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La vacuna de la Selección y el choque con las comunidades ponen en evidencia al Ministerio de Sanidad

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, tras anunciar el cambio de criterio sobre las restricciones a la hostelería

Raúl Rejón / Irene Castro

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El caso de la vacunación exprés de la selección española de fútbol ha culminado una semana nefasta para la ministra de Sanidad, Carolina Darias, en su gestión de la pandemia. La negativa de la Federación de Fútbol a que se administre a los jugadores la vacuna de Pfizer y la exigencia de que sea la monodosis de Janssen para no necesitar un segundo pinchazo ha completado un periplo de vaivenes que empezó el 2 de junio cuando, por votación, se aprobaron en un Consejo Interterritorial las nuevas restricciones a la hostelería y el ocio nocturno: “Son de obligado cumplimiento”, repitió Darias. Este miércoles se transformaron en meras recomendaciones tras la revuelta de varias comunidades autónomas, incluidas algunas comunidades con gobierno socialista –La Rioja y Euskadi, donde gobierna en coalición con el PNV– que rechazaron aplicar la norma.

Una de cada cuatro personas en España está inmunizada. Pero, a pesar de que la campaña general de vacunación prosigue a buen ritmo y batiendo marcas –se acaba de alcanzar un récord semanal y se han marcado máximos diarios y de fin de semana–, el torbellino del fútbol y los cambios sobrevenidos en las nuevas actuaciones coordinadas frente a la COVID-19 han marcado las jornadas que han desembocado en el desencuentro vacunal cuatro días antes del comienzo de la Eurocopa. Y eso que el ministro de Cultura y Deportes, José Manuel Rodríguez Uribes, justificó la inmunización a toda prisa de los deportistas: “No estamos vacunando futbolistas, sino a los jugadores de la selección española”. La preferencia masiva de la población por la segunda dosis de AstraZeneca frente a la postura oficial adoptada en el Consejo, que indicaba aplicar Pfizer, ha completado el tridente de conflictos.

Hace poco más de siete días, el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas aprobaban un documento que incluía un horario común para toda España de cierres de bares y discotecas. En zonas con un riesgo epidemiológico, como máximo, de nivel 1, se podría alargar su funcionamiento a la 1.00 y las 3.00 respectivamente. También se preveían aforos en el interior y el exterior de estos negocios.

El documento contaba con el apoyo de las comunidades gobernadas por el PSOE y el voto en contra de las dirigidas por el PP (Madrid, Galicia o Andalucía) además de Euskadi y Catalunya. La ministra Carolina Darias explicó que todos los gobiernos autonómicos debían cumplir “y, si no, tendremos que hacer que se cumplan”, avanzó. La orden con las directrices se publicó en el BOE el sábado 5 de junio. Quedaban solo 24 horas para que el capitán de la selección masculina de fútbol, Sergio Busquets, diera positivo por coronavirus. Y todo se acelerara.

Varapalo en la Audiencia Nacional

Sin embargo, al día siguiente –y a pesar de que el caso del futbolista había iniciado un incendio que acaparaba gran parte de la atención– la Audiencia Nacional añadía un revés adicional a las decisiones de Darias: los magistrados suspendían las restricciones a la hostelería en la Comunidad de Madrid al conceder las medidas cautelarísimas solicitadas por el Gobierno madrileño en su recurso contra la orden ministerial. La bola se había agigantado.  

El Ejecutivo, no obstante, había cerrado filas en torno a esa decisión y había advertido a las comunidades de que las restricciones eran de obligado cumplimiento al tratarse de una resolución adoptada por mayoría en el Consejo Interterritorial. El Gobierno no midió la magnitud de la rebelión e inicialmente cargó las tintas exclusivamente contra la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a la que acusó de “confrontar” con el Ejecutivo central. “Lo raro sería levantarnos un día y que Ayuso estuviera de acuerdo en algo”, ironizó Darias en declaraciones a los periodistas en las que acusó a la presidenta madrileña en funciones de “hacer oposición al Gobierno de España, sin más reflexión”.

Pero el conflicto había ido bastante más allá e incluso había provocado un conflicto con el bipartito de Euskadi, donde la parte socialista daba la razón al lehendakari, Iñigo Urkullu, en sus críticas a las nuevas medidas. Los socialistas vascos forzaron a Sanidad a incluir una cláusula para permitir adaptar las restricciones en la hostelería a “las especificidades que se dan en las comunidades autónomas respecto a distintos aspectos relacionados con las medidas para combatir la pandemia de la COVID-19”. Fue la primera rectificación, pero no la última. El varapalo de la Audiencia Nacional obligó a dar un giro radical a las medidas. 

