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The Guardian en español

Violaciones y palizas a mujeres y niños en el campo de refugiados de Dunquerque

Voluntarios preparan comida para los residentes del campo de refugiados de Dunquerque en febrero de 2016.

Mark Townsend

Los traficantes que operan en el campo de refugiados de Dunquerque, al norte de Francia, abusan de las mujeres y los menores allí desplazados, según se ha podido saber gracias a los detallados testimonios obtenidos ante las recientes acciones legales iniciadas contra la estrategia del Gobierno británico sobre el bienestar de los menores no acompañados en el campo.

Testimonios de voluntarios, médicos, refugiados y otras autoridades corroboran que los abusos sexuales son una práctica común en el campo de Dunquerque y que las mujeres y los menores son obligados a tener sexo con los traficantes a cambio de mantas, comida o la oferta de un pasaje a Reino Unido.

El bufete de abogados londinense Bindmans iniciará un proceso legal contra el Ministerio de Interior, al que acusa de actuar de forma injusta y arbitraria al elegir reasentar solo a los menores del campo de Calais, cerrado el pasado octubre. Bindmans acusa al Ejecutivo de ignorar a los menores refugiados desplazados en Dunquerque, a 60 kilómetros de Calais.

El caso, presentado en nombre del Equipo de Apoyo Legal de Dunquerque y financiado mediante crowdfunding, afirma que la estrategia del Ministerio de Interior es arbitraria y mezquina. El miércoles, la ministra de Interior, Amber Rudd, anunció la decisión de acabar con el 'sistema Dubs' [que garantiza refugio seguro en Reino Unido a los menores no acompañados], que solo ha permitido el acceso a 350 menores, un 10% de lo que se hizo creer a la mayoría de parlamentarios y organizaciones de ayuda humanitaria.

El final del 'sistema Dubs' ha provocado una amplia indignación con el Ejecutivo. El laborista Alf Dubs entregó a Theresa May el pasado sábado una petición con 50.000 firmas en un contexto de creciente enfado de todos los partidos. Caroline Robinson, de Bindmans, señala: “Nuestros clientes piden al ministro de Interior que reconsidere su postura”.

El viernes, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, afirmó que la decisión del Gobierno pondría a los menores refugiados en manos de los traficantes e incluso en riesgo de muerte. Las advertencias de Welby de lo que podría pasar si a los menores refugiados se les niega la oportunidad de un pasaje seguro a Reino Unido se reflejan gráficamente en los testimonios recogidos durante meses por the Observer.

Testimonios procedentes del campo, donde actualmente hay 2.000 refugiados, de los cuales 100 son menores no acompañados, describen un lugar miserable con carencias de seguridad y una calidad de vida desastrosa. El Equipo de Apoyo Legal de Dunquerque afirma que el fracaso de las autoridades a la hora de proteger el campo ha permitido que los traficantes tomen el control.

La solución ante el miedo: pañales para adultos

“Los abusos sexuales, la violencia y la violación son demasiado comunes. Se abusa de los menores y las mujeres son violadas y obligadas a pagar con su cuerpo para conseguir un pasaje a Reino Unido”, afirma una voluntaria que empezó a trabajar en el campo el año pasado y que prefiere ocultar su nombre. “Aunque las duchas deben estar cerradas por la noche, individuos especialmente peligrosos en el campo tienen las llaves y pueden llevar allí a las mujeres para abusar de ellas. Esto le ha pasado a mujeres que conozco muy bien”.

La voluntaria asegura que uno de los productos más solicitados y distribuidos a las mujeres en el campo de Dunquerque son pañales para adultos. “Las mujeres tienen demasiado miedo como para ir solas al baño por la noche. Ninguno de los pestillos en los baños femeninos funciona”, explica.

La trabajadora relata también varios incidentes en los cuales menores fueron atacados: “Una niña de 12 años fue engañada por un hombre de más del doble de su edad para abusar de ella. Cuando ya no quería hablar más con él por su comportamiento obsceno, él la amenazó. Otro chico de 13 años acabó volviendo a su país después de haber sido violado en el campo”.

Un extrabajador de una ONG que pasó tres años y medio como voluntario en Dunquerque afirma que los hombres atacan a las mujeres y a los niños por su vulnerabilidad. “Ves a mujeres en un entorno masculino con hombres desconectados de la realidad, por ello hay serios incidentes como violaciones. A mujeres, niños, adolescentes, hombres y mujeres”. El trabajador se refiere a los menores como “pequeños y suculentos platos” porque los traficantes les consideran atractivos y vulnerables. Decenas de traficantes residen en el campo.

Una mujer que viajaba por su cuenta señala que los menores no acompañados son vistos como una presa: “Todos los hombres ven que estoy sola, y lo mismo ocurre con los menores. Los hombres me ven y me quieren violar”.

El testimonio de otro voluntario, que sabe hablar árabe, describe cómo un menor de 14 años de Marruecos fue aparentemente violado. El joven era incapaz de sentarse y se repetía a sí mismo que estaba muy “avergonzado”. “No quería nada, simplemente lloraba y llamaba a su madre. Había sido gravemente golpeado”, señala.

El voluntario cuenta también que un niño fue asaltado sexualmente allí mismo, dejando a su madre tan en shock que se había quedado muda. “También vimos a una mujer agarrando del brazo a una niña de siete u ocho años al lado de Ginecólogos sin Fronteras. Aparentemente acababa de ser violada y la mujer tenía miedo de denunciarlo a la policía. Estaba ahí, en silencio y negándose a denunciarlo”.

Otro testimonio de un voluntario hace referencia a un incidente ocurrido en noviembre de 2016, cuando un menor no acompañado de 17 años se quejó por compartir refugio con seis extraños mayores que él. “Entre las once y las doce de la noche me llamó para decirme que me esperaría en el campo. Habitualmente estaba muy tranquilo, pero esta vez estaba nervioso. Cuando finalmente nos encontramos me dijo que alguien había intentado abusar sexualmente de él. Logró escaparse cuando iba a utilizar el baño”. La amenaza de la violencia en el campo es tan grave que muchos denuncian que la gente lleva consigo abiertamente cuchillos y pistolas.

Georgia Feilding, del Equipo de Apoyo Legal Dunquerque, explica: “Hemos hecho todo lo posible por atraer la atención del Gobierno británico sobre la mala situación de los menores en Dunquerque y les hemos rogado que actúen en honor de las promesas realizadas. No nos queda otra opción mas que acudir a los tribunales para impugnar su fracaso a la hora de proteger a estos menores especialmente vulnerables y proporcionarles un pasaje seguro y asilo en Reino Unido.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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