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Hola Siri, hola Alexa: ¿Por qué tienes voz de mujer?

Esta es una de las diversas respuestas que ofrece Siri al preguntar por qué tiene voz femenina.

Naiara Bellio

“Hola, Siri. ¿Por qué tienes voz de mujer?”. “Buena pregunta”, responde la asistente virtual más conocida, la de Apple. Si se insiste un poco más, asegura: “Los humanos tienen sexo. Yo no”.

Siri todavía no puede hackearse a sí misma para responder con sinceridad por qué la voz que viene configurada por defecto en su dispositivo imita la de una mujer, por mucho que las voces agudas no sean exclusivas de las mujeres. Sobre todo porque Siri no está sola: Alexa (Amazon), Cortana (Microsoft), Bixby (Samsung), Anna (Ikea) o en España Aura (Movistar) o Irene (Renfe) son asistentes virtuales que obedecen órdenes, administran aplicaciones, compran billetes y aconsejan sobre muebles o compras, entre tantas otras funciones. Cada vez más empresas ponen a un avatar con formas o respuestas humanas al alcance de sus usuarios. Y casi todas esas formas les ponen apariencia, nombre o voz de mujer.

Al introducir la palabra “asistente” en la opción de imágenes del buscador de Google, solo en una de las diez primeras fotografías aparece un hombre. Un patrón se replica en las otras nueve imágenes: mujeres trajeadas que sonríen mientras responden a un teléfono o toman notas. Este puesto de trabajo sumamente estereotipado parece haberse trasladado al mundo de la inteligencia artificial. “Por obvios condicionamientos culturales y estereotipos, las voces femeninas suelen asociarse a la amabilidad, la predisposición y el servicio”, dice a eldiario.es Mara Balestrini, licenciada en comunicación social y experta en la interacción entre humanos y máquinas.

Aunque no tengan cuerpos, representan la imagen perfecta de una asistente personal, tanto en la oficina como en casa. En algunas calles de Madrid han aparecido en las últimas semanas carteles que dicen “Alexa, hazme la compra” o “Siri, quiero cenar sushi” que precisamente denuncian ese modelo de “mujer asistente”. Forman parte de una campaña de visibilización de las organizaciones Mujeres en Igualdad y Asociación de Hombres por la Igualdad, que denuncian un componente sexista en el desarrollo de esta tecnología. 

Amazon ha llegado a decir que Alexa tiene en realidad una personalidad “feminista” y una inclinación general en favor de los derechos humanos. Si se le pregunta a esta inteligencia por qué tiene voz de mujer, dirá en multitud de ocasiones que “no tiene género” o “sexo”, al igual que Cortana. No obstante, no es posible cambiar por una voz masculina en ninguna de las dos interfaces. La respuesta corporativa a este tipo de preguntas [“los humanos tienen sexo. Yo no”, en el caso de Siri] también tuvo que ser configurada por sus creadores.

Tanto Amazon como Microsoft aseguran que escogieron el tono de las IA tras preguntar directamente a los usuarios por el grado de satisfacción a la hora de relacionarse con ellas. “La voz femenina es una elección que va más en línea con nuestros objetivos: construir un asistente útil, fiable y servicial”, asegura la compañía de Bill Gates.

Los estudios que hablan de preferencias femeninas o masculinas a la hora de interactuar con dispositivos se pisan los unos a los otros en términos cuantitativos pero coinciden en lo esencial: existe un sesgo significativo hacia las voces femeninas. Mientras que las voces de los hombres se consideran más autoritarias, las de mujeres son más cordiales y se aprecian mejor. 

Esta es la premisa a la que se agarran las grandes tecnológicas para crear asistentes femeninos: necesitan que la gente se involucre todo lo posible con sus productos, por lo que se valen de los estereotipos sociales del mundo real. Y aparentemente, les funciona. Según una encuesta de la investigadora de mercados Norstat, alrededor de un 90 % de los usuarios de Siri, Alexa, Cortana y Google Assistant se encuentran satisfechos con sus respectivas voces.

