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Los obispos decretan que piratear películas es pecado

Venta de películas pirata en una calle

Jesús Bastante

Los obispos lo tienen claro: “La piratería incurre en un pecado contra el 7º mandamiento de la Ley de Dios que dice 'no robarás'”. La Comisión Episcopal de Medios de Comunicación ha dedicado su mensaje de este año a combatir las copias ilegales, especialmente en el cine, que “inflige un daño al bien común de la sociedad” y “atenta contra la sociedad” para “facilitar su alienación”.

'La piratería en el cine. Una mirada desde la Doctrina Social de la Iglesia', es el título del documento, que supone la primera vez que la Conferencia Episcopal denuncia la piratería, que califica como pecado. Y no solo contra el séptimo mandamiento, sino también contra el décimo, pues “el deseo de poseer los bienes ajenos, por encima de cualquier limitación y derecho, está relacionado con el décimo mandamiento de la ley de Dios que prohíbe la codicia de estos bienes, que está en la 'raíz del robo, de la rapiña y del fraude, prohibidos por el séptimo mandamiento'” .

“Deseamos que el fenómeno de la piratería en el mundo del cine disminuya hasta desaparecer, como fruto de una reflexión madura de personas sensibles al auténtico valor del cine y sensibles al bien común de toda la sociedad”, constatan los obispos, que valoran el séptimo arte como “un medio de comunicación de gran valor para la difusión de la cultura”, y defienden el uso de las nuevas tecnologías, aunque advierten de que “sin una pertinente educación moral, esta difusión puede lesionar los legítimos derechos e intereses de un amplísimo número de profesionales que trabajan en la industria del cine”.

Contra la “indiferencia moral”

La Conferencia Episcopal defiende que el derecho a la propiedad alcanza también a los bienes intelectuales y culturales. Y precisan que “la dimensión social de estos bienes intelectuales y culturales es más evidente, ya que se refieren a una actividad creativa que renueva a la sociedad y la hace progresar cuando atiende a sus verdaderos fines, más que una mera actividad productiva”.

Sin embargo, los obispos constatan “una cierta indiferencia moral, cuando no una clara justificación, ante el hecho tan extendido de la piratería audiovisual, que impide a toda la industria del cine recibir la justa recompensa que es consecuencia de su actividad”. El origen de este problema, para la Iglesia, está en “un grave desconocimiento de la doctrina social de la Iglesia” y en “una búsqueda de argumentos abstractos y parciales que difuminan la responsabilidad personal apoyados en una impunidad de facto”.

Para los obispos, la piratería repercute contra la industria del cine y a los propios creadores, “pues impide la obtención del beneficio legítimo”. “Las obras artísticas generan una serie de derechos en sus creadores, productores intérpretes, distribuidores, exhibidores, etc. que deben ser satisfechos”, subrayan.

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