Una fuente del Pentágono revela represalias contra quienes denunciaron internamente la vigilancia masiva
Edward Snowden ha abogado por una revisión completa de las políticas de protección de los denunciantes después de que una fuente del Pentágono haya denunciado las trampas del sistema contra aquellos que exponen las malas prácticas de la organización.
El relato de John Crane, un ex investigador del Pentágono con muchos años de experiencia, perjudica a Barack Obama, Hillary Clinton y a otros altos cargos de la administración que en su día aseguraron que Snowden no debería haber filtrado información a los medios de comunicación y que podría haber utilizado los mecanismos internos de denuncia.
Crane, que durante mucho tiempo trabajó como ayudante del inspector general del Pentágono, ha acusado al Departamento de Defensa de tomar represalias contra un denunciante, Thomas Drake. Este caso ayudaría a comprender por qué en 2013 Snowden optó por filtrar a los medios la información relativa a la Agencia de Seguridad Nacional. Los funcionarios del Pentágono no solo proporcionaron el nombre de Drake a investigadores penales sino que, como Drake ha contado a The Guardian, destruyeron documentos que eran claves para su defensa.
En respuesta a estas revelaciones, Snowden ha indicado que en su momento compartió sus preocupaciones con los compañeros de oficina, sus superiores y también con abogados y que todos le indicaron que “estaba jugando con fuego”.
En declaraciones a The Guardian, ha explicado que “los denunciantes necesitan una política de protección férrea y que realmente se respete”. “Necesitamos que cuando se denuncia una mala práctica y se aborda el problema, estos casos exitosos salgan a la luz. Se debe proteger a todos aquellos que hablan con miembros del Congreso que desempeñan una función de vigilancia y si gracias a sus esfuerzos se reforman determinadas políticas, se merecen que se reconozca su labor. Ahora mismo no hay incentivos para aquellos que deciden plantar cara a una agencia que no respeta la ley y esto debe cambiar”.
También ha indicado que “con el sistema actual, la triste realidad es que hablar con un inspector general y presentarle pruebas de alguna grave irregularidad es un error. Contactar con los medios de comunicación conlleva riesgos, pero al menos tienes más posibilidades”:
Arruinado por denunciar
Thomas Drake se arruinó como consecuencia de la batalla legal a la que tuvo que hacer frente. En 2011 se retiraron todos los cargos contra él. Snowden tomó nota. Ahora, el relato de Crane ha dado lugar a una nueva investigación por parte del Departamento de Justicia de Estados Unidos, que estudiará las posibles represalias del Pentágono contra los denunciantes. Crane tiene la esperanza de que esta investigación sirva para que el Pentágono se convierta en un lugar más seguro para aquellos que desde dentro intenten denunciar las malas prácticas y la ilegalidad.
“Si los denunciantes son investigados por el simple hecho de ser denunciantes, esto representa el fin de todo el sistema de denuncias de malas prácticas dentro de la organización”, ha indicado Crane a The Guardian.
Crane, que hasta ahora no había concedido ninguna entrevista, ha contado su historia en un libro de Mark Hertsgaard, Bravehearts: Whistle Blowing In The Age of Snowden (Corazones valientes, los denunciantes en tiempos de Snowden). The Guardian, que para investigar y contrastar la historia de Crane ha unido fuerzas con Der Spiegel y Newsweek Japón, publicará algunos fragmentos.
“Cuando alguien decide denunciar una situación, es consciente de las consecuencias”, ha subrayado Crane: “Están tomando una decisión que va a cambiar su vida, su futuro y también la vida de su familia. La confianza tiene que ser inquebrantable. Nunca se puede violar ese acuerdo de confidencialidad”. Snowden ha señalado que él no confía en los mecanismos oficiales de denuncia precisamente por lo que le pasó a Drake.
“Cuando trabajaba en la Agencia de Seguridad Nacional, todos sabíamos que denunciar algo más grave que un caso de acoso laboral por la vía oficial representaba, en el mejor de los casos, el fin de tu carrera. Forma parte de la cultura de este sitio”, ha explicado Snowden a The Guardian.
“Si tu jefe miente cuando hace el control horario, tal vez el inspector general lo revise, pero si eres Thomas Drake y acabas de descubrir que el presidente de Estados Unidos ha ordenado pinchar los teléfonos de todos los ciudadanos del país, ¿qué van a hacer? Van a deshacerse de esta información y también van a deshacerse de ti”.
El asunto del Trailblazer
Si bien el caso de Drake es conocido dentro de los círculos de la seguridad nacional de Estados Unidos, pocos conocen los detalles de lo que pasó a nivel interno.
