Las mujeres se organizan contra el machismo callejero
“En un semáforo se me acercan dos tipos y me dicen que tengo las tetas grandes. Les ignoro. Se me acercan más, avasallando y diciendo que si no les he oído. Les respondo que no me importa un pito su opinión, que no me interesa. Responden que ellos lo dicen porque les da la gana y punto. Se acercan más, avasallando”. Lo contaba Isabel en un post del blog Micromachismos. Lucero hablaba de por qué había dejado de disfrutar saliendo por la noche con sus amigas, por el “acoso de los hombres”: “Si accedes a un baile con ellos pero luego te niegas a besarles o a irte con ellos eres una 'calientapollas', si te niegas a bailar amablemente, 'estrecha', y si respondes borde que 'no' por el exceso de acoso, 'joder con puta gorda borde que creído se lo tiene”.
Sus historias forman parte de ese machismo cotidiano que sucede cada día en las calles, en el transporte público, o en los bares. Un machismo que cada vez se combate más desde iniciativas y asociaciones de mujeres que buscan visibilizarlo y concienciar a una sociedad que lo normaliza.
“La mayoría de mujeres lo vemos como algo normal, algo que nos pasa porque somos mujeres y tenemos que vivir con ello”. Lo dice Deborah, una de las fundadoras del grupo anti acoso Levanta La Voz en Madrid, que lleva un año funcionando. En él participan mujeres de la capital, pero también de diferentes partes del mundo. “Nos hartamos de tanto acoso”, sentencia.
El grupo está unido al movimiento internacional Hollaback, que se ha hecho conocido por su denuncia del acoso callejero. Su vídeo de una mujer que se grabó caminando durante diez horas por las calles de Nueva York se hizo viral. Durante su trayecto, la chica recibió comentarios constantes e incluso varios hombres insistieron en seguirla por la calle.
Hollaback publica testimonios de mujeres, anima a la creación de asociaciones locales que visibilicen y denuncien el machismo callejero y participa en acciones de diferentes tipos. “Tienes derecho a estar en el espacio público”, es uno de sus lemas. Para Deborah, de Levanta La Voz, publicar y compartir esas historias es necesario para “visibilizar” un machismo que sigue pasando inadvertido para mucha gente.
“Queremos también dar apoyo a las mujeres, que sepan que no están solas, y que la sociedad comprenda que es un problema extendido”. Este viernes 25 de noviembre, el colectivo dibujará en la Plaza del 2 de Mayo de Madrid frases que las mujeres tienen que escuchar cuando están en la calle.
Mireia Ferrer e Izaskun Balerdi también han creado en Barcelona un grupo ligado a Hollaback. Desde hace unos meses estas dos técnicas de igualdad se encargan de recopilar y publicar las historias a las que tratan de “dar visbilidad”. “En las docencias y cursos que hacía siempre preguntaba lo mismo: si la gente sentía miedo en los espacios públicos. El 100% de las mujeres respondía que sí, que tenían miedo a ser agredidas en una calle, que un hombre les hiciera algo, miedo a sentirse indefensas en una calle, en un concierto, en un bar”, relata Ferrer.
Esta respuesta muestra que “todas las mujeres, en algún momento o en muchos, hemos experimentado las mismas situaciones y temores”, dice la impulsora de Hollaback Barcelona, pero que, sin embargo, “apenas las habíamos compartido”. El aumento de proyectos que buscan romper el silencio sobre el machismo cotidiano busca precisamente difundir la experiencia de las mujeres para, a partir de ahí, cambiar las cosas.
Anuncios radiactivos
Si va por la calle y se encuentra un poste, una marquesina o un escaparate acordonado con la famosa cinta que avisa de material radiactivo no se asuste. O sí. Se tratará de publicidad machista. Así funcionan Las Radiactivas, un grupo que nació en 2015 para denunciar los mensajes machistas en el espacio público.
“El mundo nos parecía lleno de mensajes machistas, pero era como si fueran invisibles. ¿Tóxicamente invisibles, como si de radiactividad se tratara? Radiactivas es una reacción en red a la contaminación generada por mensajes machistas”, dicen sus componentes.
Sus acciones están inspiradas por las alertas que les llegan a través de las redes sociales, de su página web, o simplemente por las conversaciones de su entorno. “Queremos que la gente se pare y mire con otra mirada estos mensajes, estos micromachismos que forman parte de nuestro día a día y que probablemente han consumido antes sin pararse a pensar en ello”, dice una radiactiva. Una vez identificado el objetivo, lo rodean con las cintas que avisan de la presencia de sustancias tóxicas.
Sus acciones comenzaron en Madrid, pero han tenido lugar en otros puntos de España, y también en Brasil, Estados Unidos, República Dominicana, Argentina o Brasil. “Son acciones sencillas que buscan provocar otra mirada y una reflexión. Pero no queremos quedarnos ahí, queremos explorar acciones desde la educación, por ejemplo”.
En una de sus últimas acciones invitaban a hacer autocrítica sobre actitudes machistas. Hombres y mujeres, tras un marco hecho con su característica cinta, compartían pensamientos y gestos de su día a día. “Cada vez que he ido conduciendo y alguien ha cometido una infracción he pensado que era una mujer”, admitía un hombre. “Eso es una actitud súper machista y que me gustaría cambiar”.