La ONU entrega decenas de millones al régimen de Asad a través de un programa de ayuda
Las Naciones Unidas ha firmado contratos por decenas de millones de euros con personas muy cercanas al presidente sirio Bashar al-Asad, como parte de un programa de ayuda que, según los críticos, el gobierno de Damasco maneja a su antojo.
Una investigación de The Guardian revela que empresarios cuyas compañías han sido sancionadas por Estados Unidos y la Unión Europea han recibido grandes sumas de dinero de la ONU, así como también ministerios del gobierno y organismos benéficos, incluso uno manejado por Asma al-Asad, esposa del presidente, y otro por su socio más cercano, Rami Makhlouf.
La ONU afirma que solo puede colaborar con un pequeño número de socios aprobados por el presidente Asad y que hace todo lo que puede para asegurarse de que el dinero se administra correctamente.
“Lo más importante es que el dinero llegue a la mayor cantidad posible de ciudadanos”, asegura un portavoz. “Nuestras opciones en Siria está limitadas por un contexto de extrema inseguridad, donde es muy difícil encontrar empresas o socios que operen en áreas sitiadas o aisladas”.
Sin embargo, los críticos creen que la misión de la ONU está en peligro. Creen que la ayuda se está otorgando con prioridad a las zonas bajo control del gobierno y argumentan que el dinero de las Naciones Unidas está en la práctica ayudando a sostener un régimen responsable de la muerte de cientos de miles de ciudadanos.
Funcionarios de la ONU admiten que la misión en Siria es la más costosa, la más difícil y la más compleja que hayan llevado a cabo jamás.
Pero por primera vez salen a la luz las polémicas decisiones que han tenido que tomar, gracias a una investigación de The Guardian de cientos de contratos que se han firmado desde el comienzo de las operaciones en 2011.
Los contratos demuestran que:
La ONU ha pagado más de 11,6 millones de euros al gobierno sirio para fomentar la agricultura. Sin embargo, la UE ha bloqueado el comercio con el ministerio en cuestión por temor a cómo se usará el dinero invertido.
Las Naciones Unidas han pagado al menos 3,5 millones a la empresa estatal de combustible, que también está en la lista de empresas sancionadas por la Unión Europea.
La Organización Mundial de la Salud ha invertido más de 4,5 millones de euros en el banco nacional de sangre de Siria, que es controlado por el Ministerio de Defensa.
Los documentos revelados por The Guardian demuestran que los fondos invertidos en reservas de sangre provinieron directamente de donantes de países que tienen sanciones económicas contra el gobierno sirio, incluido el Reino Unido. También demuestran que la OMS tenía “preocupaciones específicas” sobre si esas reservas de sangre llegarían primero a los civiles heridos o si serían usadas primero por el Ejército.
Dos agencias de la ONU se han asociado con el fondo de caridad Siria, una organización creada y presidida por Asma, la esposa del presidente Asad, con una inversión total de 7,6 millones. La primera dama ha recibido sanciones tanto de Estados Unidos como de la UE.
Unicef ha pagado 239.658 euros a la Asociación Al-Bustan, propiedad de Rami Makhlouf, el hombre más rico de Siria. Es amigo personal y primo de Asad, y su asociación ha sido vinculada a varios grupos armados que apoyan al régimen.
Makhlouf además dirige la empresa de telefonía móvil Syriatel, a la que la ONU ha pagado al menos 600.000 euros en los últimos años. Makhlouf está en la lista de sancionados por la UE y fue descrito en cables diplomáticos de Estados Unidos como el “emblema de la corrupción” en Siria.
Se han firmado contratos entre la ONU y empresas dirigidas o vinculadas a personas sancionadas.
Estos contratos demuestran cómo la operación de las Naciones Unidas ha hecho tratos discretos con personas y empresas que han sido sancionadas por Europa y Estados Unidos.
Además, documentos del departamento de compras de la ONU demuestran que agencias de la organización han hecho negocios con al menos otras 258 empresas sirias, pagando sumas de hasta 48 y 32 millones de euros, siendo la cifra más baja 27.000 euros. Muchas de estas empresas están vinculadas a Asad o a personas cercanas a él.
La ONU afirma que su trabajo humanitario ya ha salvado millones de vidas y argumenta que debe trabajar en colaboración con el régimen si quiere operar en Siria.
