Las elecciones de EEUU desde los ojos (virtuales) del enemigo
Las elecciones generales de Estados Unidos de 2016 se llevaron a cabo bajo el espectro de una burbuja. No fue la burbuja de las hipotecas subprime que marcaron las elecciones de 2008, sino el 'filtro burbuja'. Decenas de millones de votantes estadounidenses se informan a través de Facebook, donde las noticias son filtradas de forma personalizada para proveer contenido que refuerza las creencias preexistentes del usuario.
Los usuarios de Facebook están cada vez más resguardados de opiniones contrarias a las suyas –y de fuentes de noticias confiables– y uno de los resultados parece ser el nivel feroz de polarización al que ha llegado la política estadounidense.
Las críticas al 'filtro burbuja', que cogieron impulso luego de la sorprendente victoria del Brexit en el Reino Unido, han llegado a un nuevo nivel de urgencia tras el triunfo de Donald Trump, a pesar de que Mark Zuckerberg niegue haber tenido nada que ver.
Para probar los efectos de la polarización política en Facebook, les pedimos a 10 votantes estadounidenses, cinco liberales y cinco conservadores, que accedan a leer las noticias que recibió el otro lado durante el último mes de la campaña presidencial.
Lo que hicimos fue crear dos cuentas de Facebook desde cero. A nuestro avatar de derechas, “Rusty Smith”, le gustan las fuentes de noticias, organizaciones y personalidades conservadoras, desde el Wall Street Journal y The Hoover Institution hasta Breitbart News y Bill O’Reilly. Nuestro avatar de izquierdas, “Natasha Smith”, prefiere el New York Times, Mother Jones, Democracy Now y Think Progress. A Rusty le gusta Tim Tebow y la Asociación Nacional del Rifle. A Natasha, Colin Kaepernick y 350.org.
A los participantes liberales les dimos la contraseña del avatar conservador, y viceversa. Luego les pedimos a los participantes que restrinjan lo máximo posible su entrada al avatar al período de las 48 horas siguientes al tercer debate, la reapertura de la investigación por los correos electrónicos de Hillary Clinton y las elecciones generales.
No todos los participantes soportaron el día de las elecciones. “Era como ver torturar a un hermano”, aseguró uno de los participantes, Alphonso Pines, después de su primera exposición a las noticias de derechas.
Pero ocho de nuestros rompe-burbujas entraron varias veces al Facebook de su avatar y fueron entrevistados tres o cuatro veces. Uno incluso dijo que la experiencia ejerció cierta influencia sobre su voto. Aquí están los resultados:
Dentro de la burbuja
Ya sea en Utah o St Louis, en Georgia o San Francisco, la mayoría de nuestros participantes sabían que viven en una burbuja.
“Doce personas me han compartido una historia sobre el autobús de Hillary Clinton arrojando desechos humanos en las redes cloacales”, afirmó Trent Loos, un granjero y presentador de radio del interior de Nebraska. “Nunca me llegan noticias positivas sobre Hillary Clinton. No sabía ni siquiera que existieran noticias positivas sobre ella”.
Nato Green, un comediante y escritor que describe su orientación política como “a la izquierda del Che Guevara”, explica que su vida está resguardada de la misma forma. “Los estadounidenses comunes me parecen súper exóticos”, dice este hombre de San Francisco. “Conozco a seguidores de Jill Stein, y a gente que directamente no vota, pero no conozco a ninguna persona que vote a Trump”.
Varios participantes explicaron que buscan opiniones diferentes por fuera de Facebook, mirando Fox News (para un progresista) o leyendo el High Country News (para un conservador), pero la mayoría tenía una experiencia de “una campana” basada en las noticias que reciben por Facebook.
“Si tengo algún contacto que apoya a Trump, está escondido”, asegura Pines, un gremialista jubilado y liberal que vive en Smyrna, Georgia.
‘Como si un tonto me leyera un libro’
Si en algo estuvieron de acuerdo todos los participantes, fue en que las noticias que lee “el otro lado” en Facebook están equivocadas. “Es como si un tonto me leyera un libro”, afirma Pines. “Es difícil leer algo que sabes que es mentira”.
Otro progresista, Nikki Moungo del Condado de St Louis en Missouri, fue un paso más lejos: “Es como estar encerrado en una habitación llena de gente que sufre de delirio paranoico”, advierte.
Loos afirma que las noticias del lado de izquierdas le parecieron muy “limitadas” y se sintió frustrado por los intentos de los medios de comunicación liberales por “darle la vuelta” o “justificar” todas las noticias negativas sobre Clinton.
Andra Constantin, una gerente de proyectos conservadora del Condado de Westchester en New York, se sintió frustrada por “este intento gigante de lavado de cerebros para salvar el mundo del malvado cambio climático”.
Tanto Constantin como Green estuvieron de acuerdo en que las noticias del Facebook conservador, en los días previos a las elecciones, tenían más diversidad de opiniones que el Facebook de izquierdas, mayormente porque no todos los republicanos apoyaban a Trump, mientras que los demócratas estaban unidos en apoyo a Clinton.
“No vi que se discutieran los temas de campaña”, dijo Constantin de las noticias del lado progresista. “Aunque podamos ser más groseros y odiosos, en las noticias del lado conservador se discutían más los temas de campaña”.
