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“Los recortes han devuelto a muchas personas gitanas a una discriminación salvaje”

Isidro Rodríguez, director de la Fundación Secretariado Gitano.

Sofía Pérez Mendoza

La expulsión de Leonarda Dibrani, una estudiante kosovar gitana de 15 años, y de su familia de Francia, el país en el que vivían desde hacía un lustro, ha reabierto el debate sobre la integración de la comunidad gitana en la sociedad europea. Gobiernos que tradicionalmente han abanderado la lucha por los derechos de las personas, como el francés, defienden y aplican políticas discriminatorias que condenan a la mayor minoría étnica de Europa a la exclusión social.

Un informe del Consejo de Europa de 2012 pone como ejemplo a España en integración en comparación con otros países de la UE. Pero el psicólogo Isidro Rodríguez, director de la Fundación Secretariado Gitano, que trabaja en la dignificación de la imagen social de la comunidad gitana en España desde 1994, apunta que las instituciones han avanzado más que la sociedad en la eliminación de los estigmas. Y advierte de que los recortes en materia social y en educación pueden significar un enorme retroceso a medio plazo.

¿La discriminación hacia el colectivo gitano va en aumento o simplemente se pone de relieve con polémicas como la expulsión de una adolescente de Francia?

La detención y posterior expulsión de Leonarda de Francia ha sido dramática y lamentable. Es intolerable que desde los poderes se estén dando respuestas similares a las que se daban en el siglo XV, y más que lo haga la nación que es considerada como la cuna de los derechos fundamentales. Francia, Italia y, sobre todo, los países del Este de Europa señalan desde el poder a la etnia gitana como comunidad potencialmente peligrosa y criminal. Los delitos los cometen las personas, y no las comunidades. En Europa se calcula que la población gitana supera los 10 millones. Un grupo tan numeroso no puede ser homogéneo.

¿Esta situación podría darse en España?

No, por supuesto que no. La situación aquí es sensiblemente mejor que en otros países europeos, aunque la comunidad gitana sigue siendo un grupo muy vulnerable. El modelo de protección social a partir de los años ochenta ha sido bastante inclusivo con los gitanos y siempre ha beneficiado a esta comunidad. En 1989 se puso en marcha el Plan Nacional de Desarrollo Gitano con el fin de compensar la desigualdad que sufren. Desde la Fundación Secretariado Gitano, hemos apostado complementariamente por programas específicos de empuje a la escolarización y al acceso al mercado laboral de la población gitana.

¿Estos planes, avanzados en el papel, pueden sostenerse con los recortes en servicios sociales o educación?

Una de las claves para conseguir la cohesión social es la inversión en servicios sociales, educación y empleo. La mayoría de niños y niñas gitanos tienen déficit curricular y necesitan ayudas que están desapareciendo. Si las administraciones dejan de invertir en programas de compensatoria para alumnado con necesidades especiales, becas de comedor o ayudas para libros, los afectados son siempre al final los colectivos más vulnerables. Los efectos de estos recortes no son visibles a corto plazo, pero se traducen en una fuerte desigualdad de oportunidades. Nos jugamos el futuro.

Entonces, ¿es España un ejemplo de integración?

En el plano institucional el avance ha sido considerable, pero en la calle prevalece el estigma. Los estereotipos están grabados a fuego en el imaginario social y se transmiten de generación en generación. Hoy la sociedad española sigue mirando con desconfianza a esta comunidad y ellos se ven obligados a demostrar constantemente que son decentes, que no roban y que no matan. Muchos incluso justifican su dignidad diciendo “yo soy de los buenos”. Ante esta barbaridad, la sociedad tiene que reaccionar. Y tiene que hacerlo ya.

En poblados chabolistas como El Gallinero, en Madrid, hay 350 niños sin escolarizar. Las familias denuncian el abandono que sufren por parte de las administraciones.

La dejación del Estado como garante del bienestar social ha devuelto a muchas personas a una situación de discriminación salvaje. Es el caso de las familias que malviven en esta zona y son víctimas de la exclusión absoluta. La mayoría no son locales, sino procedentes de países de Europa del Este, como Rumanía o Bulgaria, donde las condiciones de vida son mucho peores que la de los gitanos locales. No obstante, en España se ha avanzado bastante en la erradicación del chabolismo. Hace 30 años, el 75% de la población gitana vivía en infraviviendas. Hoy es un 4%, una cifra más reducida pero que sigue siendo inaceptable. Desde la Fundación Secretariado Gitano defendemos la erradicación de estos poblados porque son espacios que perpetúan la pobreza y la marginación. Además, esta exclusión es siempre la más visible. Los gitanos integrados en la sociedad son gitanos invisibles.

¿Cree que los medios contribuyen a la integración o refuerzan la marginación?

El tratamiento de la comunidad gitana es muy heterogéneo y depende mucho del medio. Precisamente hace unas semanas varias ONG y asociaciones gitanas y progitanas exigíamos a través de un comunicado conjunto a la cadena Cuatro la retirada inmediata de antena del programa 'Palabra de Gitano', un reality que consideramos que contribuye a la cristalización de la visión negativa de la etnia. Es injusto que el acercamiento que desde la televisión se hace a la comunidad gitana sea tan dañino y estereotipado.

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