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La financiación pública de las curas de hepatitis C solo llegará al 17% de los casos más graves

Los portavoces de la asociación de afectados leen un manifiesto a las puertas del Ministerio de Sanidad en Madrid. / M. D.

Raúl Rejón

La hepatitis C se ha convertido en materia de debate económico, no médico. El Ministerio de Sanidad ha calculado que los fármacos de última generación –sofosbuvir o simeprevir– llegarán a unas 6.000 personas en 2015. Y dice que hay 250 millones de euros presupuestados por la comunidades autónomas para ellos. Los hepatólogos y asociaciones de afectados aseguran que lo necesitan con urgencia “hasta 35.000 personas en fases avanzadas de la enfermedad”.

Es decir, el Gobierno prevé que estas curas llegarán al 17% de los casos más graves. Unos 1.500 millones de euros asegurarían la cura porque, normalmente, hay que combinar varias sustancias.

Pero la propia negociación que Sanidad tuvo que llevar a cabo con los laboratorios dueños de las patentes lleva en su interior la casi imposibilidad práctica de ampliar la dispensación. Por ejemplo, para el ya célebre Sovaldi (la molécula sofosbuvir que vende Gilead), a cambio de comprarse a 25.000 euros por tratamiento en lugar de los 50.000 de partida, tiene aprobado un techo de gasto de 125 millones de euros anuales; “a partir de ahí, la empresa tiene que reingresar lo que se gaste por encima para compartir el esfuerzo”, ha descrito el secretario general de Sanidad, Rubén Moreno.

Así que la estrategia terapéutica de priorización elaborada en Sanidad dejó “integrado al Sovaldi en los enfermos en fase IV, y abierto a casos de fase III”, confirma Moreno. Esto, implícitamente, reduce el número objetivo de receptores. La mayoría de los enfermos –“el grupo más numeroso”– son los que necesitan tratamiento y para el cual Sovaldi “es una opción con valor añadido” aunque, “por otro lado, existen alternativas terapéuticas”, describió el informe técnico del Ministerio.

La hepatitis C es una patología que va degenerando el hígado. La fase III trae la inflamación y la fibrosis (las cicatrices resultado de la batalla contra el virus); las fibrosis se acumulan y provocan la cirrosis (la fase IV). De ahí, lo que pueden esperar los enfermos es la descompensación de su función hepática y el cáncer de hígado. El pasaporte a un trasplante de urgencia. El ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, ha asegurado que usarán “criterios médicos, no políticos”, para dispensar las medicinas. Los criterios son los que han resultado restrictivos a la postre.

Esta infección puede dañar el organismo de forma silenciosa, sin síntomas claros, durante décadas. Si los análisis epidemiológicos cifran en unos 700.000 los españoles que tienen anticuerpos y en medio millón los infectados, los diagnosticados son muchos menos: unos 170.000.

“Cerraremos 2014 con 500 personas que han recibido estos tratamientos novedosos”, ha confirmado Rubén Moreno. El temor que deslizan los servicios de Sanidad autonómicos, encargados al final de pagar las pastillas, es que no puedan controlar ese gasto. “Luego tenemos que ir a negociar nosotros con los laboratorios”, manifestó a eldiario.es el director general de la Consejería de Sanidad de Madrid, Jesús Vidart, tras reunirse con un grupo de pacientes.

El secretario general de Sanidad se ha apoyado en las “recomendaciones de las sociedades científicas” para calcular los grupos a los que dirigir Sovaldi u Olysio. “Especialmente la Asociación Española de Estudios del Hígado” (AEEH), ha señalado. Precisamente la AEEH criticó severamente la estrategia para aplicar estas curas elaboradas por Sanidad: “Recomendamos no seguir las recomendaciones”, escribió.

Horas después, el Ministerio se reunió con la AEEH. Después la asociación explicó que había señalado la necesidad de dar de “forma inmediata” los antivirales en los casos de “enfermedad hepática avanzada”. Antonio Fernández, de la Plataforma de Afectados por la Hepatitis C, recuerda que “tomar Sovaldi en una fase más temprana es mucho mejor, antes de tener cirrosis porque, si no, luego, ¿qué calidad de vida nos están dando?”.

“Es la única patología en la que la cuestión por resolver es lo que cuesta curarla, no el hecho de curarla”, relataba hace unos días el presidente de la Asociación Catalana de Enfermos de Hepatitis, Juan José Montes. Puestos a echar cuentas, cada enfermo ya descompensado necesita cuidados por “unos 30.000 euros anuales”, cuentan los médicos. Más allá, la hepatitis C es la causa del 50% de los trasplantes de hígado que se realizan al año en España. Son unos 500 cada ejercicio. A una media de 150.000 euros por trasplante: 75 millones de euros que, según analizaba el jefe del servicio de Digestivo del hospital de Valdecilla (Cantabria), Javier García Crespo, podrían ahorrarse a medio plazo, ya que los fármacos que atacan directamente al virus “eliminan la causa”.

Los laboratorios están en una posición de fuerza para negociar. La hepatitis C afecta a millones de personas en el mundo. Estas nuevas moléculas atacan directamente al virus al impedir que se replique. De hecho, los esfuerzos investigadores más intensos se han llevado a cabo para anular el virus tipo 1. En España, esta variedad copa el 70% de las infecciones analizadas. Es un campo de actuación muy nutrido. El simeprevir (vendido como Olysio y comercializado por Janssen) actúa sobre todo con ese genotipo. La fuerza de Sovaldi es que, además, incide en otros tres tipos con buena eficacia: cubre más espectro de pacientes.

La mayoría enfermó por trasfusiones de sangre

La principal fuente de infección del virus de la hepatitis C (VHC) han sido las trasfusiones de sangre anteriores a 1990, cuando no se conocía el virus y no se buscaba en las bolsas. Así, la Federación Nacional de Enfermos y Trasplantados Hepáticos vaticina que “el pico de casos” llegará en 2030. Fue el caso de Aurelia G., que se infectó en un hospital público de Madrid al dar a luz. “Me enteré 18 años después”, refería a este diario. Ella no tolera el clásico Interferón, por lo que es candidata a estos antivirales directos para tratarse.

El encierro que un grupo de enfermos realiza desde hace dos semanas en el hospital 12 de Octubre de Madrid ha puesto presión en el Ejecutivo de Mariano Rajoy: “No se pueden vincular las muertes a un medicamento”, se ha defendido Moreno. La PLAFHC insiste en que “12 personas fallecen al día”. El portavoz de la plataforma, Mario Cortés, repite que se mantendrán en el vestíbulo del hospital “hasta que haya tratamientos para todos. Nuestra reivindicación no es política ni sustentada por nadie”, ha salido al paso de quienes han insinuado que los laboratorios los utilizan para forzar a que se compren sus productos.

La cadena no se para ahí. Se trata de una época de lanzamientos continuados. La propia Gilead ya ha puesto en el mercado un producto combinado llamado Harvoni todavía más caro. Un tercer laboratorio en discordia, AbbVie, acaba de obtener la licencia para comercializar su Viekira Pak para la hepatitis C tipo 1 en EE UU. Nada más lograrlo, la principal empresa norteamericana gestora de medicamentos, Express Scripts, ha sacado productos de Gilead de la lista de fármacos que dispensan los seguros de salud para los que trabaja, por los “sustanciales descuentos” que le ha ofrecido AbbVie por elegir su tratamiento como “preferido”, según publicaba el New York Times.

Una auténtica batalla de precios. Esta época la califica el doctor García Crespo de “hito en la historia de la medicina”. Pero se trata de una revolución sanitaria a precio de oro.

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