Cuando Green volvió a su Facebook de izquierdas habitual, luego del tercer debate, se sintió completamente fuera de sintonía respecto de los temas que se estaban discutiendo. “Entré y fue como ‘hombres malos, mujeres asquerosas, ¿de qué diablos estáis hablando?”
‘Me odian’
Para varios de los participantes, leer las noticias del Facebook alternativo no fue solamente sorprendente sino también hiriente. “Fue muy difícil para mí leer esas cosas”, explica Pines, que es negro. “Es todo muy racista y ni siquiera lo disimulan mucho”. A Pines le dolió especialmente la forma en que las fuentes de noticias de derechas hablaban de Obama, que describió como “en código” o “para entendidos”.
A Pam Tau Lee, una activista jubilada de San Francisco, también le costó leer las noticias de derechas. “Todo lo que ellos llaman malo es lo que soy yo”, afirma esta china-estadounidense de cuarta generación. “Yo soy todo aquello que ellos odian. Me odian a mí y a mi comunidad por lo que representamos”.
Kathleen Matz, que tiene un negocio de servicios de cuidados para mascotas en Oakland, California, se sintió “herida” por la “misoginia” en sitios web como Breitbart. “Tuve que dejar de leer. Es que no podía ver eso”.
Pero no sólo los de izquierdas se sintieron dolidos por la experiencia.
“El lado demócrata tiene mucho más odio”, asegura Constantin. “De lo único que hablan es de lo horrible, fascista, racista y misógino que es Trump”. En su propio Facebook, Constantin se encontró evitando a algunos de sus amigos para no entrar en discusiones.
“Tuve que dejar de seguir a muchos amigos porque no quería tener que empezar a corregirles y que acabásemos discutiendo”, afirma.
“Honestamente, lo odié”, asegura Janalee Tobias, que es activista conservadora desde hace años y miembro de los Mormones con Trump de South Jordan, Utah. “Tuve que ir al psiquiatra para superar el shock y el odio de la izquierda”, bromea. “Pensé que sería más fácil de digerir, porque me considero una persona abierta”.
‘La aguja se movió’
Para algunos de los participantes, observar el otro lado de la burbuja solamente confirmó su decisión a quedarse en su propia burbuja.
“Aprendí que las personas de derechas son mucho más feroces y mucho más inmaduras de lo que esperaba”, aseguró Moungo después de las elecciones. “Esto me confirmó todo: son monstruos sin salvación posible”.
“Ver el lado progre me hizo más de derechas”, asegura Loos. “Al leer el otro lado, me volqué más y más hacia el lado conservador. En lugar de atraerme, me espantó”.
Pero a algunos de los participantes el experimento les sirvió para entender mejor el otro lado.
Lee explica que quedó impresionada por la “inteligencia” de los mensajes de derechas, que utilizan “palabras como clase trabajadora, empleos y estabilidad económica. Esa promesa es tan grande que eclipsa todo lo demás, y lo pude ver. Si eso es lo único que ven, pude comprenderlo. Pude entender su punto de vista”.
Cuando le preguntamos si ese entendimiento había hecho que sintiera más simpatía por los votantes de Trump, Lee contestó: “Creo que no he llegado a ese punto. Toda mi vida intenté construir un movimiento basado en el amor y la compasión, así que estoy trabajando en ello”.
Otro participante, Todd Macfarlane, explica que el tiempo que pasó leyendo las noticias de izquierdas influenció su decisión final. Ganadero y abogado de Kanosh, Utah, Macfarlane –que está afiliado al partido republicano y pensaba votar por el candidato de su partido– finalmente decidió no votar por ningún candidato.
“La aguja se movió”, afirmó después de su primera exposición a las noticias liberales. “Cuanto más leía, menos convencido estaba. Finalmente me convencí de que Trump era una mala opción de verdad”.
Macfarlane no encontró ninguna fuente de noticias liberales que lo convenciera de apoyar a Clinton, pero el Facebook alternativo lo convenció de que era peligroso que ganara Trump. “El tema fue su temperamento, su falta de decoro y su mala conducta”, explica. “Aumentaron mis preocupaciones respecto de qué podría hacer ese hombre con tanto poder”.
‘Quizás debamos dejarlo“.
Para Macfarlane no cambió solamente su voto. Desde que participó en el experimento dice estar “mucho más interesado en relacionarme con personas de mente abierta, que estén dispuestas a aceptar otros puntos de vista”.
Constantin, que normalmente confía un 100% en Facebook para informarse, afirmó que ha concluido que la plataforma “parece filtrar artículos creíbles de ambos lados y darle más lugar a contenido sensacionalista de extrema izquierda y extrema derecha”.
“Tengo que ser más proactiva para encontrar contenido de buena calidad”, aseguró.
Tobias señala que la exposición al otro lado la hizo darse cuenta de lo difícil que sería unir ambos lados después de las elecciones. “Me asusta ver la división entre la izquierda y la derecha”, dijo. “No sé qué habría que hacer para unirnos”.
Para Green, las lecciones que aprendió en estas elecciones son más radicales. “Quizás debamos dejar las redes sociales”, reflexiona. “A pesar de lo que han hecho las redes sociales por mí, en términos de facilitarme estar en contacto con gente con la que no era muy amiga en la universidad, creo que no vale la pena si pensamos en la capacidad de las redes sociales de construir la realidad que vemos”.
Traducción de Lucía Balducci