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The Guardian en español

Los niños yemeníes mueren de hambre por crímenes cometidos en nuestro nombre

Millones de personas sufrirán hambruna en Yemen en 2017 si no se acelera la llegada de ayuda.

Owen Jones

Probablemente sea la casa más cara del mundo: el heredero al trono saudí ha comprado sin pensárselo dos veces una mansión francesa con estatuas de mármol y “jardines de 23 hectáreas” valorada en más de 300 millones de dólares. El príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, está de compras compulsivas: un yate de 500 millones de dólares por aquí, un cuadro de Leonardo da Vinci de 450 millones por allá. Mientras este déspota se rodea de lujos excesivos, los niños de Yemen mueren de hambre al tiempo que las bombas saudíes –muchas suministradas por cortesía del Gobierno británico– destruyen el país.

Es uno de los peores crímenes que se están produciendo ahora, por eso se agradece que 350 destacadas personalidades –premios Nobel de la Paz y personas famosas entre ellos– firmasen este martes una carta pidiendo a los líderes de Francia, Estados Unidos y Reino Unido que dejen de “avivar las llamas de la guerra”. Occidente está armando y apoyando al bárbaro régimen saudí mientras este aplasta Yemen.

Todos nuestros gobiernos son responsables de los 60.000 fallecidos en la guerra de los 1.000 días, de los 17,8 millones sin acceso a la comida necesaria y de los 22 millones que necesitan asistencia humanitaria y protección.

Se estima que aproximadamente un tercio de los bombardeos liderados por Arabia Saudí han atacado objetivos no militares: granjas, mercados y almacenes de comida entre ellos. En un reciente ataque saudí se informó de la muerte de una decena de mujeres que volvían de la celebración de una boda. Estos crímenes reciben poca cobertura, pero no hagáis oídos sordos porque se cometen en nuestro nombre.

El gobierno tory ha ofrecido una ayuda humanitaria adicional irrisoria de 56 millones de euros para alimentos y combustible: como prender fuego a la casa de un vecino y después dejar un billete de 10 euros en el buzón carbonizado. Incluso Samantha Power, exembajadora de EEUU en la ONU bajo la Administración de Obama, ha admitido: “Estados Unidos está equivocado (como lo estábamos en la anterior Administración) al seguir apoyando la coalición liderada por Arabia Saudí mientras esta mata a civiles con impunidad y bloquea el acceso a medicinas, alimentos y combustible a pesar de la inminente hambruna”.

Ahora es un poco tarde para reconocer la culpa y a Obama debería preocuparle el horror que ayudó a desatar. Pero esta confesión destaca la catástrofe que representa la guerra saudí apoyada por Occidente.

Tras escribir sobre la pesadilla de Yemen y visitar un campo de refugiados en Yibuti, al otro lado del mar, es desalentador ver lo poco que se sabe de esta crisis. Nuestro silencio da carta blanca a nuestro Gobierno para mantener su despreciable apoyo al ataque saudí contra los civiles y los derechos humanos. Los niños seguirán muriendo de hambre en silencio y los civiles, muriendo bajo las bombas enviadas por Reino Unido. Es el momento de denunciar lo que se hace en nuestro nombre.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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