La UE amenaza a Theresa May con demorar un año las negociaciones del Brexit
- Bruselas ve con escepticismo el liderazgo de May tras unos comicios que le han costado la mayoría absoluta y un buen número de burlas
La UE tiene pensado advertir a May que tardará un año en redactar un nuevo mandato para el jefe de las negociaciones, Michel Barnier –lo que en la práctica paralizaría las conversaciones del Brexit– si se empeña en debatir un futuro acuerdo comercial al mismo tiempo que la ley de salida definitiva de la Unión Europea.
Como muestra de la creciente impaciencia con respecto al caótico estado del lado británico en las negociaciones, fuentes importantes de la UE han asegurado que si Londres insiste en hablar sobre un acuerdo de libre comercio antes de todo lo referente a su ley de salida, a los derechos de los ciudadanos y a la frontera con Irlanda, se encontraría con una respuesta contundente.
“Si no aceptan las fases de la negociación, entonces tardaremos un año en redactar una nueva serie de directrices de negociación para Barnier”, asegura un alto diplomático de la UE, añadiendo que la UE no puede entender la constante pretensión británica sobre sus capacidades para discutir los términos de un acuerdo comercial y de su salida de la UE en paralelo.
Los 27 líderes de la UE acordaron formalmente darle a Barnier un conjunto de tareas determinadas en una cumbre celebrada en abril y no tienen intención de reconsiderar el denominado planteamiento por etapas cuando se reúnan con May en una cumbre europea que se celebrará los días 22 y 23 de junio.
Las conversaciones oficiales sobre el Brexit debían comenzar el 19 de junio, el mismo día que el discurso de la reina, momento en el que se sabrá si May ha conseguido el apoyo de la mayoría de los parlamentarios para poner en marcha su agenda política.
El Ministerio para la Salida de la Unión Europea (DExEU, por sus siglas en inglés) envió una carta a la Comisión Europea el viernes pasado por la noche para comunicar que el gobierno estaba operativo y también para informar de que las conversaciones previas a la negociación sobre la logística deberían empezar esa semana tal y como estaba planeado.
Olly Robins, asesor para el Brexit de May, les dijo a sus homólogos europeos: “La primera ministra ha ordenado que los procedimientos para preparar las negociaciones sobre la retirada oficial de la UE deben empezar lo antes posible”. Sin embargo, en la UE hay algo de escepticismo sobre la capacidad de la administración en minoría de May a la hora de hacer efectivas esas decisiones.
La amenaza de restar un año al ya escaso margen de negociaciones bajo el artículo 50 del Tratado de Lisboa ilustra la intensa frustración que tiene Bruselas. En varias ocasiones, el presidente de la comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ya había instado a May a que celebrase unas elecciones generales, esperando que fuese capaz de conseguir una mayoría lo suficientemente grande como para liberarse de los caprichos de los que abanderan la línea más dura del Brexit dentro del Gobierno. Tras el resultado, quedó consternado.
Hay muchas dudas en Bruselas
Una fuente de la UE reveló que Bruselas también había estado informando en secreto a Downing Street sobre la posición de los 27 estados miembro durante meses, mucho antes de que fuese pública, para permitir al gobierno moldear su respuesta. “Lo han tenido todo, a veces incluso antes que algunos altos cargos aquí”, comenta la fuente. “May ha tenido conocimiento de toda la secuencia de conversaciones desde el pasado mes de septiembre. Nada de esto ha sido una sorpresa para ella”.
Roberto Gualtieri, un italiano socialista que lidera a su grupo en las negociaciones del Brexit, dijo: “El gobierno anterior no era plenamente consciente sobre cómo iban a ser las negociaciones. Espero que el interlocutor sea plenamente consciente”.
Elmar Brok, un importante eurodiputado del partido de centro-derecha que gobierna en Alemania, dijo que la UE tendría la mente abierta si Reino Unido se desdecía de su promesa de salir del mercado único y de la unión aduanera después del resultado electoral. “Estamos abiertos a todo, desde un mercado interno y una unión aduanera hasta un acuerdo de libre comercio. Esto depende de la flexibilidad del gobierno británico. Queremos que los daños del Brexit sean lo menores posible”.
El ministro de Defensa británico, Sir Michael Fallon, dijo el domingo que la posición del gobierno de Reino Unido no había cambiado. Sin embargo, diplomáticos de la UE esperan al parecer que May haga una “oferta generosa” para garantizar los derechos de los ciudadanos europeos que viven en Reino Unido como una medida de buena voluntad para dar comienzo a las negociaciones.
Un portavoz del Ministerio para la Salida de la Unión Europea aseguró: “Hemos dicho claramente que queremos comenzar las conversaciones y que continuamos interactuando con nuestros homólogos en la UE y Bruselas de cara al inicio de las negociaciones”.
El derrumbe de la autoridad de May le ha expuesto a las burlas en Bruselas. Martin Selmayr, el poderoso jefe de gabinete de Jean-Claude Juncker, sugirió que May había hecho que sus ayudantes fuesen chivos expiatorios de sus propios erroes. “Bauernopfer”, tuiteó en respuesta a las noticias sobre las dimisiones forzadas de Nick Timothy y Fiona Hill, un término propio del ajedrez que significa sacrificar a un peón para proteger al rey.
Autoridades de la UE también ven con escepticismo las luchas de May por lograr una alianza con los unionistas de Irlanda del Norte (DUP) que sostenga su gobierno. Muchos son plenamente conscientes de que el DUP respalda el Brexit, una postura que les coloca en conflicto con la líder cada vez más poderosa de los conservadores escoceses, Ruth Davidson, así como con la facción que prefiere mantenerse en la UE de los conservadores británicos. El DUP obtuvo 10 parlamentarios y los conservadores escoceses 13.
También existen preocupaciones sobre lo que puede significar una alianza con el DUP en cuanto a las negociaciones sobre la frontera con Irlanda. El primer ministro irlandés, Enda Kenny, tuiteó el domingo que había hablado con May para advertirle de que nada podía poner en riesgo el Acuerdo de Viernes Santo.
Traducido por Cristina Armunia Berges