En 2002, Drake y otros compañeros de trabajo de la Agencia de Seguridad Nacional contactaron con el inspector general del Pentágono para denunciar un nuevo método de obtención masiva de datos, conocido con el nombre de Trailblazer, que no había dado buenos resultados y cuyo coste había sido muy elevado. Crane, que era el responsable de la unidad de denuncias, asignó el caso a un grupo de investigadores. Durante dos años, y valiéndose de Drake como fuente de información principal, consiguieron miles de documentos, información clasificada y no clasificada, y en diciembre de 2004 prepararon un extenso informe que criticaba esta herramienta. Con el tiempo, consiguieron que dejara de utilizarse. Tras esta experiencia, Crane llegó a la conclusión de que los mecanismos oficiales de denuncia funcionaban correctamente.
Sin embargo, poco después de que se filtrara información sobre el programa de vigilancia masiva de la Agencia de Seguridad Nacional a The New York Times, Drake fue investigado y más tarde procesado. Se le acusó de haber guardado información; exactamente lo que los investigadores del inspector general le habían pedido que hiciera.
“Me dejaron muy claro que debía guardar tantos documentos como fuera posible y que obviamente debía gestionar correctamente toda la información que fuera secreta”, señala Drake.
Crane empezó a sospechar que su equipo había pasado información sobre Drake al FBI. También sospechaba del principal abogado de la oficina del inspector general del Pentágono, Henry Shelley, que había aconsejado que para gestionar esa denuncia lo mejor era trabajar codo a codo con el Departamento de Justicia. Lo confrontó pero solo obtuvo evasivas. “El abogado más importante de la oficina no estaba dispuesto a decirme si había revelado la identidad de Drake. Esto me preocupó porque esperaba una respuesta mucho más directa”, indica Crane.
Cuando los abogados de Drake contactaron con la oficina del inspector general para solicitar la documentación que podría haber demostrado su inocencia, descubrieron que la mayoría de esas pruebas había sido destruida antes de que se presentaran cargos contra su cliente. En una carta enviada en 2011, les indicaron que se habían limitado a seguir la política de destrucción habitual.
Crane se enfureció. Las reglas establecen que la documentación debe ser convenientemente guardada, no destruida. Sin embargo, una compañera de mayor rango, Lynne Halbrooks, le aconsejó que no investigara la destrucción de documentos. Empezó a sospechar que Shelley y Halbrooks habían traicionado al denunciante y habían proporcionado información engañosa al Departamento de Justicia y al juez federal para cubrir el programa de vigilancia masiva de la Agencia de Seguridad Nacional.
Represalias en el Pentágono
La relación de Crane con sus superiores se fue deteriorando hasta que en 2013 lo obligaron a dejar su puesto de trabajo; unos meses antes de la filtración de Snowden. Un año más tarde, presentó una queja ante un organismo federal que se ocupa de los denunciantes, la Oficina de Asesoría Especial. En marzo de ese año, la Oficina concluyó que era “muy probable” que el inspector general del Pentágono hubiese destruido de forma improcedente los documentos enviados por Drake y hubiese propiciado, con el consentimiento del Pentágono, la investigación del Departamento de Justicia.
Shelley, que todavía es el asesor legal del inspector general, no ha querido responder las preguntas de The Guardian pero sí ha afirmado que tiene la seguridad de que “su nombre quedará limpio de toda sospecha” cuando se conozcan las conclusiones de la investigación. Halbrooks, la Oficina de la Asesoría Especial y el inspector general del Departamento de Justicia tampoco quisieron hacer declaraciones.
Bridget Serchak, una portavoz del inspector general del Pentágono, ha puntualizado que su oficina y la Oficina de Asesoría Especial fueron las que solicitaron al Departamento de Justicia que investigara los hechos.
“Es importante señalar que todavía no tenemos ninguna conclusión y que por este motivo sería injusto concluir que los hechos denunciados son ciertos. La Oficina del Inspector General del Departamento de Defensa colabora con la investigación de su par en el Departamento de Justicia, y está a la espera de que se conozcan los resultados de esta investigación” ha dicho Serchak.
Crane considera que esta última consulta servirá para saber si es posible reformar el sistema de denunciantes.
“La filtración de Snowden es una respuesta a la gestión de la denuncia de Drake. La investigación de la Oficina de Asesoría Especial relativa a la posible destrucción de los documentos de Drake supone el fin de este culebrón”, ha indicado.
Traducción de Emma Reverter