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'Lavandería Global': así se blanqueaba dinero ruso en los bancos europeos

La mayor trama de blanqueo de Europa del Este sacó miles de millones de euros de Rusia que acabaron en bancos europeos y estadounidenses.

Luke Harding / Nick Hopkins/ Caelainn Barr

Los principales bancos británicos procesaron 740 millones de dólares en una gigantesca operación de blanqueo llevada a cabo por criminales rusos con lazos en el gobierno de Vladímir Putin y el FSB (servicios de inteligencia).

HSBC, Royal Bank of Scotland, Lloyds, Barclays y Coutts figuran entre las 17 entidades con sede en el Reino Unido (o con sucursales en el país) a las que se les está interrogando sobre esta maniobra internacional. La investigación intenta desvelar con qué información contaban los bancos y por qué no rechazaron transferencias de dinero de procedencia dudosa.

Varios documentos a los que ha tenido acceso the Guardian muestran la aparente salida de Rusia de al menos 20.000 millones de dólares (18.525 millones de euros) entre 2010 y 2014. Según los investigadores, la cifra real podría llegar a 80.000 millones de dólares (74.100 millones de euros).

Según uno de los principales responsables de la investigación, el dinero de Rusia era “claramente robado o de origen delictivo”.

Los investigadores aún están tratando de identificar a algunos de los rusos adinerados y de gran influencia política detrás de la operación, conocida como la “Lavandería Global” (Global Laudry).

Se calcula que había al menos 500 personas involucradas. Entre ellas oligarcas, banqueros de Moscú y empleados o personas ligadas al FSB, la agencia de espionaje que sucedió a la KGB. Igor Putin, primo del presidente de Rusia, Vladímir, formó parte de la junta directiva de un banco moscovita involucrado en el fraude.

Varias empresas registradas en el Reino Unido tuvieron un papel crucial en esta vasta red de blanqueo de dinero. Pero en la mayoría de las empresas usadas para esta maniobra ilegal, el nombre de los verdaderos dueños permanece bajo secreto debido al derecho al anonimato que otorgan las controvertidas leyes “offshore”.

Una investigación de tres años 

Los registros bancarios de la operación “Lavandería Global” se obtuvieron gracias a la Red de Investigación del Crimen Organizado y la Corrupción (OCCRP, por sus siglas en inglés) y al periódico ruso Nóvaya Gazeta. Ellos a su vez los recibieron de fuentes que prefirieron mantener el anonimato. El OCCRP compartió la información con the Guardian y con medios de comunicación de otros 32 países.

En los documentos hay detalles de unas 70.000 transacciones bancarias, de las que 1.920 operaciones pasaron por bancos británicos y 373 por estadounidenses. La información forma parte de las pruebas recabadas en una investigación policial de tres años sobre blanqueo en Letonia y Moldavia.

Los investigadores han desentrañado una red conspirativa que involucraba miles de millones de dólares de supuestos delincuentes en Rusia que salían del país a través de cuentas en Letonia y Moldavia, donde los distribuían bancos tristemente célebres por participar en operaciones de blanqueo.

Los investigadores siguieron la pistas hasta en 96 países y se encontraron con una red de sociedades anónimas, en su mayoría registradas en el Companies House (Registro Mercantil) de Londres. La mayor parte de las 21 empresas bajo la lupa ya han sido disueltas.

La escala de la operación ha dejado estupefactos a los agentes de policía. Los registros muestran que los bancos británicos y los extranjeros con oficinas en Londres procesaron 684 millones de euros en transacciones con dinero procedente de Moscú y aparentemente vinculado con delitos. 

Los bancos aseguran tener unidades especializadas en terminar con los delitos financieros. Pero también que el volumen de pagos (miles de millones por año) lo hace difícil. Como explica una fuente del sector, “si uno está de este lado, intentar sacar algo en limpio es como tratar de poner puertas al campo”.

