China se aprovecha del desprecio de Trump por América Latina
Siempre se ha sabido que a Donald Trump no le encanta América Latina, incluso antes de que hablara de los “hombres malos” del sur.
“La verdad es que no quería ir,” dijo en 1989 sobre una viaje relámpago que realizó a Río de Janeiro, donde se negó a pasar siquiera una noche. “Pero hay personas muy ricas en Brasil”.
Por eso, esta semana, los incómodos intentos de Rex Tillerson de reconquistar la región, y sus advertencias sobre el avance “depredador” de China, han desconcertado a muchos altos cargos latinoamericanos, han irritado a Pekín y han dispuesto un nuevo escenario para la contienda global entre estos dos gigantes económicos.
“Estados Unidos está haciendo todo lo que puede para alienar la región, hablando mal de ella, criticándola, llamándolos 'países de mierda'”, se quejó Jorge Guajardo, exembajador de México en China. “Xi Jinping podría ignorar la región, y ya estaría haciéndolo mejor”.
Pocos creen en Washington que Xi, un autoritario fanático de los mojitos considerado el gobernante más poderoso de China desde Mao, esté haciendo lo primero.
Trump todavía no ha visitado ni América Latina ni el Caribe, y se duda de su participación en la Cumbre de las Américas que se llevará a cabo el próximo abril en Perú.
Por su parte, Xi ya ha visitado la región tres veces desde 2012, alabando a una “región vibrante y prometedora” que, con la ayuda de China, está “pasando por otra época dorada de desarrollo”.
Estos halagos llegaron junto a miles de millones de euros en inversiones. China, como remarcó Tillerson la semana pasada, es en este momento el mayor socio comercial de Argentina, Brasil, Chile y Perú.
“Hay una sensación de que China tiene cada vez más actividad en América Latina. Cada vez vemos anuncios más importantes, los números crecen, los acuerdos son mayores, los proyectos más grandes,” afirma Margaret Myers, directora del Programa Interamericano de Diálogo entre China y América Latina. “Todas estas cosas seguramente llamarán la atención a la gente del norte.”
Aun así, la acusación llamativamente directa de Tillerson, al hablar de amenaza “imperial” de China, ha hecho que los expertos se pregunten si habrá otras cosas en juego.
Harold Trinkunas, de la Universidad de Stanford, que ha estudiado las implicaciones políticas de la influencia de Pekín en América Latina, sospecha que uno de los factores es la línea dura de Trump contra China.
En la estrategia de seguridad nacional del año pasado, el presidente de Estados Unidos criticó los esfuerzos chinos de “arrastrar a la región a su órbita, utilizando inversiones estatales y préstamos”. En el discurso del Estado de la Unión de enero, Trump llamó a Pekín un “rival” que pone en riesgo los intereses, la economía y los valores de Estados Unidos.
“Hace incluso dos años que muchas personas del Departamento de Estado y en el Departamento de Defensa están alertando sobre el rol de China en América Latina,” dice Trinkunas. “Por fin han encontrado a quien dé voz a estas opiniones.”
La molestia de Estados Unidos por el avance chino en la región se ha visto exacerbada por al menos dos hechos específicos.
Pekín responde con inversiones
Uno es la firma de un acuerdo de inversión de Xi, la Iniciativa Belt and Road, un megaproyecto de 736.000 millones de euros cuyo objetivo, creen los expertos, es terminar de establecer a China como una “potencia” en el escenario global.
Durante una cumbre reciente en Chile junto a líderes de América Latina y el Caribe, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, estuvo a punto de incluir al país anfitrión en el proyecto. Pero Myers, que de todas formas anticipa que los próximos años traerán una ola de proyectos financiados por China en la región, cree que aun así el tema se ha convertido en “fuente de mucha preocupación y ansiedad” en Washington.
También causó sorpresa la decisión del año pasado de Panamá de cortar sus vínculos con Taiwan y reconocer a Pekín. En un artículo reciente en el que alerta sobre el “perturbador” avance chino, Evan Ellis, especialista en América Latina del Army War College, advirtió que el cambio de rumbo de Panamá podría darle a Pekín “una importante influencia sobre el gobierno de Panamá, perjudicando aún más la relación de Estados Unidos con un país con importancia estratégica y principal socio de América Central”.
Con miras a las inversiones chinas, se espera que la República Dominicana y quizá otros países de la región sean los próximos en seguir el mismo camino. “Eso sólo avivaría la tensión,” predice Myers.
Pekín ha condenado las palabras de Tillerson que describen a China como una presencia malvada. “Ese tipo de sermones sólo demuestran que la Casa Blanca de Trump todavía pretende mantener a América Latina bajo su manto de influencia,” declaró molesta la agencia de noticias oficial china Xinhua. “Es como colgar un cartel gigante que pone: ‘¡Alejaos! Esto me pertenece’”.
“Lo que América Latina no necesita es a Estados Unidos, no a China,” afirma Guo Cunhai, director de la Comunidad para Estudios Chinos y Latinoamericanos en Pekín. “Es una pena que América Latina viva tan cerca del diablo”.
Muchos analistas occidentales dudan de la habilidad o el deseo de China para explotar políticamente lo que Tillerson llamó su “punto de apoyo” económico en América Latina. “Por supuesto que cuanto más inviertan los chinos, mayor influencia querrán tener en la región para proteger sus inversiones. Pero yo creo que la motivación es mayormente económica, y no estratégica,” dice Trinkunas.
No hay un modelo político chino que copiar
Matt Ferchen, del Centro Carnegie-Tsinghua para Políticas Globales que estudia el papel de China en el mundo en desarrollo, dice que afirmar que la “influencia no liberal” de China supone una amenaza para las democracias latinoamericanas es exagerado. “No veo a nadie en la región diciendo: ‘¡Nos gustaría tener un sistema autoritario con un único partido como vosotros!’”.
Según los expertos, lo que les gustaría a los países de América Latina es que el gobierno de Trump se vuelva a involucrar en la región, en lugar de sólo darles consejos. “Esta idea de que Estados Unidos puede decirle a América Latina lo que le conviene es estúpida. Ya nadie les va a prestar atención,” asegura Ferchen.
Trinkunas cree que a muchos líderes de la región les puede convenir la creciente rivalidad entre Washington y Pekín: “Para América Latina, la mejor situación sería poder beneficiarse de la competencia entre China y Estados Unidos. Esta rivalidad puede beneficiarla.”
Pero los insultos de Trump tienen que parar.
“Él no entiende por qué tendría que pensar ni un segundo en América Latina. Sencillamente no le importa,” explica Guajardo, el exembajador mexicano. “Ahora los chinos han encontrado territorio fértil”.
Información adicional a cargo de Wang Xueying.
Traducido por Lucía Balducci