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El enigma de la muerte del secretario general de la ONU en 1961 está más cerca de desvelarse

Fotografía de archivo del 19 de septiembre de 1961 en la que se puede ver a investigadores alrededor de los restos del  SE-BDY en un bosque cerca de Ndola, Zambia // AP

Julian Borger

Un informe de la ONU sobre la muerte de su antiguo secretario general Dag Hammarskjöld en un accidente de avión en 1961 en el centro de África ha concluido que hay una “cantidad significativa de pruebas” que demuestran que su vuelo fue derribado por otro avión.

La investigación, entregada el mes pasado al actual secretario general António Guterres, tuvo en cuenta información que no se había divulgado anteriormente proporcionada por los gobiernos de EEUU, Reino Unido, Bélgica, Canadá y Alemania.

Su autor, Mohamed Chande Othman, un antiguo presidente del Tribunal Supremo tanzano, descubrió que los gobiernos de EEUU y Reino Unido habían interceptado comunicaciones de radio en la zona en ese momento que sugerían que el misterio que ya dura 56 años podía ser resuelto si se publicaban los contenidos de aquellas grabaciones clasificadas.

“Estoy en deuda por la ayuda que he recibido, con la que se descubrió una buena cantidad de valiosa información nueva”, dice Othman en un resumen de su informe al que ha podido acceder the Guardian. “Puedo confirmar con total seguridad que cuanto más se han intensificado las investigaciones, más información relevante se ha encontrado”.

Hammarskjöld, un diplomático sueco que se convirtió en secretario general de la ONU en 1953, estaba en una misión en el mes de septiembre de 1961 tratando de negociar la paz en Congo, donde la región de Katanga había organizado una rebelión. Este alzamiento obtuvo el apoyo de empresas mineras y de mercenarios europeos, y estaba en contra del recién independizado gobierno de Kinshasa.

Su avión, un Douglas DC-6, estaba en camino desde Kinshasa hasta la ciudad de Ndola, en Rodesia del Norte (ahora Zambia), donde las autoridades coloniales británicas debían llevar a cabo conversaciones con los rebeldes de Katanga. La aeronave se estaba aproximando a la pista de aterrizaje en la media noche del 17 de septiembre cuando se estrelló. Murió Hammarskjöld y otras 15 personas que estaban a bordo.

Dos investigaciones llevadas a cabo por los británicos indicaban que la causa del accidente fue un error del piloto, mientras que una comisión de la ONU optó por un veredicto abierto en el año 1962.

En los últimos años, una investigación independiente realizada por Göran Björkdahl, un trabajador humanitario sueco, y Susan Williams, investigadora en el Institute of Commonwealth Studies de Londres y autora del libro publicado en 2011 titulado Who Killed Hammarskjöld? (¿Quién mató a Hammarskjöld?), convenció a la ONU para que reabriese el caso.

Un comité de expertos concluyó en 2013 que se había encontrado suficiente material nuevo para justificar el nombramiento de una “persona eminente” para evaluarlo. En febrero de este año asignaron dicho trabajo a Othman.

Estos son los nuevos hallazgos

En febrero de 1961, los franceses proporcionaron en secreto tres aviones de guerra Fouga a los rebeldes de Katanga, “en contra de las objeciones del gobierno de EEUU”. Al contrario de lo que indicaban investigaciones previas, se utilizaron en ataques aéreos, fueron pilotados por la noche y desde pistas de aterrizaje sin asfaltar en Katanga.

Nuevas pruebas refuerzan el relato de un diplomático francés, Claude de Kemoularia, de que un piloto belga conocido como Beukels (que pilotó para los rebeldes como mercenario) le había contado en 1967 que había realizado disparos de emergencia para intentar desviar el avión de Ndola y que de manera accidental cortó una de sus alas. Othman cuenta que no pudo determinar la identidad de Beukels en el tiempo disponible para su investigación.

Reino Unido y las autoridades rodesianas estuvieron interceptando comunicaciones de la ONU en el momento del accidente y contaban con efectivos de inteligencia en la zona. Reino Unido debería tener, por tanto, pruebas potencialmente cruciales en sus archivos secretos.

EEUU tenía sofisticados aviones de vigilancia electrónicos “en y alrededor de Ndola” así como espías, y autoridades de defensa en la noche del accidente, y Washington debería haber podido proporcionar información más detallada.

Othman halló que investigaciones anteriores habían pasado por alto el testimonio de testigos locales que aseguraron que vieron otro avión y destellos en el cielo la noche del suceso. También habían infravalorado el testimonio de Harold Julien, una autoridad de seguridad que sobrevivió varios días y que le contó al personal médico que había visto “chispas en el cielo” poco antes de que cayera el DC-6, conocido por su número de registro como SE-BDY.

“Teniendo en cuenta toda la información que manejamos, parece plausible que un ataque externo o una amenaza fuese lo que causó que el avión se estrellase, tanto si fue a través de un ataque directo lo que causó la caída del SE-BDY o causado por una distracción momentánea del piloto”, concluye Othman.

“Hay una cantidad de pruebas relevantes procedentes de testigos oculares que apuntan a que vieron más de una aeronave en el aire, de que el otro avión pudo ser un avión a reacción, de que el SE-BDY estaba en llamas antes de caer en picado, y/o que el SE-BDY fue atacado o que otra aeronave estuvo involucrada activamente. En definitiva, esta prueba no puede descartarse fácilmente”.

Othman sostiene ahora que “el peso de las pruebas” recae sobre los estados “para demostrar que ellos han llevado a cabo una revisión completa de los registros y los archivos bajo su custodia o posesión, incluidos aquellos que permanecen clasificados, para conseguir información potencialmente relevante”.

El juez tanzano asegura que los elementos de información más relevantes eran las comunicaciones de radio y pidió a los países que probablemente tengan información relevante, como EEUU y Reino Unido, que nombre a “una autoridad independiente y de alto rango” para que revise los archivos.

“Esa información correspondiente a lo que ocurrió durante los últimos minutos del SE-BDY, si se verifica, probablemente probará o refutará una o más hipótesis existentes, haciendo que estemos más cerca del cierre de este caso”, escribe Othman. “Este es un paso que hay que dar antes de que este asunto, y las memorias de aquellos que perecieron en el vuelo al servicio de la organización, puedan descansar”.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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