Ultimátum secreto de la UE a Afganistán: acepta a 80.000 deportados o pierde las ayudas
Cuando los donantes internacionales y el gobierno de Afganistán se reúnan en Bruselas la semana que viene, la Unión Europea planea en secreto amenazar al país con una reducción en las ayudas si el país asolado por la guerra no acepta al menos a 80.000 solicitantes de asilo deportados. Según un informe restringido que se ha filtrado, la Unión Europea hará que su ayuda humanitaria sea susceptible a las “medidas migratorias”, aún cuando reconoce que la seguridad en Afganistán está empeorando.
Mientras tanto, el gobierno afgano también está batallando con una crisis interna y ha fracasado a la hora de reactivar la economía o generar empleo para los jóvenes que escapan del país de forma masiva. Sería todo un reto para Afganistán absorber a 80.000 personas deportadas. Hasta el momento, en 2016, unos 5.000 afganos han regresado voluntariamente desde Europa.
“Esto está ejerciendo una presión inadmisible sobre el gobierno de Afganistán, que no está en posición de responder a tales cifras”, explica Timor Sharan, principal analista del Grupo de Crisis Internacional en Afganistán. Los afganos conforman el segundo grupo más grande de migrantes llegados a Europa con un total de 196.170 peticiones de asilo el año pasado.
En la cumbre de dos días en Bruselas, que empieza el próximo 4 de octubre, se espera que los donantes internacionales lleguen a los cerca de 3.500 millones de euros anuales prometidos en la conferencia de Tokio en el año 2012 para los próximos cuatro años.
La presión sobre Afganistán es parte de una estrategia más amplia de la Unión Europea de hacer que la ayuda para países pobres les sea otorgada en función de si aceptan o no a migrantes deportados.
El ejemplo más conocido es el acuerdo de 6.000 millones de euros ofrecidos a Turquía a cambio de devolver a solicitantes de asilo y mejorar los controles fronterizos. Otros países en una situación similar son Níger, Etiopía, Líbano y Libia. La Unión Europea también ha considerado acuerdos similares con Eritrea y Sudán, cuyos gobiernos están acusado de crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra.
En Afganistán los analistas alertan que la Unión Europea está mandando a la gente de regreso al miedo y a la miseria.
Yousuf (no es su nombre real) huyó de Afganistán en 2011. Su padre era un policía bajo el régimen comunista de los años 80. Yousuf, de 28 años y también comunista, recibió amenazas y casi muere por el estallido de una bomba talibán.
Huyó a Rusia, donde tomó el camino de la Biblia. Siempre reacio al Islam, Yousuf cuenta que encontró que las historias cristianas de Jesús eran honestas y fascinantes. A principios de 2016, salió de Rusia y se asentó en Noruega, lugar en el que se convirtió oficialmente, acto que seguro exacerbaría la ira de los fundamentalistas islámicos si en algún momento regresa a Afganistán.
Hace poco fue deportado. O bien las autoridades noruegas no creyeron que su conversión era sincera, o no pensaron que pondría su vida en peligro, cuenta. El 19 de septiembre llegó a Kabul. Una semana después, reunió el valor para dejar su habitación de alquiler y recorrer las calles con indecisión.
“Tengo problemas con los talibanes”
“La vida aquí es muy difícil. Tengo problemas personales con los talibanes, pero también me preocupan otras personas que viven en esta sociedad. Los cristianos no tenemos ningún valor aquí”, relata.
Afganistán es “absolutamente inseguro”, según Sharan. “La lógica de la UE es que estas personas pueden simplemente reasentarse en otros lugares de Afganistán”, explica. “Pero la situación de seguridad es inestable. Lugares, ciudades y carreteras que eran seguros hace un mes no lo son ahora”.
Mientras aumentan los ataques talibanes, lo mismo ocurre con las víctimas civiles. Según la ONU, 11.000 personas fueron asesinadas o mutiladas en Afganistán el año pasado, una cifra sin precedentes.
Incluso en Kabul, la violencia está creciendo. En julio, un atacante suicida mató al menos a 80 manifestantes. Más de una decena de estudiantes y trabajadores murieron en agosto en un atentado en una universidad.
Aunque las ciudades son relativamente seguras, es difícil hacer vida en ellas. Los trabajos a menudo llegan a través de contactos sociales, y muchos solicitantes de asilo han vivido durante años, si no décadas, en Irán o Pakistán antes de migrar a Europa, explica Sharan.
Por eso, muchos de los deportados no se quedan en Afganistán, sino que vuelven a probar suerte en Europa o se asientan en los vecinos Irán o Pakistán. Abdul Ghafoor, director de la Organización de Asesoramiento y Apoyo a los Migrantes Afganos, que pidió él mismo asilo en Noruega, señala que la mayoría de los retornados que conoce se van de Afganistán.
Explica que algunos de los que han regresado se han enfrentado inmediatamente a nuevos peligros. Un ataque reciente a una pensión extranjera en el centro de Kabul ocurrió cerca de un hotel que alojaba a retornados. “Todas las ventanas del hotel estaban rotas. Se sacó de la cama a las familias”, relata Ghafoor.
La UE dice en el informe filtrado que es “consciente del empeoramiento de la situación de seguridad, de las amenazas a las que está expuesta la gente” y de que Afganistán está sufriendo “niveles récord de ataques terroristas y víctimas civiles”. El informe añade: “A pesar de eso, más de 80.000 personas podrían necesitar ser devueltas en el futuro próximo”.
Un alto cargo de la UE ha declarado por email: “No hacemos comentarios sobre documentos filtrados”. Ha añadido que la UE y Afganistán mantienen un “diálogo constructivo” sobre migraciones.
Traducción de Cristina Armunia Berges y Jaime Sevilla Lorenzo