversación con este medio.
Asegura que no teme las consecuencias de objetar, aunque reconoce que “hay mucho miedo” entre las familias. “Me he ofrecido a quedarme con más niños si no pueden dejarlos con nadie y no quieren que vayan a hacer la prueba pero al final muchos los han terminado llevando”. A última hora, cuenta, algunos se han echado atrás: “a ver si va a constar en el expediente, a ver si va a causar problemas al niño...”.
Paco desconfía de las palabras del ministro Íñigo Méndez de Vigo y teme que los resultados de las pruebas se puedan filtrar, a pesar del compromiso de Educación de no fomentar la creación de clasificaciones de centros y de incluirlo expresamente en la normativa para Ceuta y Melilla. Con todo, no hay ningún apartado en la LOMCE que comprometa a las comunidades autónomas a no publicitar los resultados.
Por esta y otras razones, algunos profesores del colegio de Paco, Hugo y Lucas, tampoco se fían demasiado y han manifestado, dice el padre, su desacuerdo con la prueba, “aunque no van a faltar porque no están dispuestos a que les quiten sueldo por ese día”.
“No mentiré en el justificante, quiero protestar”
Patricia Lojo, de Ourense, ha intentado razonar con su hija Lucía, de once años, por qué esta semana se queda en casa. “Le repito que no se preocupe, que la prueba no hace falta, que no pasa nada si no la hace”, explica la madre al otro lado del teléfono. Mandará un justificante al centro educativo que explica la falta por “una decisión familiar que pertenece al ámbito privado”. “No tengo por qué mentir, es nuestra forma de protestar contra una ley con la que no estamos de acuerdo y que se aprobó con solo los votos de un partido”, continúa.
La madre asegura que la prueba está generando “mucho estrés” en algunos compañeros y compañeras de su hija. “Duermen regular y están nerviosos. No hay necesidad de generar ese desconcierto e incluso competitividad entre ellos con una prueba que no tiene efecto académico. ¿Para qué nos sirve?”, afirma. También dice tener conocimiento de colegios privados cercanos a su zona a los que se han filtrado preguntas del examen, aunque no tiene pruebas para denunciarlo.
“El cuestionario de contexto me parece una broma”
Silvia es funcionaria y ha pedido un día de asuntos propios para poder quedarse con su hija. La niña va a tercero de Primaria y ha repetido curso. El año pasado tampoco hizo el examen impuesto por la Comunidad de Madrid y bastante similar al de la LOMCE. “No hubo consecuencias y este año tampoco las habrá. Aunque no tengo claro si eso figura en su expediente académico porque no nos dan información suficiente”, reconoce.
Los resultados de las pruebas se complementan, tal y como desarrolla el decreto del 20 de noviembre, con un cuestionario de contexto a rellenar por las familias para conocer sus condiciones socioeconómicas y culturales. Se les pregunta por su formación, cuántos libros tienen en el hogar o cuánto tiempo dedican sus hijos e hijas a hacer deberes en casa; todas ellas cuestiones que Silvia se niega a responder. “¿Por qué tengo que contar esto?”, se pregunta.
Educación asegura que esta información es “en todo caso” anónima, “garantizándose la confidencialidad de los datos durante todas las fases de la evaluación”, de modo que “únicamente” la Administración estará “en condiciones de relacionar el código del cuestionario con el alumno correspondiente”. Pero las explicaciones no son suficientes para Comisiones Obreras, que denunciará “la falta de rigor técnico” y el “sesgo” de las preguntas por ser “irrespetuosas con las familias”. “Entendemos que con este cuestionario podría vulnerarse el derecho a la intimidad y la Ley de Protección de Datos”, dice CCOO en una nota.