“El Gobierno sabe escuchar”. Con esa frase, la ministra Darias avisaba de que las restricciones obligatorias de hace una semana se habían transmutado en recomendaciones tras la reunión con las comunidades autónomas de este miércoles. Los gobiernos autonómicos serán los encargados de decidir las medidas aplicables al sector de la hostelería y el ocio nocturno. Así, sí ha habido consenso. ¿Cuál fue el motivo del cambio? “Ese proceso de escucha activa”, argumentó la ministra. 

Al mismo tiempo, se anunciaba que las Fuerzas Armadas iban, por fin, a vacunar a los jugadores de fútbol que participarán en la Eurocopa. “La vacunación es tremendamente importante y necesaria”, analizó la ministra de Sanidad. Rodríguez Uribes había dirigido una carta a Darias la semana anterior tras hablar con el presidente de la Federación de Fútbol, Luis Rubiales. También se indicó que se les administraría el compuesto de Pfizer.

Aunque casi a última hora, el fuego de la selección parecía contenido. Una decisión casi fuera de plazos ya que cualquier vacuna contra la COVID–19 necesita más de una semana para provocar una respuesta inmune. Sin embargo, contentar al fútbol no resultó tan sencillo: los médicos federativos no quieren que los deportistas reciban la vacuna que Carolina Darias explicitó en rueda de prensa: Pfizer les parece un riesgo para el rendimiento deportivo. Este jueves han pedido el compuesto de Janssen que no se utiliza en jóvenes por precaución. Tras las maniobras de la federación, Sanidad ha pedido una justificación médica a los asesores federativos para autorizar esa excepción. Y lo ha acabado autorizando. Los jugadores que no han pasado el coronavirus recibirán la vacuna monodosis de Janssen, contra el protocolo de Sanidad, y quienes se hayan contagiado en los últimos meses recibirán una única dosis de Pfizer.

En el seno del Ejecutivo hay un cierre de filas y se evita la autocrítica. De hecho, en los últimos días los miembros del Gabinete se han jactado de que el estado de alarma no ha sido necesario en el último mes, pese a las advertencias de “caos” que llegaron de la oposición y de algunas comunidad en vísperas de que decayera. Y, en concreto, sobre Darias, se defiende la gestión que ha hecho, a pesar de los vaivenes. 

Tramo más sencillo

En el equipo más cercano de la ministra defienden que las restricciones fueron aprobadas por mayoría en el Consejo Interterritorial de Salud y que las modificaciones se han debido a la propia evolución de la pandemia. A pesar de que no hay un cuestionamiento interno, en las filas socialistas sí que ven con estupor los errores de las últimas semanas por parte de una ministra que llegó a Sanidad para encarar la parte 'fácil' de la pandemia al llegar las primeras vacunas y tener enfilado el final. Al menos así justificó Moncloa que Salvador Illa pusiera rumbo a Catalunya. 

Respecto a la vacunación de la selección, más allá de las críticas por la idoneidad o no, el principal reproche de la oposición es la falta de previsión. Después de que el ministro Uribes defendiera la vacunación para los jugadores de 'La Roja' tras el positivo de Busquets, la portavoz socialista, Adriana Lastra, argumentó que se siguiera el mismo criterio que con el equipo olímpico. Sin embargo, el dispositivo para los deportistas que irán a Japón se puso en marcha a principios de mayo y sus competiciones serán avanzado julio. Ha sido el COI el que ha asumido el coste de los sueros y la lista de clasificados para los Juegos Olímpicos se ha ido conociendo con mucha antelación. El seleccionador de fútbol Luis Enrique dio la lista de jugadores el 24 de mayo pasado. Si se hubiera vacunado a ese grupo al día siguiente, el 25 de mayo, se habría completado la vacunación con dos dosis el 15 de junio, con un partido ya disputado. Y la inmunidad no se alcanza hasta, al menos, diez días después, según indican los sanitarios a los ciudadanos cuando reciben el suero de Pfizer.

La decisión cuenta con un respaldo mayoritario –PP, Vox, Ciudadanos y Más País la aplauden– pero ha mostrado discrepancias en la coalición. La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, dejó entrever su rechazo al defender que el proceso de vacunación siga criterios sanitarios. El comité de salud pública, donde están los expertos, se inhibió y fue entonces cuando Sanidad tuvo que pronunciarse menos de una semana antes del primer partido del equipo de Luis Enrique.

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