Se subraya también que se ha gastado dinero en alojar personal de la ONU en el hotel Four Seasons de Damasco, por ejemplo.
Agencias de la ONU pagaron 8,3 millones de euros entre 2014 y 2015 a este hotel que es en parte propiedad del Ministro de Turismo sirio, un ministerio sancionado por la UE. El hotel se considera un alojamiento seguro para personal de la ONU en la capital siria.
“Al operar en Siria, con un conflicto que ya está entrando en su sexto año, las fuerzas humanitarias deben tomar decisiones difíciles”, ha aclarado un portavoz de la ONU.
“Ante el dilema de comprar bienes o servicios de empresas que pueden estar vinculadas al gobierno, o dejar a los ciudadanos sin provisiones que pueden salvarles la vida, la decisión está clara: nuestro deber es ayudar a los civiles”, continúa el portavoz.
La ONU también remarca que no tiene por qué acatar las sanciones de EEUU o la UE. Splo debe acatar las sanciones impuestas por la propia ONU.
Pero una fuente del organismo ha explicado a The Guardian que hay intranquilidad dentro de una de las agencias por el control que tiene Asad sobre la ayuda humanitaria.
El funcionario, que ha trabajado durante mucho tiempo en Siria, asegura que si bien operar dentro del país es difícil, la posición de la ONU es decepcionante. Otro trabajador añade que todos los conflictos presentan condiciones de trabajo complejas pero que “la situación en Siria no se repite en ningún lugar del mundo”.
Otro funcionario de lan Naciones Unidas que trabajó en Damasco durante el principio del conflicto señala a The Guardian: “El equipo de la ONU en el país sabía desde el comienzo del conflicto que ni el gobierno ni la lista de asociaciones locales autorizadas a tratar con la ONU podían considerarse independientes, neutrales ni imparciales”.
“Esta importante consideración fue pasada por alto por la ONU para satisfacer las demandas del gobierno de ayuda humanitaria. Así, la ONU comenzó a involucrarse con entidades muy relacionadas con el gobierno”. Las fuentes también describen una preocupante “cultura del silencio” sobre el funcionamiento interno de la operación de la ONU en Damasco.
Una relación “demasiado cercana”
Reinoud Leenders, un experto en estudios bélicos del King’s College de Londres, afirma que las Naciones Unidas deberían revisar su estrategia porque se han vinculado demasiado al régimen.
“Funcionarios de la ONU dicen que es imposible no hacer algunas concesiones y ceder un poco a las demandas del gobierno, si se quiere entregar ayuda en medio de un conflicto tan complejo y peligroso. Pero el supuesto pragmatismo de la ONU ha dado lugar a una relación demasiado cercana con el régimen.”
Leenders dice que las agencias de la ONU han firmado “lucrativos contratos con socios del régimen sirio que se sabe que financian la represión y la brutalidad que justamente genera las necesidades humanitarias del país”.
El académico ha entrevistado a muchos trabajadores humanitarios independientes para una investigación sobre Siria. Estos le aseguraron que algunos agentes de la ONU mostraban señales de “un clarísimo síndrome de Estocolmo”.
Un experimentado trabajador humanitario que filtró información a The Guardian asegura: “Hay obvios interrogantes sobre algunos de estos contratos de la ONU”.
“Pero al menos las Naciones Unidas publican los nombres de sus proveedores. Muchas ONG internacionales no hacen siquiera eso. La falta de transparencia es un problema que afecta a todos los esfuerzos humanitarios en Siria. Hace décadas que el mundo de la ayuda humanitaria habla de dar al trabajo más transparencia. Ya es hora de que se analice dónde va el dinero y cómo se invierte”.
En junio, la Campaña Siria acusó a la ONU de incumplir sus compromisos al permitir que el gobierno controle el reparto de ayuda.
Más de 50 grupos humanitarios, de derechos humanos y sociedades civiles respaldan un informe que asegura que la ONU ha cedido ante las demandas del gobierno de no proveer ayuda a las zonas controladas por los insurgentes, contribuyendo a la muerte de miles de civiles.
El informe afirma que el gobierno de Asad controla la ayuda y amenaza a la ONU con revocarle el permiso para operar en Siria, agrega.
Traducción de Lucía Balducci