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The Guardian en español

El último gobernador británico de Hong Kong confiesa que no hizo lo suficiente por la democracia

El exgobernador británico de Hong Kong, Chris Patten.

Tom Phillips / Alex Healey

“Las luces resplandecían y había gritos de entusiasmo”, así recuerda el último gobernador de la última colonia británica la noche en que salió de Hong Kong por última vez.

Es 1 de julio de 1997. Mientras el yate real Britannia sale del Puerto Victoria y se embarca en su último e histórico viaje por el mar del sur de China, Chris Patten se relaja con una copa de vino.

Patten ya no era el líder de lo que se había convertido de la noche a la mañana en la ciudad comunista más capitalista del mundo. Cuando se despertó, pudo ver desde su camarote dos barcos espía chinos que seguían a la lujosa nave de 412 pies en su camino a Manila. “Supongo estaban ahí en caso de que nos diésemos la vuelta y reconquistásemos Hong Kong”, bromea Patten, de 73 años, recordando el día en que finalmente se cerraron las cortinas de otro pedazo de un imperio que en su momento gobernó prácticamente una cuarta parte del mundo.

Esta semana, miles de ciudadanos de Hong Kong tomarán las calles para rememorar la noche que marcó el final de una época. La noche en que se devolvió la región a China tras 156 años de gobierno colonial británico.

Para muchos será un momento de alegría; una oportunidad de conmemorar el triunfo de una China renaciente sobre los humilladores coloniales que ya no se atreven a meterse con lo que se ha convertido en la segunda economía del mundo.

Un gran espectáculo de fuegos artificiales de 23 minutos iluminará el cielo sobre el Puerto Victoria el sábado por la noche. Los restaurantes ofrecerán a sus comensales la oportunidad de ver unos fuegos muy politizados mientras disfrutan de un banquete de sashimi de atún rojo o langosta frita.

El líder chino, Xi Jinping, hará su primera visita oficial a la excolonia, donde presidirá una serie de eventos conmemorativos, incluida una revista a las tropas del Ejército de Liberación del Pueblo estacionadas en la isla desde la retirada británica.

“El 20 aniversario es para mí un evento reseñable”, sonríe Holden Cow, una de las voces más a favor de Pekín en la antigua colonia. “La gente debería celebrarlo”. Pero no todo el mundo tiene ganas de celebrar, y Patten está entre ellos.

20 años después de abordar en el Britannia con el Príncipe Carlos tras pronunciar un discurso de despedida cargado de emociones, el “último gobernador” de Hong Kong señala que teme que Xi se empeñe en frustrar la búsqueda de la democracia en Hong Kong.

Silencio británico ante las violaciones de China

En referencia al reciente secuestro de un grupo de vendedores de libros de contenido político, Patten denuncia que Pekín es culpable de una serie de violaciones “indignantes” del acuerdo que garantizó la salida británica —la llamada declaración conjunta—, bajo el cual el estilo de vida de la antigua colonia debía permanecer igual durante los 50 años posteriores a la entrega en 1997.

“Creo que el plan de Xi Jinping es que el sur de China no empiece a parecerse a Hong Kong, sino que Hong Kong sea como el sur de China”, cuenta Patten. Es decir, donde los secuestros por razones políticas son una realidad cotidiana y donde los disidentes pueden ser encerrados por desafiar a su régimen autoritario.

A pesar de su obligación moral con sus antiguos gobernados, el Gobierno británico no ha desafiado el debilitamiento de las libertades en Hong Kong por parte de Pekín por miedo a dañar su relación económica con China.

“No tengo ninguna duda en absoluto de que [China] ha violado la declaración conjunta. Y en ocasiones ha sido violada de forma tan ofensiva —por ejemplo los secuestros de los libreros— que un representante de exteriores británico, así como el Gobierno, lo han criticado intensamente”, cuenta Patten.

“Pero en su conjunto, hemos seguido operando bajo el engaño de que a menos que te doblegues lo suficiente, no harás ningún negocio en China. Y las pruebas para creer eso, por decirlo suavemente, son escasas”, asegura Patten.

