España ha perdido a 12.000 científicos desde 2010
“España ha reducido considerablemente su base investigadora en los últimos años, tanto en el sector público como en el privado”. Así lo reconoce el Informe Nacional RIO 2016, publicado por el Observatorio Observatorio de Investigación e Innovación de la Comisión Europea (RIO, por sus siglas en inglés). Los datos indican que España ha visto reducido su número de investigadores en más de un 9%, lo que coloca a nuestro país por debajo de la media Europea y en cifras de hace una década. Los motivos son diversos: se han marchado fuera, han dejado la actividad, se han jubilado...
Según el informe (PDF), “el número total de investigadores ha pasado de 134.653 en 2010 a 122.437 en 2015”, una cifra que “supone un retroceso en sus recursos humanos a los niveles del año 2007”. La tendencia comenzó durante el último año de mandato de Rodríguez Zapatero y continuó con los recortes en investigación con el gobierno de Mariano Rajoy.
Estas cifras hacen que científicos e ingenieros españoles tan solo supongan un 5,9% de la población activa en España, al igual que Francia y Rumanía, pero lejos del 7% de la media Europea y de las tasas cercanas al 10% de países como Suecia, Reino Unido o Finlandia. En la cola de la UE se sitúan Hungría (4,5%), Italia (4,1%) y Eslovaquia (3,2%).
No es la primera vez que una institución alerta sobre estos datos. A principios de este mismo año un informe publicado por la Alianza 4U, formada por las universidades Carlos III de Madrid, Autónoma de Barcelona, Autónoma de Madrid y Pompeu Fabra, resaltaba la “importante pérdida de recursos del sistema científico español”, que situaba en un 10%.
Igualmente, sindicatos como CCOO o la Confederación de Sociedades Científicas (COSCE) han alertado en numerosas ocasiones del deterioro del sistema de I+D español, algo que mantiene a España lejos de la media europea.
Envejecimiento de la comunidad investigadora
El nuevo informe también ha señalado las “importantes dificultades” a las que se enfrentan los investigadores jóvenes a la hora de acceder o progresar en el mundo académico, lo que “se traduce en una fuerza de trabajo académica cada vez más envejecida”. En este sentido, el documento destaca que “el número de académicos con más de 50 años que trabajan en las universidades españolas pasó del 38,5 % en el período 2008-2009 al 45,5 % en el período 2014-2015”.
Esta situación también ha sido alertada por diversos colectivos e instituciones durante los últimos años e incluso el Consejo Económico y Social de España emitió un informe el pasado año en el que se afirmaba que “el envejecimiento de las plantillas de los centros de investigación y las universidades públicas está poniendo seriamente en cuestión la viabilidad del sistema español de Ciencia y Tecnología”.
Desde RIO consideran especialmente relevante el desequilibrio que existe entre la oferta y la demanda de recursos humanos en el ámbito de la investigación y la innovación, dado que la proporción de nuevos doctores sigue creciendo y ha pasado del 1,79% en 2010 al 2,28% en 2014, “cifra sustancialmente mayor que la media de la UE de los 28 (1,1 en 2013)”.
Caída del gasto en I+D a niveles de 2006
Esta pérdida de personal cualificado está íntimamente ligada a los recortes llevados a cabo durante el último lustro. A pesar de que la tendencia a la baja del presupuesto estatal para gasto público en I+D se ha detenido en los últimos dos años, el informe recuerda que los recortes han provocado que los niveles presupuestarios hayan “descendido a niveles similares a los del 2005-2006”, lo que supone el principal problema de la ciencia española.
El gasto empresarial en I+D ha seguido una tendencia similar al del gasto público y también ha ido disminuyendo desde 2009. Aunque creció ligeramente en 2015, se encuentra por debajo de los niveles de 2006 y, según el informe, “considerando estas tendencias, es poco probable que se alcance el objetivo del gasto bruto en I+D del 2% para 2020”.
La mitad del presupuesto no se ejecuta
Desde el Observatorio de Investigación e Innovación también se señala la no ejecución de gran parte de los presupuestos nacionales de I+D. Según cita el informe, “los niveles de ejecución continúan disminuyendo desde 2006”, pasando del 96,2% en 2006 al 51,9% en 2015. Es decir, se presupuesta y luego no se gasta.
Tal y como han señalado en diversas ocasiones tanto la Confederación de Sociedades Científicas, como el sindicato CCOO, la no ejecución del presupuesto se debe al progresivo aumento de la partida de recursos no financieros, que son créditos y préstamos que apenas son utilizados y que, por lo general, vuelven a las arcas del estado.
En los pasados presupuestos generales se produjo un recorte de un 2,6% de los recursos no financieros, que corresponden a ayudas y subvenciones para proyectos de investigación, mientras que los recursos financieros han sufrido una subida del 9,2% y ahora suponen un 60% de la inversión total en I+D+i.