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Las farmacias hacen negocio con la homeopatía pese a que su Real Academia dice que “puede poner en riesgo la salud”

Una mujer ante un estante de homeopatía / FOTO: Casey West

Teguayco Pinto

Esta misma semana la Real Academia Nacional de Farmacia publicaba un demoledor informe sobre la homeopatía en el que se aseguraba que “no hay pruebas científicas que justifiquen su utilización clínica” y denunciaba la “situación irregular” en la que se encuentran este tipo de productos. Instaba a las autoridades sanitarias a “adoptar con carácter de urgencia las acciones necesarias para resolver adecuadamente esta situación”.

Los académicos advierten en su informe que “este método terapéutico puede crear falsas expectativas, sustituir a los tratamientos con eficacia demostrada, retrasar la consulta médica, etc., y pueden poner en riesgo la salud de los ciudadanos”. Algo que se confirmaba la semana pasada, tras el fallecimiento de un niño italiano afectado por una otitis.

No es la primera voz que se alza en contra de la homeopatía, un negocio que, solo en España, mueve más de 30 millones de euros al año. El pasado año, tres sociedades científicas farmacéuticas españolas, que aglutinan a más de 8.000 profesionales del sector, se mostraron contrarias a que se autorice como medicamento ningún producto sin indicaciones terapéuticas aprobadas y pidieron que se retirara la denominación de “medicamento” a los productos homeopáticos.

Sin embargo, a pesar de la contundencia con la que se han expresado tanto los académicos, como las sociedades científicas, las farmacias siguen distribuyendo estos productos ante la pasividad de las administraciones públicas y con el apoyo del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF), órgano que representa a todos los Colegios Oficiales de Farmacéuticos a nivel estatal.

Esta institución hace promoción de esta pseudoterapia y llega incluso a asegurar que “los medicamentos homeopáticos, gracias a los principios de cantidades infinitesimales y analogía, consiguen curar a los pacientes”, una afirmación que carece de base científica alguna, como divulgó el propio ministerio de Sanidad en 2013: “La homeopatía no ha probado definitivamente su eficacia en ninguna indicación o situación clínica concreta”.

Una legislación a medida

Desde el CGCOF se apoyan en el hecho de que estos productos son legales, obviando que la actual normativa que regula los productos homeopáticos ha sido diseñada específicamente para permitir la venta sin tener que demostrar eficacia. De hecho, la norma indica claramente que este tipo de productos no debe tener “indicación terapéutica particular en la etiqueta”, con lo que se reconoce implícitamente que no tienen eficacia demostrada para ninguna dolencia concreta.

La situación viene siendo denunciada desde hace varios años por algunos colectivos de farmacéuticos, como Farmaciencia, una plataforma creada para sacar los productos homeopáticos de las farmacias. “Tenemos que ir un paso por delante de la ley y debemos reivindicar nuestro papel como profesionales sanitarios y dejar a la homeopatía en el cajón de las pseudociencias”, asegura a eldiario.es Borja García de Bikuña, portavoz de esta asociación.

Según este farmacéutico, “el problema que tenemos hoy en día es que, gracias a un vacío legal y a la dejadez de la Administración, estos productos se han convertido en medicamentos reconocidos por la ley, a pesar de que no se les ha exigido demostrar seguridad y eficacia”.

Las farmacias, 'obligadas' a dispensar estos productos

Las farmacias se consideran legalmente como un “establecimiento sanitario privado de interés público” y están autorizadas por la Administración a vender exclusivamente medicamentos y productos sanitarios reglamentados.

El problema es que al calificar los productos homeopáticos como medicamentos, las farmacias no solo están autorizadas a venderlos, sino que también que están, en cierta medida, obligadas a dispensarlos, dado que según la actual legislación, los farmacéuticos “están obligados a suministrar o a dispensar los medicamentos y productos sanitarios que se les soliciten en las condiciones legal y reglamentariamente establecidas”.

Sin embargo, García de Bikuña asegura que “existen formas de escapar de la obligación de dispensar homeopatía ya que, por ejemplo, los productos homeopáticos no aparecen en el decreto de existencia mínimas del gobierno vasco, con lo que puedo no tenerlos en mi farmacia”.

Aunque no existen datos sobre el número de establecimientos que venden este tipo de productos, solo algunas, como la del propio García de Bikuña, se han mostrado públicamente contrarias a vender homeopatía.

“Están los que si viene alguien con una receta no le niegan la dispensación del producto, pero que en ningún caso ofrecerían homeopatía a los clientes y después están los que directamente no tienen productos homeopáticos”, explica el farmacéutico. Pero la realidad es que “la mayoría están pendientes de ver cómo se posiciona el consejo general”.

Los médicos sí se posicionan

A diferencia del CGCOF, la Organización Médica Colegial, representante de todos los colegios de médicos a nivel estatal, sí ha tomado posición activa con respecto a la homeopatía, a la que su presidente ha calificado como un proceso “ilusorio y engañoso”, que viola los límites de la ética médica.

Para ello, la OMC hacía referencia al código de deontología médica, según el cual los profesionales médicos “están obligados a emplear preferentemente procedimientos y prescribir fármacos cuya eficacia se haya demostrado científicamente”.

También se ha expresado con contundencia el presidente de la Real Academia de Medicina, Joaquín Poch, quien ha asegurado al portal Redacción Médica que “la homeopatía es acientífica, no está respaldada por ningún procedimiento metodológicamente válido y se debe rechazar como práctica clínica”.

En el ámbito farmacéutico no existe un código deontológico oficial, pero la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria ha elaborado un documento sobre ética farmacéutica que indica que estos profesionales deben promover “tratamientos terapéuticos eficaces y seguros” y “anteponer el beneficio del paciente a sus legítimos intereses personales, profesionales o comerciales”.

Además, a la hora de abordar la legislación, este código establece que los farmacéuticos deberán cooperar en la modificación de las regulaciones normativas “cuando, según su opinión técnica, se contribuya a un mayor beneficio de los pacientes”.

Farmaciencia espera que el claro posicionamiento de los académicos, las sociedades científicas y las organizaciones médicas “empuje al consejo a doblar la rodilla y renunciar a la homeopatía”, o que sea “la propia administración la que haga una modificación legislativa en defensa de los intereses de todos los pacientes”.

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