Una sola petición: elecciones libres

Las autoridades buscarán celebrar el aniversario de esta semana con una explosión de pomposidad y fuegos artificiales. Pero para el vibrante movimiento democrático de la antigua colonia, se trata de un momento para protestar, no de una fiesta.

Casi tres años después de que la ciudad quedase golpeada por una campaña de desobediencia civil de 79 días —las protestas del Movimiento de los Paraguas de 2014—, los activistas acusan a Pekín de pisotear los compromisos previos a la entrega. China se comprometió a que el estilo de vida de Hong Kong permanecería “intacto” durante 50 años y que finalmente se introduciría una democracia auténtica en la ciudad.

Una serie de escándalos —incluido el secuestro de los libreros y, más recientemente, de un magnate chino— ha reforzado los temores de que las libertades prometidas a los ciudadanos de esta ciudad semiautónoma antes de su entrega se estén desmantelando.

“Es un momento de manifestación, no de celebración”, cuenta Joshua Wong, líder del movimiento de protesta de la juventud de Hong Kong. Wong, de 20 años, ha prometido dar la bienvenida a Xi con una simple petición: “Elecciones libres”.

Emily Lau, miembro de la vieja guardia del movimiento democrático, afirma que también saldrá a las calles, uniéndose a miles de manifestantes en una marcha el 1 de julio conmemorando el primer día de Hong Kong bajo control de China. “Claramente no es un momento de celebración, las cosas aquí están muy mal. La sociedad está dividida”, afirma. “No creo que la gente tenga realmente ganas de celebrar”, añade.

Durante una entrevista en la sede central de su editorial en el centro de Londres, Patten, cuyo libro Primeras confesiones: una especie de memorias, mostró su apoyo a este tipo de actos pacíficos de resistencia.

Han sido estos activistas los que están ahora impidiendo que Hong Kong se transforme en un lugar donde se prohíbe la disidencia y a los periodistas se les “trocee en las calles con machetes, como en Shanghai en los años 30 o 40”, aseguró.

“Esos jóvenes, no tienen la razón en todo, pero han sido más valientes de lo que yo nunca he tenido que ser. Han actuado con extraordinaria dignidad”, indicó Patten. “Creo que tenemos una gran responsabilidad de comportarnos de forma más honesta con Joshua Wong y su generación de lo que lo hicimos con la generación de sus padres”.

Sin embargo, Patten advirtió del peligro de permitir que la campaña por la democracia se “transforme” en un empuje por la independencia, algo que seguro provocaría una reacción feroz y desestabilizadora de los líderes autoritarios chinos.

Críticas a los “entrometidos”

Raramente a Pekín le han gustado las intervenciones del último gobernador de Hong Kong, a menudo ridiculizándolo como una “serpiente de dos cabezas”, un “bailarín de tango” y “un granuja de mil generaciones”.

El mes pasado, el ministro de Exteriores chino criticó lo que llama entrometidos, o las fuerzas extranjeras como Patten, quien ha criticado la erosión de las libertades de Hong Kong por culpa de China durante un congreso celebrado en Washington.

Pero aunque Pekín lo había descrito como un “activista demente por la democracia”, Patten cree que en realidad debería ser criticado por no haber hecho más por promover el sufragio universal durante sus cinco años como gobernador.

“Cuando nos fuimos, nos habíamos esforzado por establecer un sistema de mayor y más legítima responsabilidad. Pero podríamos haber hecho más, no tengo ninguna duda”, afirmó.

Una imagen de sus últimos días en el poder no se le quita de la cabeza. En una visita a un hospital psiquiátrico, tan solo unas semanas antes de embarcar en el Britannia, recuerda que se le acerco un paciente vestido con un traje a tres piezas. “Gobernador Patten, ¿podría preguntarle algo?”. “Siempre nos dice que Reino Unido es la democracia más longeva del mundo, ¿me podría explicar por qué están entregando Hong Kong a el último régimen totalitario sin pedir la opinión del pueblo de Hong Kong?”, señaló el paciente.

A pesar del lugar del encuentro, “fue la pregunta más sensata en Hong Kong”, afirma Patten. “Increíblemente sensata; e incontestable. Pero por lo menos podríamos haber hecho algo más para hacerla contestable”.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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