Desclasifican un expediente de la CIA que expone la inutilidad de las torturas practicadas tras el 11S
El equipo médico que asistió a la CIA cuando llevó a cabo el primer ahogamiento simulado de un detenido considera que probablemente éste ya estaba dispuesto a cooperar con sus interrogadores antes de que estos decidieran torturarlo. Un documento desclasificado de extraordinario valor revela que estos profesionales llegaron a burlarse de la defensa a ultranza que la agencia de inteligencia hizo de esta técnica de tortura por considerar que era “creativa” pero no los llevaba a ninguna parte.
Este documento, muy exhaustivo y sin fecha, sirve para evaluar las técnicas de la CIA y tira por la borda todos los esfuerzos realizados por la agencia y sus aliados por convencer al público de que el ahogamiento simulado fue clave para recabar información de valor. La autoría del documento se atribuye al responsable de la Oficina de los Servicios Médicos de la CIA, que afirma que no hay una relación entre la voluntad de cooperar del detenido Abu Zubaydah y las “sesiones de ahogamiento simulado”.
El empleo de la técnica de ahogamiento simulado durante los interrogatorios de Abu Zubaydah sirvió para justificar el infame programa de torturas de la CIA, conocido con el eufemismo de “técnicas de interrogatorio mejoradas”. Dos psicólogos contratados por la CIA, Bruce Jessen y James Mitchell, que han sido demandados ante un tribunal federal, utilizaron a Zubaydah como conejo de indias para más tarde implementar un programa que ha sido criticado por las organizaciones internacionales de derechos humanos y que ha sido objeto de una exhaustiva investigación por parte de un comité del Senado.
83 sesiones de tortura
En menos de un mes, los interrogadores de la CIA sometieron a Abu Zubaydah a “ahogamiento simulado” en al menos 83 ocasiones; una técnica que consiste en volcar agua sobre el rostro del detenido para que no pueda respirar y llevarlo al límite.
Sin embargo, cuando la Oficina de los Servicios Médicos hizo una evaluación de estas técnicas y las puso en perspectiva, llegó a la conclusión de que Abu Zubaydah “probablemente estaba dispuesto a cooperar mucho antes de agosto de 2002, cuando empezaron a aplicarse las técnicas de interrogatorio mejoradas, un hecho que en su día se pasó por alto por una cuestión de estrechez de miras”.
La conclusión de la Oficina de los Servicios Médicos refuerza la versión de un ex agente del FBI, Ali Soufan, que interrogó a Abu Zubaydah en una cárcel secreta de Tailandia esa primavera. Soufan más tarde declaró, y también explicó en un libro titulado The Black Banners, que la CIA consiguió cargarse unos interrogatorios de Abu Zubaydah que eran menos coercitivos y mucho más prometedores y que, según la emblemática investigación del Senado de 2014, sí consiguieron información de valor sobre al-Qaeda.
“Mi declaración no cambió ni una coma. En cambio, las suyas sí cambiaron. Ahora ya sabéis por qué fui el único que la hizo bajo juramento”, ha explicado Soufan a The Guardian: “Desde el inició indiqué que los agentes de la CIA que estaban allí y participaron en los interrogatorios estaban tan molestos como yo y de hecho se fueron antes de que yo lo hiciera”.
Joe Margulies, uno de los abogados de Abu Zubaydah, ha señalado que el documento “confirma nuestra versión inicial y muestra lo que pasa cuando unos aficionados asumen el encargo de velar por la seguridad del país. Mitchell y Jessen ya sabían la respuesta que querían obtener antes de que Abu Zubaydah pudiera darla entre gorjeos tras ser torturado”.
Un miembro de la Oficina de Servicios Médicos de la CIA reprendió a un “psicólogo-interrogador” que “más tarde afirmó que la técnica del ahogamiento simulado había servido para constatar que AZ [Abu Zubaydah] no tenía más información de valor sobre amenazas inminentes a la seguridad del país, y que la técnica era creativa pero redundante”. Mitchell ha reconocido que participó en las sesiones en las que se torturó a Zubaydah.
Este agente afirmó en el documento que “AZ [Abu Zubaydah] solo cooperó cuando le hicieron preguntas que podía contestar” (hacia el final de la sesión).
