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Canarias recupera su PIB de antes de la crisis mucho más dependiente del turismo y los servicios

La excelente marcha del turismo extranjero, clave en la recuperación canaria

Román Delgado

Santa Cruz de Tenerife —

Canarias ya puede decir que ha abandonado la crisis, al menos si se recurre al análisis de sus magnitudes macroeconómicas entre los años 2008 (cuando estalla la burbuja, pero con influencia real a partir de 2009) y 2016, el ejercicio cerrado más reciente.

Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) de la serie 2008-2016, en su primera estimación para este último año (con valores a precios de mercado, corrientes), esa es la realidad: Canarias alcanzó al cierre del año pasado un nivel absoluto de riqueza medido en términos de producto interior bruto (PIB) que es igual, prácticamente calcado, al registro con que finalizó el año 2008, el que dio paso a una recesión honda y muy larga. En 2016, el PIB de las islas llegó a 42.607 millones de euros; en 2008, Canarias tenía 42.656 millones.

El archipiélago ha tardado ocho años en volver a su mejor nivel histórico de generación de riqueza, el de 2008, y esto lo ha logrado de forma lenta, muy lenta, y gracias, que todo hay que decirlo, al excelente comportamiento del turismo y los servicios, actividades estrechamente unidas, y al auge de los negocios inmobiliarios, que nada tienen que ver con lo que se mide en el sector de la construcción.

La superación de la crisis; esto es, el hecho de llegar al mismo PIB absoluto que en 2008, ha convertido al archipiélago en un espacio económico aún más dependiente del turismo, del sector servicios en general, pues este pasa a acaparar el 31% del PIB regional en 2016, por el 28,8% que representaba ocho años atrás. Pero lo peor de todo es que ese comportamiento no deja atisbo alguno de lo más deseado por las autoridades locales y en lo que supuestamente trabajan desde la política y las administraciones públicas: la activación de la diversificación económica. De esto no hay nada, ni en el horizonte, y todo apunta a que, si algún día llega, seguro tardará mucho en hacerlo. 

Atendiendo a los registros ya comentados del INE, la cumbre que Canarias ha hollado en la cota de los 42.607 millones de euros, casi el mismo nivel de 2008, se ha producido por el excelente comportamiento del turismo extranjero, sobre todo a partir de 2011 y con un crecimiento en este componente (del sector servicios en general) de 2008 a 2016 del 7%, el más alto de los protagonizados en esa misma etapa si no fuera por las actividades inmobiliarias. Estas ganan peso absoluto y relativo en la economía de las islas de forma abrumadora, con un alza del 14% en la generación de riqueza en los ocho años y con la aportación en 2016 a la economía regional de 1,4 puntos más que en 2008, al pasar del 10,6% de este año al 12% actual.

En esos dos sectores está la clave de la recuperación macroeconómica que ha obrado el archipiélago canario, principalmente en ellos, aunque también es verdad que el sector primario aporta algo más, dentro de sus pequeñas dimensiones, a la economía isleña, con un incremento de recursos dinerarios del 4,4% en los ocho años y un peso algo mayor en 2016 en el PIB regional: pasa del 1,4% en 2008 al 1,5% en 2016. Ello se logra sobre todo por el empujón de los dos últimos ejercicios, en 2015 y 2016.

En el plano más negativo, hay que tener en cuenta al menos dos claves: la confirmación extrema de que la recuperación de la construcción va para largo y la realidad preocupante de que la industria, solo el sector secundario en su vertiente manufacturera, no tira hacia adelante, sino que retrocede y lo hace incluso de manera alarmante.

La construcción, que en su día formó el binomio perfecto con el turismo y llevó a Canarias a ritmos de crecimiento estratosféricos, ha entrado en barrena, como bien se sabe. En 2008, cuando de forma más o menos oficial se acepta que empezó la recesión, con la entrada del otoño en ese año, la construcción canaria era un sector todopoderoso y acaparaba nada más y nada menos que el 9% del PIB regional, incluso por encima de la industria.

Ocho años después, la línea que dibuja la evolución de ese sector productivo no da cuenta de ningún punto de inflexión. De 2008 a 2016, la construcción ha reducido a la mitad su capacidad de generar riqueza y por ello ya solo muerde el 4,6% del PIB canario. Sí, solo un pírrico 4,6%, con un valor absoluto de 1.943 millones de euros, por los 3.842 millones de 2008. Lejos quedan esas cifras.

El caso de la industria canaria, en su segmento manufacturero, también es desconcertante. En 2008, el sector secundario, sin la construcción en él, aportó al PIB isleño 3.491 millones de euros, algo más que la construcción y con la parte manufacturera en el 4,7%. El total de este sector entonces era del 8,2%.

En cambio, los registros del año pasado ya poco se parecen a aquellos, a los de hace ocho años. En 2016, la industria se queda con el 7,1% del PIB regional, 1,1 puntos menos, lo que se debe al retroceso acusado en la sección manufacturera, que pasa del 4,7% del PIB isleño en 2008 al 3,3% en 2016. La supuesta diversificación económica tampoco ha ido de la mano de este sector, como bien dan cuenta las estadísticas del INE.

Canarias, en efecto, ha salido de la recesión y ya genera la misma riqueza, en términos absolutos y a precios de mercado (corrientes), que en 2008, el ejercicio donde había alcanzado su cima económica.

Transcurridos esos ocho años, el logro ahora documentado deja algunas dudas en términos macroeconómicos, a saber: primero, que la recuperación del nivel de 2008 descansa de manera brutal en el turismo y los servicios (ya sin la construcción en el paquete), sector muy dependiente de decisiones y coyunturas externas (que se adoptan u ocurren fuera de Canarias); dos, que la aportación del turismo y los servicios, junto a las actividades inmobiliarias, representa, con el 43% del PIB canario en 2016 (31% más 12%), más de cuatro euros de cada 10 que aporta la economía regional, y tres, que uno de los sectores en que debía descansar el proceso supuestamente guiado de diversificación económica da síntomas de flojera. Hablamos del sector secundario.

La construcción sigue en la UVI y no ha podido ser recuperada (las razones son múltiples, y una de ellas sin duda es la oferta acumulada de vivienda nueva sin vender). Por lo que se ve, esa hospitalización va para largo, si no se convierte en crónica. Esta circunstancia supone, está muy claro, un serio revés para la recuperación intensa del empleo y la reducción progresiva de la aún elevada tasa de paro que hay en Canarias, un poquitín por debajo del 25% de la población activa, en el 24,3, según la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre de 2017.

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