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The Guardian en español

Ningún cambio en el etiquetado hará que la comida procesada sea buena para ti

Sopas Campbell
Marion Nestle —

Si una compañía quiere que los consumidores compren sus productos, tiene que hacer productos que los clientes quieran comprar. Los americanos de hoy no quieren ingredientes artificiales y procesados de manera poco sostenible en los alimentos que compran y comen. Para los fabricantes de alimentos altamente procesados –los denominados ultraprocesados– no hay muchas cosas que puedan hacer para que su productos parezcan frescos y naturales.

Pero Campbell, sin duda, lo está intentando. Unos meses después de anunciar que iba a eliminar paulatinamente los organismos genéticamente modificados (OGM o transgénicos), la icónica compañía de la sopa dijo el viernes pasado que eliminará el bisfenol A (BPA, compuesto que se presupone tóxico para los humanos) de sus latas el año que viene.

BPA, como sabemos, es una sustancia química que se utiliza normalmente en la fabricación de recipientes de plástico de policarbonato y en los revestimientos de las latas de comida. Sin embargo, también es un disruptor endocrino, sustancia química que puede alterar el equilibrio hormonal. Algunas investigaciones apuntan a que el BPA tiene efectos en el desarrollo de los niños y también en la reproducción.

Aunque la Agencia de Alimentos y Medicamentos del Gobierno de Estados Unidos (FDA) no cree que exista una evidencia potencial suficiente para prohibir el BPA dentro del suministro de alimentos, sí que desaconseja el uso de policarbonato o resinas epoxi en los biberones o tazas para bebés o en los embalajes de comida para pequeños. Durante el último año, otras marcas han tratado de eliminar gradualmente el BPA y así tranquilizar a sus clientes asegurando que sus latas y sus envoltorios son seguros.

Todas esas compañías venden comidas altamente procesadas en un momento en el que el público demanda –y lo hace con su dinero– comida fresca, natura, orgánica, de producción local y hecha a partir de productos sostenibles. Estas empresas no pueden proporcionar estas cosas, pero pueden mostrar lo malo, o lo impopular, las cosas que no son parte de sus productos, los “no”: no a los aditivos artificiales, no a los colores y a los sabores artificiales, no al jarabe de maíz alto en fructosa, no a las grasas trans, no al gluten y, por supuesto, no al BPA y al OGM.

Pero dejadme que os diga algo sobre las empresas que etiquetan sus productos como libres de transgénicos. En mi opinión, la industria de la biotecnología de los alimentos ha creado este mercado –y ha promovido en gran medida el mercado de los productos orgánicos, que no permiten transgénicos– al negarse a etiquetar cuáles de sus productos contienen OGM y consiguiendo que la FDA se quede solo con esta decisión.

Sea como sea, los transgénicos son perjudiciales. La transparencia en la comercialización de alimentos es muy importante para que aumente los tipos de público. La gente no confía en que la industria alimentaria vaya a actuar en pro del interés público; la transparencia aumenta la confianza.

Vertmont votó el año pasado si exigir el etiquetado de transgénicos en el Estado –el Senado de Estados Unidos rechazó un proyecto de ley a mediados de marzo para intentar frenarlo– y conglomerados alimenticios como Campbell, General Mills, FonAgra, Kellogg y Mars se han comprometido a etiquetar sus productos como contenido OMG o transgénico.

Además de eliminar el BPA de los envases y los transgénicos de sus productos, al menos otras once compañías acaban de anunciar que están eliminando una gran cantidad de aditivos artificiales y que lo están haciendo tan rápido como les es posible.

Taco Bell, por ejemplo, va a suprimir el colorante amarillo 6, el jarabe de maíz alto en fructosa, el aceite de palma y los conservantes artificiales para reemplazarlos por ingredientes “naturales”. Grandes empresas alimenticias como Kraft, Nestlé y Generals Mills tienen previsto hacer exactamente lo mismo.

Todo esto quizá beneficie a los clientes en gran medida. Pero también tiene mucho sentido desde el punto de vista comercial: la venta del “no”. Pero lo que debería recordar todo el mundo es que los alimentos que están etiquetados como “libres de” todavía contienen calorías, sales y azúcares en exceso. Las dietas más saludables siempre son las que contienen verduras y otros muchos alimentos no procesados. Ningún tipo de resta que se le haga a los alimentos ultraprocesados va a cambiar eso.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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