La investigación del Senado
En diciembre de 2014, John Brennan, el director de la CIA, mostró su desacuerdo con las conclusiones de la investigación del Senado. En ellas se indicaba que la tortura fue ineficaz y que la agencia mintió a miembros de la administración Bush y del Congreso y les hizo creer que obtenían información de valor y que realmente no sabían si podrían haber obtenido la misma información sin torturar a los detenidos.
Sin embargo, de las declaraciones del trabajador de la Oficina del Servicio Médico que aparecen en el documento se sacan nuevas conclusiones: “No se ha podido demostrar que la técnica del ahogo simulado nos proporcionara información de valor, urgente y que no se podía obtener de otra manera”.
Un portavoz de la CIA se remitió a una respuesta que dio la agencia en 2013 tras conocerse un borrador del informe del Senado. Incluye la siguiente afirmación: “la Agencia no especula sobre si la información obtenida de los detenidos que fueron interrogados con esta técnica se podría haber obtenido por otros medios o a través de otras personas. Nunca tendremos la respuesta”.
Este documento, así como otros que guardan relación con el programa de torturas, fueron desclasificados el martes después de que la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) y el periodista Jason Leopold presentaran demandas para exigir transparencia. Las partes del informe del Comité de Inteligencia del Senado que han sido desclasificadas revelan que Abu Zubaydah, que tras su detención en marzo de 2002 presentaba heridas graves, había cooperado con los agentes del FBI mientras estaba postrado en la cama del hospital.
Confirmó que Khalid Sheikh Mohammed desempeñó un papel importante en los atentados del 11S y proporcionó una lista de aliados de Mohammed e información de valor. Sin embargo, los agentes de la CIA que lo custodiaban estaban convencidos de que el detenido ocultaba información relativa a nuevos atentados terroristas contra Estados Unidos; una conclusión que es muy criticada por la Oficina de Servicios Médicos, que lo atribuye a una “estrechez de miras”.
Según el informe del Senado, más tarde la CIA mintió y afirmó que Abu Zubaydah había “dejado de cooperar”. Algunos altos funcionarios de la CIA propusieron una nueva técnica para interrogarlo, basada en los métodos defendidos por Mitchell y Jessen sobre “impotencia aprendida”, y que incluían el ahogamiento simulado y otras formas de tortura. De hecho, la tortura era tan dura que la investigación del Senado constató que Abu Zubaydah obedecía dócilmente y dejaba que le provocaran el ahogamiento simulado cada vez que un interrogador de la CIA “chasqueaba los dedos dos veces”.
Incomunicado por el resto de su vida
Otro documento de la CIA que también fue desclasificado el martes, con fecha anterior a las torturas a Abu Zubaydah y citado en el informe del Senado afirmaba que “debemos tener la garantía de que el sujeto permanecerá aislado y estará incomunicado el resto de su vida”. El agente, cuyo nombre no se revela, comenta que Abu Zubaydah podría morir tras ser torturado y propone que se deshagan del cuerpo. “En el supuesto de que el sujeto muera, debemos estar preparados para actuar, teniendo en cuenta las condiciones de cooperación del país que nos cede la cárcel. Si muere, debemos pedir ayuda para incinerarlo”.
Abu Zubaydah, que perdió un ojo mientras era custodiado por la CIA, se encuentra en la cárcel de Guantánamo. Ni la administración Bush ni la administración Obama han sido acusadas de haber cometido crímenes de guerra.
Según el informe del Senado, después de que la administración Bush aprobara los métodos empleados por la CIA con Abu Zubaydah, estos se convirtieron en el patrón a seguir en los interrogatorios de al menos 118 detenidos.
Basándose en las declaraciones que han hecho durante años la CIA y sus defensores, que aseguran que el programa de torturas consiguió prevenir otros atentados, algo que incluso la CIA niega en privado, Donald Trump, que se perfila como el candidato republicano de las próximas elecciones presidenciales, ha prometido que si llega a la Casa Blanca volverá a instaurar la técnica del ahogamiento simulado y otras técnicas de tortura.
“Trump puede decir lo que estime oportuno pero no creo que los funcionarios de su administración estén dispuestos a ir en esa dirección”, señala Soufan.
Margulies, el abogado de Abu Zubaydah, lanza la siguiente advertencia: “Guárdate del demagogo que cree que la solución de cualquier problema y la respuesta a cualquier pregunta se encuentra en las tradicionales palizas de antaño”.
Traducción de Emma Reverter