Respuesta a los mensajes contradictorios de Tsipras sobre mi nombramiento como ministro de Economía
En una entrevista con the Guardian, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, admitió “grandes errores” y se le preguntó si nombrarme a mí como su primer ministro de Economía fue uno de ellos. De acuerdo con el entrevistador, Tsipras dijo: “Varoufakis fue la elección correcta para una estrategia inicial de 'política de choque”. Sin embargo, el primer ministro describe el plan que él mismo presentó en caso de que Grecia se hubiese visto obligado a tomar la dramática decisión de poner una nueva moneda en circulación como “tan confuso, que ni siquiera merecía la pena discutirlo·.
Dado que yo presenté a Tsipras mis planes para evitar la agresión de la Troika y para responder a un posible callejón sin salida (así como cualquier movimiento de la Troika para echar a Grecia de la eurozona) antes de ganar las elecciones en enero de 2015 y aún así fui nombrado su ministro de Economía gracias a ellos (se supone), la respuesta de Tsipras refleja una gran incoherencia.
O fui la elección correcta para iniciar el “choque” con la Troika porque mis planes eran convincentes, o mis planes no eran convincentes y, entonces, fue una mala decisión nombrarme su primer ministro de Economía.
Argumentar, como hace el señor Tsipras, que yo fui la elección correcta para la confrontación inicial y que mi plan B era tan confuso que no merecía la pena ni siquiera discutirlo es hipócrita. Sin embargo, es revelador porque demuestra que es imposible mantener una crítica radical a sus predecesores y, al mismo tiempo, adoptar la doctrina de 'no hay otra alternativa'.
Mi relato de los acontecimientos de 2015 está ahí (en el libro Adultos en la habitación) y no me gustaría añadir nada más sobre ese periodo. Lo que importa ahora es acabar con la desertificación de Grecia, que ha tomado un ritmo desgarrador bajo la entrega del tercer rescate, sus nuevos créditos insostenibles, el crecimiento económico debilitándose y la austeridad autodestructiva que se retroalimenta. ¿Acaso es mejor jugar al “dilema del prisionero” con nuestros acreedores que el plan que el señor Tsipras descarta por “débil e inútil”? Esa es la cuestión.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti