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The Guardian en español

El nuevo frente de Corea del Norte es interno: la peor sequía en años y peligro de hambruna

"Hay demasiados soldados que alimentar", asegura el director de una red de periodismo ciudadano en el país.

Justin McCurry

Osaka (Japón) —

Las sanciones y la peor sequía de las dos últimas décadas amenazan con causar graves adversidades a millones de norcoreanos. Mientras, los líderes del país continúan invirtiendo los escasos recursos en sus programas nucleares y de misiles, según informan varias agencias de la ONU, así como organismos y personas con contactos en el empobrecido país.

Una sequía que ha arrasado las cosechas a principios de verano dejará al norte incapaz de alimentar adecuadamente a buena parte de su pueblo, incluidos soldados de su Ejército de millones de efectivos, advierten estos grupos.

Aunque para algunos norcoreanos ha mejorado la calidad de vida bajo el liderazgo de Kim Jong-un, muchos residentes del país de 25 millones de habitantes tienen que luchar por asegurarse una cantidad de comida suficiente. Otros se arriesgan a perder sus trabajos a causa de las sanciones, indica Jiro Ishimaru, un productor japonés de documentales que dirige una red de periodismo ciudadano en Corea del Norte.

“En primer lugar, hay demasiados soldados que alimentar”, asegura Ishimaru, cuyos contactos en el país tienen teléfonos móviles de contrabando. “La corrupción es endémica y al tiempo que los altos cargos militares reciben sus provisiones de comida y las venden en el mercado privado para sacar beneficio, los soldados regulares se quedan prácticamente sin nada”, añade.

Ishimaru, que ha hablado este mes con varios de sus contactos sobre la calidad de vida en Corea del Norte desde la frontera china, afirma: “Uno de ellos me dijo que se hablaba de la guerra contra Estados Unidos, pero que muchos soldados norcoreanos están en un estado físico malo y no están en forma para combatir”.

Ishimaru teme que el foco en el lanzamiento de misiles y el aumento de las tensiones entre Pyongyang y Washington signifique que se pasen por alto las necesidades de los ciudadanos.

“Esto es exactamente lo que quiere Kim Jong-un, proyectar una imagen de fuerza en la que él y su pueblo sean una misma cosa. En un país normal estallarían disturbios por la falta de alimentos, pero no en Corea del Norte”, explica.

La incapacidad del Estado de satisfacer las necesidades de los ciudadanos ha provocado la creación de un mercado privado de comida y de ropa fabricada en China que desde el Gobierno es tolerado e incluso fomentado. “Las autoridades permiten que continúe porque saben que, de lo contrario, el Estado colapsaría”, añade el japonés.

La ONU, preocupada ante la posibilidad de desnutrición generalizada y otras enfermedades tras la peor sequía sufrida desde 2001, ha aprobado un paquete de ayuda de 5,3 millones de euros para hacer frente al déficit de maíz, arroz, patatas y otras cosechas fundamentales.

El periódico oficial del Partido de los Trabajadores de Corea del Norte, Rodong Sinmun, ha informado de la puesta en marcha de “batallas de prevención” para hacer frente a una “terrible sequía” que empezó en mayo.

Advertencia de la ONU

En una alerta especial del mes pasado de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura se estimaba que la producción en Corea del Norte de las primeras cosechas de la temporada se ha reducido casi un tercio respecto al mismo periodo del año anterior.

“Se necesitan urgentemente más lluvias para evitar una reducción importante en la producción de cereal durante la temporada de 2017”, señala el informe. “Si continúa la situación de sequía, es probable que la seguridad alimenticia siga deteriorándose”.

“La mayor parte de la población civil depende de manera crítica de la agricultura para su subsistencia. Por ello es fundamental que los agricultores reciban asistencia adecuada y oportuna en materia agrícola”, añade el documento. Los miembros de la ONU están resueltos a prevenir otra hambruna como la de mediados de los 90 que, de acuerdo con algunos cálculos, mató alrededor de un millón de norcoreanos.

Ishimaru, que la semana pasada vio a soldados “claramente desnutridos” lavando sus uniformes en el río Yalu cerca de la frontera con China, afirma: “La sequía, combinada con las sanciones, llevarán a la economía norcoreana en una dirección peligrosa de cara a la próxima primavera. Son tiempos difíciles para la gente de a pie”.

Mientras Kim y Donald Trump intercambian golpes verbales por las pruebas de misiles de Pyongyang, se han publicado informaciones sobre el descontento de los norcoreanos con el énfasis del régimen en el desarrollo armamentístico.

Poco después del exitoso lanzamiento del misil intercontinental Hwasong-14 a finales del mes pasado, algunos residentes de la provincia de Pyongan, al norte del país, cuestionaron este movimiento porque invita a los actores internacionales a imponer mayores represalias.

La página web The Daily NK citó a una fuente en Corea del Norte afirmando que algunos ciudadanos se sienten “desilusionados con el régimen de Kim Jong-un, que se gasta más dinero en desarrollar misiles que en mejorar la calidad de vida”.

La misma fuente, añade: “Todo el mundo sabe que cuando el régimen lanza un misil, vendrán sanciones económicas. Los ciudadanos de a pie no tienen nada que celebrar. Al principio, los ciudadanos estaban orgullosos de un régimen que se opone abiertamente a EEUU con desarrollos nucleares y de misiles, pero estos días, el sentimiento antiestadounidense se ha debilitado y el respeto al régimen ha caído en picado”.

Las nuevas sanciones de Naciones Unidas, cuyo objetivo es reducir en un tercio los ingresos anuales por exportaciones, equivalentes a 2.500 millones de euros, pueden crear una nueva capa de miseria para los norcoreanos.

Las medidas pondrán en peligro los puestos de trabajo dependientes de las exportaciones, incluidos aquellos en la mina Musan, la mayor productora de hierro del país. La prohibición en la exportación de mariscos afectará a los pescadores cuyas vidas dependen de la venta a China de parte de su captura.

Traducción Javier Biosca Azcoiti

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