El banco HSBC procesó 505 millones de euros de la operación de blanqueo, en su mayoría a través de la sucursal de Hong Kong. El convulsionado banco Royal Bank of Scotland (RBS), propiedad del gobierno británico en un 71%, manejó 105 millones de euros. El banco propiedad del RBS que usa la reina para su dinero, el Coutts, aceptó 30,4 millones de dólares en pagos de su oficina en Zúrich, Suiza. El Coutts fue castigado hace un mes con una multa por otro caso de blanqueo y está suspendiendo progresivamente sus negocios en Suiza.

Otros grandes bancos que aparecen en la investigación son el Barclays, el NatWest y el Lloyds. El NatWest, también propiedad de RBS, permitió operaciones por un millón de euros.

La trama norteamericana

En EEUU los grandes bancos procesaron más de 63,7 millones de dólares (59 millones de euros). Citibank es uno de ellos: procesó 37 millones de dólares (34,2 millones de euros). El Bank of America, 14 millones (13 millones de euros).

The Guardian se puso en contacto con todos los bancos involucrados: ninguno puso en duda la autenticidad de la información, pero todos insistieron en que mantenían estrictas políticas para combatir el blanqueo.

“Estamos comprometidos a combatir los delitos financieros y el lavado de dinero de acuerdo con nuestras regulaciones y tenemos controles y medidas de protección para identificar, evaluar, vigilar y mitigar la gravedad de estos riesgos”. Esa fue la respuesta del RBS, que abarcaba también al Coutts y al NatWest.

La del HSBC siguió la misma línea: “Este caso deja ver a las claras la necesidad de compartir aún más información entre el público y el sector privado, cada uno de los cuáles tiene información importante que el otro no tiene”.

Pero las revelaciones de the Guardian ponen sobre la mesa cuestiones muy incómodas para los bancos británicos. La Autoridad de Conducta Financiera (FCA, por sus siglas en inglés) requiere que los bancos “consideren el riesgo de blanqueo teniendo en cuenta el riesgo por país; por la reputación del cliente y por la fuente de sus ingresos y sus fondos”.

En muchos de los casos a los que tuvo acceso the Guardian, el dinero desaparecía en empresas offshore ficticias, cuyos “beneficiarios efectivos” permanecen en el anonimato y donde la fuente de ingresos sigue siendo un misterio. La OCCRP descubrió que los propietarios oficiales de muchas de las empresas eran falsos o directores “nominales” radicados en Ucrania.

Controles ineficientes

The Guardian mostró a L. Burke Files, un investigador dedicado a rastrear operaciones financieras internacionales, los detalles de las transferencias. Dijo que los sistemas de verificación y control de varios bancos eran poco metódicos. En muchos casos, alcanzaba con “llenar un simple formulario”.

“El área de cumplimiento normativo se suele ver como como un hijastro no deseado. Los directores de un banco lo ven como un gasto que no trae ganancias. Los profesionales de este área cobran poco, están escasamente cualificados y reciben poca o ninguna formación que les sirva para detectar patrones delictivos”, asegura Files.

En su opinión, la mayoría de las transacciones de los documentos en poder de the Guardian “hubieran requerido una importante mejora en los controles”. “No se trata solo de transacciones puntuales, es el patrón que se repite”.

La policía en Europa del Este ha centrado su atención en un grupo de empresas británicas ficticias, entre ellas, Seabon Limited, administrada por una sociedad gestora con sede en Tooley Street, a solo unos metros de la alcaldía de Londres.

En las cuentas que Seabon presentó en 2013 al Companies House declaraba 1 libra esterlina como ingresos anuales. La empresa cerró en febrero de 2016. Según un análisis de los registros, Seabon estuvo involucrada en transacciones por 8.300 millones de euros. Otra empresa, Ronida Invest LLP, registrada en Newhall Street (Birmingham), procesó 6.000 millones de dólares. Según los fiscales de Europa del Este, las dos fueron creadas para defraudar.

