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Refugiados sirios en Jordania: “Si nos recortan los cupones, probablemente moriremos”

Refugiados sirios cargan sus provisiones de invierno en una bicicleta en el campo de refugiados de Zattari, en Jordania

The Guardian

Patrick Kingsley - Amán, Jordania —

“Simplemente mira cómo estamos viviendo”, dice Umm Majd, una mujer siria que huyó a Jordania. Se encuentra en un diminuto apartamento de una sola habitación en Amán, la capital. Un piso bajo tierra, junto a un parking subterráneo, que solo mide dos metros por dos y medio. Es aquí donde su marido, sus dos hijos y ella viven su exilio.

“Solo mira”, dice Umm Majd, señalando la habitación, “con esto basta para entender lo que está pasando con los sirios aquí en Jordania”.

Hay entre 630.000 y 1,27 millones de refugiados sirios en el país, según qué estimación te creas. Como la mayoría de ellos, el marido de Umm Majd –es un seudónimo– no tiene derecho a tener un empleo, así que trabaja de manera ilegal lavando coches por 40 dinares jordanos al mes (unos 130 euros, la mitad del salario mínimo). La familia recibe 40 dinares en cupones de comida de la ONU, que bajaron de los 80 dinares que valían hace un año. Su alquiler cuesta 50 dinares, así que solo tienen 90 cada mes para otros gastos de subsistencia.

“Ahora mismo no pensamos en irnos a Europa”, explica el marido de Umm Majd, “pero si nos vuelven a recortar la financiación, tendremos que hacerlo. Si nos recortaran los cupones, probablemente moriríamos”.

Umm Majd, de 23 años, y su familia son exactamente el tipo de personas cuyo infortunio espera paliar Reino Unido, en una conferencia de cooperación muy publicitada que se ha celebrado el jueves en Londres. El encuentro Support Syria (Apoya a Siria), coorganizado por el Gobierno británico, se ha promocionado como una forma de contener la crisis europea de refugiados. “En ausencia de un final de la guerra civil, es la única manera de resolver este problema”, dijo la semana pasada la ministra británica de Desarrollo Internacional, Justine Greening.

Los ministros británicos esperan que la promesa de ayudas e inversiones significativas para Jordania, Líbano y Turquía –los países donde sigue viviendo la gran mayoría de los refugiados sirios– empuje a esos países a mejorar la vida de los sirios. En particular, Occidente espera que se conceda a los refugiados el derecho a trabajar, lo que les daría un incentivo para quedarse en Oriente Medio.

En ambos lados están apostando fuerte. A cambio de 1.600 millones de dólares (unos 1.500 millones de euros) en ayuda humanitaria, el primer ministro jordano, Abdulá Ensur, defiende que podrían dar acceso al trabajo legal a 150.000 sirios. Su plan se centra en crear cinco nuevas “zonas económicas especiales”: parques industriales con bajos aranceles de exportación a Europa, en los que entre el 50% y el 70% de los empleos serían para los sirios y el resto para los jordanos.

“Lo que se está ofreciendo en Jordania es bastante interesante”, considera el director de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en Jordania, Andrew Harper. “Es una reforma completa de la estructura económica de Jordania, que mejorará su capacidad de competir en Europa y de una forma que también incorporará las necesidades de los refugiados”, reflexiona.

Sin embargo, ese es solo el mejor de los escenarios. Las entrevistas con refugiados y autoridades en Jordania y Líbano indican que la estrategia no es una varita mágica, sino que se tardará en implementarla y hay que hacerlo junto a otros planteamientos. Entre ellos está el reasentamiento formal de refugiados en países occidentales.

Cuando se le piden más detalles, una de las autoridades jordanas que supervisan el proyecto sugiere que es probable que las zonas económicas especiales solo aporten entre 2.000 y 30.000 empleos, y al menos un tercio de ellos se reservaría para los jordanos. “Es muy difícil saberlo”, explica el secretario general del Ministerio jordano de Planificación, Salé Al Kharabsheh. “Pongamos que logras atraer inversiones por 200 millones de dólares. Quizá no consigues generar más de 2.000 puestos de trabajo. Pero si atraes nuevas inversiones por valor de 2.000 millones de dólares, a lo mejor podrías crear decenas de miles de empleos”, señala.

Lo más problemático es que la cuantía de las inversiones no se sabrá hasta dentro de meses. La Unión Europea aún no ha acordado conceder a Jordania aranceles de importación preferentes, y ni siquiera se espera una zona piloto antes del verano. Para entonces podrían haber llegado a Europa otros 300.000 refugiados.