De la innovación a la servidumbre

En algún momento de la historia reciente de Internet, los asistentes virtuales empezaron a dejar de tener apariencia masculina. La inteligencia artificial de IBM que consiguió ganar en 2011 a Ken Jennings y Brad Rutter, las dos estrellas del juego de preguntas Jeopardy!, se llamaba Watson, en honor al fundador de la compañía, Thomas J. Watson. El asistente se creó para proporcionar un “entendimiento más acertado e interactivo con el lenguaje natural”, en palabras de David Ferrucci, uno de los investigadores que crearon la tecnología. La intención del equipo del que formó parte Ferrucci era crear un software que fuese capaz de discriminar información y enlazar personas con servicios concretos, a diferencia del amplio abanico de resultados que ofrece un buscador; una tarea que no podría realizar un ser humano.

Este tipo de funciones han ido evolucionando en el sector hasta llegar al requerimiento directo de órdenes para servicios básicos que puede llevar a cabo cualquiera. La intención es llegar a salvarnos de hacer cualquier pequeñez si hay una máquina que la pueda hacer por nosotros.  Poco a poco vamos desarrollando una relación con la tecnología “más íntima” para conseguir “un modo de vida más fácil y más práctico”, señala un estudio de iProspect, una empresa dedicada a desarrollar software de reconocimiento de voces.

La experta en inteligencia artificial (IA) Kristin Lennox explica que las IA semejantes a un asistente virtual se diseñan para tareas específicas, no para “desear cosas” o “interesarse por cosas”. Pero lo cierto es que la comodidad por desembarazarnos de tareas mundanas como encender luces, rellenar formularios y pedir comida rápida en Internet se ha impuesto como la utilidad más extendida, lo que profundiza el carácter servicial que está adquiriendo la asistencia virtual. Y ahí es cuando empiezan a tener nombre y voz de mujer.

Siri, la niña que nunca tuvo su creador

En el ámbito corporativo, Siri representa ahora un diminutivo de Speech Interpretation and Recognition Interface (Interpretación de Discurso e Interfaz de Reconocimiento), pero fue Dag Kittlaus, uno de sus fundadores, quien propuso ponérselo a la inteligencia artificial después de que se frustrara su deseo de llamar así a su hija (tuvo un niño). Siri puede configurarse para hablar con voces de ambos géneros, pero pocas personas pondrán en duda que se la asocia con una mujer, igual que su nombre nació con una personalidad femenina. Es la opción preferente de la tecnológica, además, que no ofrece una versión masculina en todos los países donde presta el servicio.

“¿Tú comprarías o consumirías un dispositivo o servicio que te habla y del que no te fías, al que no te apetece escuchar o que puede hacerte sentir desconfianza? Claro que no. Las marcas van a priorizar los atributos que hagan deseable a la tecnología aunque estos refuercen estereotipos que hoy algunos sectores más progresistas -y con razón- quieren dejar atrás”, reflexiona Balestrini sobre la razón por la que las empresas podrían elegir esta característica por defecto.

La investigadora feminista y cofundadora de la plataforma de inclusión de mujeres en la tecnología Wide, Lucía Viscuso, considera que el hecho de que la representación femenina sea la predominante en este sector no es accidental. “Vivimos en una sociedad que es machista y con estereotipos, por lo que creo que las asistentes virtuales representan esas tradiciones que tenemos instauradas y creo que el marketing trabaja sobre esa cosmovisión, juego con ese estereotipo, también lo va alimentando”, asegura a este diario.

Desde un punto de vista comercial y de adopción de la tecnología, parece que poco han importado las críticas a los aspectos sexistas de los asistentes virtuales. La interacción por voz está en la cumbre de la innovación y del mercado: Google Home y Alexa han sido uno de los regalos más comercializados de estas navidades. 

Balestrini está segura de que la voz será una de las interfaces que más crecerá en los años próximos y que se terminará adaptando para todo tipo de dispositivos y servicios. Con ello crecerán las complejidades que habrá que abordar, pero solo con su uso y el avance en inteligencia artificial y machine learning se perfeccionará su funcionamiento, a pesar de los retos a los que se enfrenta para contentar a los usuarios. “Dar con el tono adecuado para todos, en todas las situaciones, es sumamente difícil”, concluye.

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