Diamantes y abrigos de piel

Los registros también dan una perspectiva sobre los hábitos de consumo de los rusos, aunque, en muchos casos, no se sepa la identidad de los clientes: diamantes en una joyería de Bond Street, abrigos de piel comprados en el norte de Londres, y lámparas de araña en una boutique de Chelsea. La operación también sirvió para que un ruso acaudalado pagara la matrícula de su hijo en Millfield, la prestigiosa escuela de Somerset.

La información en el apartado de comentarios de las transferencias solía ser engañosa. En un pago por 500.000 dólares, el registro decía “notebooks” cuando en verdad el dinero se había empleado en adquirir abrigos de piel.

La maniobra que permitía la transferencia de dinero del este al oeste fue desentrañada por la policía cuando comenzó la investigación en 2014. El OCCRP, primer organismo en dar a conocer la trama, originalmente la llamó la “Lavandería Rusa”.

La operativa habitual era esta: dos empresas fingían prestarse dinero, con empresas rusas garantizando la operación. Cuando una de las empresas “incumplía” los pagos del préstamo, un juez certificaba la autenticidad de la “deuda” y permitía a las empresas rusas enviar el dinero a una cuenta en Moldavia, de donde pasaba a Letonia, ya en la Unión Europea.

Dinero para la inteligencia rusa

En la maniobra hay cuentas de 19 bancos rusos diferentes. En 2014, se informó que uno de ellos era el Russian Land Bank (RZB), que en el período investigado tenía a Igor Putin como miembro del consejo.

Según los investigadores, desde el RZB se transfirieron unos 9.000 millones de euros a cuentas en el banco moldavo Moldinconbank. El dinero pasó luego al Trasta Komercbanka en Riga, la capital letona.

El director del RZB, Alexander Grigoriev, fue arrestado en Moscú en 2015, un año después de que su banco fuera cerrado por blanqueo de dinero. Según denuncias que llegaron a la OCCRP, Grigoriev tenía vínculos con el FSB, la principal agencia de espionaje rusa.

Grigoriev niega haber cometido ningún delito y dice que es un ciudadano honrado pero permanece bajo custodia, acusado de robar activos en otro caso. 

Igor Putin se negó a hacer comentarios. En una carta escrita en 2014 dijo: “Mi experiencia personal, obtenida en estos últimos años, prueban la verdad de la tesis que dice que el sistema bancario ruso debería ser rehabilitado y purgado de bancos problemáticos con personas de dudosa reputación en la dirección”.

Trasta, el banco letón en el centro del escándalo, cerró en 2016. Según la directora adjunta del Ministerio de Finanzas de Letonia, Maija Treija, el banco perdió su licencia debido al lavado de dinero. “Obviamente fue dinero robado o de origen delictivo”, dijo a la cadena de televisión finlandesa YLE sobre los miles de millones enviados desde Rusia. En su opinión, La lucha contra el lavado de dinero es una “historia interminable”.

Por la crisis política que provocó la participación de los bancos moldavos en el engranaje, Moldavia ha visto desfilar a cinco primeros ministros en los últimos dos años.

Los fiscales moldavos han pedido la detención de los anteriores y actuales directivos del Banco Central de Moldavia: sospechan que hicieron oídos sordos a la información sobre blanqueo que se estaba haciendo a través del Moldindconbank.

El fraude también ha provocado un enfrentamiento con Moscú. El parlamento de Moldavia dijo este mes que el FSB ruso había “tratado de forma abusiva” a los funcionarios moldavos que llegaban al país. Los miembros del parlamento asociaron el hostigamiento a las investigaciones por la operación “Lavandería Moldava” y dijeron que parte del dinero había sido utilizado para intentar sobornar a miembros del parlamento moldavo.

Según funcionarios moldavos, el FSB (manejado por Vladimir Putin antes de convirtirse en primer ministro y presidente) había utilizado parte del dinero de la operación “Lavandería” para favorecer los intereses del Estado ruso.

Traducción de Francisco de Zárate

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