Qué pasa tras el 8 de marzo: ¿el feminismo está de moda?
El pasado 8 de marzo el feminismo salió a la calle en decenas de países al calor de las grandes movilizaciones de Polonia y Argentina del año pasado y la Women's March contra Trump de enero. Las secciones culturales de los medios se llenan de artículos recomendando diez libros para ser feminista, las revistas de moda hacen reportajes sobre la brecha salarial, las grandes cadenas de ropa venden camisetas en las que estampan “Todos debemos ser feministas” y cada vez más celebrities de Hollywood asumen ese discurso.
¿En qué punto está el feminismo? ¿Está de moda o está más fuerte que nunca? ¿Hacia dónde va y cuáles son los retos del futuro?
En España, miles de personas tomaron las calles de las ciudades el Día de la Mujer en unas marchas que ni las más veteranas recuerdan tan masivas. Para Montse Cervera, miembro del colectivo Ca la dona que lleva más de 30 años haciendo activismo feminista, este 8M ha supuesto “una explosión que se viene gestándose desde hace años” y nombra el 15M como otro de los momentos en que se produjo algo así.
Ya en la marcha del 7N contra las violencias machistas, que abarrotó Madrid en 2015, la calle se llenó de jóvenes compartiendo consignas con las feministas más mayores. La juventud es uno de los puntos fuertes que Cervera identifica en el feminismo actual porque “en los años 90 y 2000 las jóvenes pensaban que el feminismo era una cosa de sus madres, ahora han empezado a pensar que también es para ellas”.
Así piensa también Desirée Bela-Lobedde, afrofeminista y colaboradora de la web Locas del Coño, que insiste en que “aunque el feminismo siempre ha estado ahí, cada vez más gente está concienciándose”, y reconoce que actualmente el movimiento representa una amalgama de discursos, nuevas perspectivas y agentes: “¿Quién había oído hablar hasta ahora del feminismo negro o el feminismo trans”, se pregunta.
Esta diversidad es, para Bela-Lobedde, otro de los factores que hacen robusto al feminismo porque “llegas a encontrar a alguien que habla de un feminismo que a ti te resuena y en el que hasta la fecha no te veías reflejada”, matiza. Esta activista española de origen guineano cuenta cómo se ha sentido en algunos espacios participados mayoritariamente por mujeres blancas, en los que “he señalado comportamientos racistas o temas que como mujer negra me afectan y se toman como algo no relevante”, ejemplifica.
¿Feminismo marca?
Un mensaje privado en Twitter felicita “a todas las mujeres” el Día Internacional de la Mujer. Lo envía una gran empresa de telecomunicaciones. Elisa G. McCausland, periodista y crítica cultural, cree que el gran desafío del feminismo de cara a los próximos años es “crear espacios de resistencia ante el capitalismo”. Porque actualmente, dice, “las empresas utilizan la oportunidad para sumarse al discurso, hay mucho ruido, todos los medios hablan de ello, pero ¿de qué sirve?”, se pregunta.
“Se están dando espacios a mujeres de diversas edades y discursos, pero, ¿qué ocurre cuando la moda pasa y no hemos cambiado las estructuras? No podemos entender el feminismo solo como introducir cuotas sin plantearnos por qué los hombres siguen teniendo el poder. De esta manera lo establecido te hace ver que trata tus temas, que se preocupa, pero no hay un cuestionamiento profundo”, prosigue.
Hace unos días la doctora en Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires Laura Fernández Cordero reflexionaba en un artículo de la revista Panamá sobre el feminismo como moda y aseguraba que “si se habla de ello es porque supimos convertirlo en tema de discusión. Hacemos que el mundo hable de nosotras y de lo que queremos [...] No es moda, es agenda. Hemos puesto sobre el tapete lo que se barría bajo las alfombras”.
Fernández Cordero invita a “aprovechar la supuesta moda”, tal y como indica Bela-Lobedde, que cree que son dos caras de la misma moneda. Por un lado, dice, “es positivo que esté de moda porque es más visible y llega a más gente que igual no se lo había planteado, ofrece puntos de vista, pero por otro, ese feminismo tan comercial no suele llegar a las profundidades y se queda en la superficie”, concluye.
Bombeo constante
Maje Girona, expresidenta de la Fundación de Mujeres Jóvenes, compara el feminismo con “un corazón que bombea constantemente, a veces más rápido y otras más lento, pero siempre está ahí”. Actualmente, prosigue, “vivimos un momento en el que ese bombeo está consiguiendo concienciar a muchísima gente” y ejemplifica con el apoyo social a agresiones como la violación múltiple en los Sanfermines o la visibilidad mediática de los asesinatos machistas.
En este sentido, Cervera asegura que nos encontramos ante un “resurgir” del feminismo que la activista ve, sobre todo, en los “pequeños núcleos, colectivos y grupos de mujeres que se unen porque quieren hacer algo en muchas ciudades españolas. Antes nos conocíamos todas y ahora ya no. Eso es buena señal”.
Y aunque lo califica de “imparable”, también tira de freno de mano: “Es un camino largo y las más veteranas sabemos que no es lineal, que se puede retroceder. Por otro lado, al avance del feminismo reacciona el machismo ante la pérdida de privilegios, así que hay que seguir alerta”, sentencia.
El gran reto del futuro es, para ella, lograr articular el movimiento más allá de fechas concretas a través de “una presencia continua en todos los espacios. ¿Cómo hacerlo? No sabemos. Tendremos que repensarlo entre todas, habrá encuentros y desencuentros, pero todavía es algo muy embrionario”.