Otro problema es el de los sueldos. Kharabsheh afirma que el salario mínimo mensual en esas zonas sería de 200 dinares. Esto atraería a alguien como el marido de Umm Majd, que actualmente cobra solo la mitad y a quien le interesaría la perspectiva de un trabajo legal. Pero otros entrevistados sirios indican que ya ganan en torno a 200 dinares en el mercado negro, por lo que un empleo en una nueva zona económica no tendría ningún impacto significativo en sus planes a largo plazo.

“Todo depende del salario”, considera Abu Moatamen, cocinero sirio que ya tiene dificultades para pagar su alquiler de 175 dinares con un sueldo de 200. “Si el salario sigue siendo bajo, ¿cómo vamos a subsistir? ¿Cómo vamos a pagar el alquiler? Si van a abrir fábricas, necesitamos entre 400 y 450 dinares. Pero si son 200 o 250, ¿qué vamos a hacer con eso?”.

“Jordania no quiere que se queden para siempre”

Algunos cooperantes también dudan de que Jordania quiera de verdad abrir el mercado laboral en general a los sirios. Aunque el país asegura estar listo para ofrecer 150.000 permisos de trabajo a los sirios, los escépticos creen que no es más que fanfarroneo previo a la conferencia.

Rozan Khalifeh, líder de un proyecto en uno de los mayores campos de refugiados de Jordania, cree que el país tiene poco que ganar de cualquier medida que pueda hacer más probable que los sirios se queden y quiten el trabajo a los jordanos. “No creo que eso vaya a pasar, y si pasa, tardará años”, vaticina. “¿Darán permisos de trabajo gratis? No creo. Entonces todos los sirios trabajarían, ¿y qué harían los jordanos? Jordania no quiere bajo ningún concepto que se queden aquí para siempre”.

Dado este contexto complicado, los partidarios de las zonas económicas consideran que al menos son un paso en la buena dirección. “Crear una zona económica (para los sirios) es una segunda solución pragmática”, concede el director del Centro de Estudios sobre Refugiados de la Universidad de Oxford, Alexander Betts, que ayudó a idear y promover la propuesta de las zonas económicas. “La solución real consiste en que los refugiados tengan acceso completo al empleo en los países de acogida, pero hay muchas barreras para eso, en lo político y en lo pragmático”.

Betts cree que, a falta de un sistema mejor, las zonas “pueden tener un papel pragmático importante en el avance hacia las oportunidades educativas y económicas, en particular hacia el derecho al trabajo, para los sirios en su región de origen”. Subraya, no obstante, que se trata solo de una parte más de la respuesta integral a la crisis de refugiados. “No va a reducir drásticamente las cifras de personas que se desplazan de Oriente Medio a Europa para pedir asilo. Muchos gobiernos europeos están hablando del desarrollo económico como alternativa al asilo en Europa. Mi argumento es que no deberíamos verlo así y que es peligroso verlo así”, explica.

En Líbano, donde casi un quinto de los aproximadamente 5,5 millones de habitantes son refugiados sirios, el Gobierno está incluso menos inclinado a liberalizar su normativa laboral. El ministro libanés de Asuntos Sociales, Rashid Derbas, está de acuerdo en que Occidente tiene que hacer fuertes inversiones en su país para ayudarle a enfrentarse a la crisis. No obstante, rechaza la sugerencia de Reino Unido de que Líbano modifique la legislación laboral existente para los sirios. Argumenta que la absorción de una cifra tan alta de refugiados por una población activa que ya tiene un alto nivel de desempleo provocaría agitación social.

“Nos negamos categóricamente a cambiar ni una sola de las leyes libanesas”, defiende Derbas, en conversación telefónica desde Beirut. “Actualmente, la sociedad de Líbano sufre pobreza, hay 500.000 libaneses en paro. Es igualmente importante crear empleos para ellos. Si no, habrá una situación muy peligrosa entre los libaneses y los sirios”.

El ministro añade que la creación de empleo tampoco puede sustituir a otras respuestas a la crisis de refugiados: “Estoy totalmente de acuerdo en que las inversiones (occidentales) deben acompañarse del reasentamiento de al menos 500.000 sirios desde Oriente Medio, así como de la creación de una zona de exclusión aérea en Siria”.

A corto plazo, Occidente tendrá dificultades incluso para decidir si incrementa o no las ayudas a países como Líbano y Jordania, y cómo. A pesar de toda la propaganda previa a la conferencia, hay sospechas en la comunidad humanitaria de que la cumbre de este jueves pueda no estar a la altura de las expectativas.

“Lo que tenemos que hacer es asegurarnos de que todo el esfuerzo y el coste que se ha asumido en Londres desemboque de verdad en algo más sustancial que un comunicado o alguna declaración de intenciones difusa”, plantea Andrew Harper, de ACNUR. “Si eres un refugiado o el Gobierno jordano, los comunicados y los grandes propósitos no te van a dar mucha confianza en que vaya a cambiar algo en un futuro cercano”.

Traducido por: Jaime Sevilla

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