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La tos ferina acelera su contagio en España

Sanidad informa de problemas en el suministro de vacunas contra la tos ferina

Raúl Rejón

La tos ferina, enfermedad que suena antigua pero sigue muy viva, acelera su ritmo de contagio en España. La infección ha rebrotado y va en aumento. En solo ocho meses, 2015 ya contabiliza más casos que en todo el año pasado. Y no por poco: hasta la 32ª semana, el Instituto Carlos III había certificado 4.822 nuevos casos. Son 1.699 más enfermos por esta patología que en los doce meses de 2014. Un salto del 54% sin haber terminado el curso.

Los médicos llevan meses reportando cada vez más infectados por esta bacteria, la Bordetella pertussis, que provoca la enfermedad. Un dolencia de las vías respiratorias, muy contagiosa y especialmente grave para los bebés. El repunte viene acumulándose desde, al menos, 2011 pero este último empujón dobla a estas alturas de año los afectados que había en septiembre de 2014. En 2011, en comparación, el Carlos III contaba a finales de diciembre algo más de 800 casos. “También es cierto que ahora la capacidad de diagnóstico es mayor”, indican los sanitarios.

La tos ferina es una patología con vacuna. Una vacuna que, según los pediatras españoles, da una inmunidad del 95%. Pero dura poco. A los siete años de la última dosis ha desaparecido la mitad de la protección.

El doctor Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), explica a eldiario.es que “la vacuna inicial para la tos ferina (de células enteras) tenía mucha potencia pero se le detectó una alta tasa de efectos secundarios. La nueva generación de sueros (acelulares) reduce este problema pero su fuerza inmunológica es menor que la otra”.

Así, la bacteria sigue activa y circulando en la población más adulta. De tal manera que los casos se multiplican porque los adultos que se infectan pasan la enfermedad sin demasiadas dificultades pero son el vehículo para que el patógeno sobreviva, se transmita y colonice a los más pequeños. “Adolescentes y adultos constituyen la principal fuente de contagio”, establecen los especialistas en medicina infantil. Además, a diferencia de lo que ocurre con el sarampión o la varicela, pasar la tos ferina de joven no proporciona inmunidad de por vida. Se puede recaer.

“Ahí es donde la situación es preocupante porque la tos ferina en niños de menos de un año y, especialmente por debajo de los dos meses, es un problema grave e incluso puede conllevar la muerte, no es ninguna broma”, insiste García Rojas. La tasa de hospitalización en los pequeños de menos de seis meses el de un 18%. La mortandad llega al 1% y las secuelas a uno de cada 100 enfermos.

El presidente de la AEV advierte de que “hay que aceptar que vamos a convivir con casos”. Ya en 2002, los médicos Ricardo Escorihuela y Mª Verísima Barajas (del hospital madrileño Fundación Jiménez Díaz) llamaban a la tos ferina “problema emergente” al analizar ciertos brotes de la infección como el que obligó a cerrar algunos colegios en Castellón en 2000: “La tendencia podría ser a considerarlo como algo anecdótico y de poca trascendencia clínica”, decían. En 2002 se informó sobre 294 casos.

Los laboratorios no satisfacen la demanda

Se da la circunstancia de que, justamente en este contexto de multiplicación de infectados por la pertussis, el más eficaz método para atajar su expansión, la vacuna, está experimentando una escasez de producción a nivel mundial. No hay suficiente suero para mantener los calendarios vacunales.

La Agencia Española del Medicamento, (AEMPS) advertía en mayo de este año de que los “titulares de la comercialización de las vacunas que contienen el antígeno frente a la tos ferina han comunicado problemas de suministro por dificultades en la fabricación”. Es decir, que los laboratorios con la patente que se reparten el mercado: Sanofi Pasteur y GlaxoSmithKine, no pueden satisfacer las necesidades.

Una portavoz del Ministerio de Sanidad ha confirmado que la situación a día de hoy “sigue igual”. Se ha pedido, añade, a los directores generales de Salud Pública de las comunidades autónomas que se adapten a este nueva situación e incluso retrasar alguna de las últimas dosis (el recuerdo final se recomienda a los 4-6 años).

En Francia, donde también se ha resentido el suministro, se ha apuntado a que la incorporación de las mujeres embarazadas a la vacunación en el último trimestre de gestación pueda estar detrás de la falta de suero por haberse incrementado el volumen de ventas. La cuestión es que esta vacuna se produce mediante procesos biológicos, no químicos, que llevan su tiempo.

García Rojas ofrece una explicación: la creación de la vacuna acelular (menos potente y menos problemática) “permitió inmunizar a las embarazadas para que pasaran los anticuerpos a los bebés hasta que recibieran sus propias dosis”. Sanidad admite “que es difícil en este momento hacer una estimación del tiempo necesario para resolver esta situación”.

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