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Las mujeres solteras están ayudando a transformar el panorama político

Las mujeres solteras fueron la clave del triunfo de Barack Obama y ahora se alinean detrás de Bernie Sanders.

The Guardian

Gaby Hinsliff —

Familias trabajadoras. Incentivos fiscales para los casados. Ayudas a las parejas para que puedan comprar una vivienda. Son estereotipos trillados que utilizan los políticos y lo cierto es que la mayoría de nosotros no caemos en la cuenta de que han empezado a sonar caducos. Aunque a juzgar por los mensajes de la mayoría de políticos nunca lo dirías, estamos en la era del votante individual. 

El año en que David Cameron se convirtió en primer ministro, en el Reino Unido las parejas no casadas empezaron a superar a las casadas. Uno de cada tres británicos vive solo, según la Oficina Nacional de Estadística. Y este giro hacia un estilo de vida sin pareja tiene un gran impacto en el conjunto de la sociedad; empeora el problema de acceso a la vivienda, ya que si hay menos parejas y más solteros que buscan casa para vivir solos, hay más demanda, más competitividad y suben los precios, también hay más presión para un mejor salario ya que la factura de electricidad es muy cara si no la compartes con nadie.

Esto explica por qué el nuevo libro de la periodista estadounidense Rebecca Traister, All the Single Ladies (Todas las damas solteras), que afirma que las solteras están cambiando el estilo de vida que habían interiorizado los estadounidenses, ha sido recibido con gran expectación en ambos lados del Atlántico.

Traister subraya que sin el apoyo de las solteras Barack Obama no hubiese llegado a la Casa Blanca. Dos de cada tres lo apoyaron (las casadas prefirieron votar a Mitt Romney). Las solteras más jóvenes han sido el motor de la campaña de Bernie Sanders, repitiendo el ejemplo de todas las que el verano pasado apoyaron al líder laborista británico Jeremy Corbyn. Traister afirma que las solteras “ya han demostrado que pueden cambiar Estados Unidos y muchos se sienten muy incómodos”. 

En cambio, millones de hombres han decidido que todavía no están preparados para el matrimonio sin que esto de lugar a incomodidad o a un libro éxito de ventas. La palabra “soltero” también puede ser un poco ambigua. Traister la utiliza para referirse a todo aquel que no esté casado, con lo cual los estudiantes, aquellos que comparten su vida con otro sin casarse, los divorciados y los viudos quedan incluidos en el término. 

Más independencia, menos estabilidad

Lo que está claro es que las mujeres tienen una mayor independencia económica que sus madres. Solo una de cada tres británicas que nació en 1980 ya está casada cuando cumple 30 años. No debería sorprender que este hecho tenga repercusiones políticas y económicas. 

“Con la generación de mi madre existía la expectativa de que te casaras llegado determinado momento y se suponía que esto te iba a proporcionar una estabilidad económica”, explica Rachel Statham, una londinense de 22 años: “No creo que ahora nadie planifique su vida así. Nadie espera que otro lo mantenga”. 

Ella y sus amigas se consideran “proveedoras”; responsables de su futuro. En un mundo donde el trabajo autónomo y la precariedad laboral están en alza y en el que es difícil pagar el alquiler, es más fácil llamarse proveedora que serlo de verdad. Statham intentó alquilar un apartamento con su novio pero incluso los estudios eran demasiado caros. Así que vive con un compañero de piso y su novio se queda a dormir algunas noches y paga en proporción a los días que pasa allí. 

Durante las últimas elecciones, Statham escuchó pocas medidas que tuvieran algo que ver con su vida: muchas hacían referencia a iniciativas económicas para mujeres casadas y con hijos y prácticamente no se dijo nada sobre mujeres independientes. Así que cuando el año pasado se creó el Women's Equality Party (Partido para la igualdad de la mujer, Wep en sus siglas en inglés) prometiendo un nuevo enfoque feminista en política, Statham no dudó en afiliarse y poco después le ofrecieron el trabajo de coordinadora de campaña y ahora ayuda a gestionar las elecciones de esta primavera en Escocia, Gales y Londres (donde la cofundadora Sophie Walker se presenta como candidata a la alcaldía). 

Las mujeres jóvenes y solteras, frustradas porque nadie parece hablar su idioma son, según la portavoz de Wep, una parte cada vez más importante de su militancia. Sin embargo, no son las únicas personas solitarias que pueden poner el sistema político patas arriba.

Mujeres ignoradas

“Cuando hablamos de votantes solteras pensamos en Sexo en Nueva York” indica la encuestadora Deborah Mattinson: “Sin embargo, la mayoría de las solteras de las que estaremos hablando son más mayores y lo que me pregunto es durante cuánto más tiempo las mujeres mayores serán ignoradas por los políticos”.

Mattinson cree que los políticos no han diseñado una estrategia específica para los solteros porque asumen que este tipo de votante es joven y que estadísticamente las posibilidades de que vote son menores. Sin embargo, si este es el caso, no están teniendo en cuenta un hecho importante: “Las mujeres mayores votan y son multitud, y los cambios pequeños marcan la diferencia”. Las mujeres del “baby boom” tienen muchas más probabilidades de divorciarse y llegar solas a la jubilación.

Flissy Read era profesora y perdió su trabajo a los 50, una edad difícil para comenzar de nuevo. Desde que se separó hace 12 años, ha tenido que encontrar la manera de pagar las facturas y se le están acabando las ideas. “He paseado perros, he trabajado como señora de la limpieza, también he dado algunas clases pero ahora estoy sorda y ya no puedo trabajar como profesora. Soy bastante creativa y siempre me invento algún trabajo pero no es la situación ideal, así que ahora de vez en cuando alquilo mi casa y duermo en casa de algún amigo, o a veces tengo un inquilino”, explica. 

El Gobierno decidió subir la edad de jubilación de las mujeres a 64 años para igualarla a la de los hombres; esto fue la gota que colmó el vaso. Furiosa, Read se unió a la campaña Women Against Pension Injustice (waspi, mujeres en contra de la injusticia de la subida de edad de las pensiones estatales) que hasta la fecha ha conseguido que 169.000 personas firmen su manifiesto en protesta de los cambios. 

Explica que lo que realmente le indigna es la suposición de que las mujeres cuya jubilación ha sido postergada pueden apoyarse en sus maridos: “Vivo sola y yo me saco las castañas del fuego. Estoy bastante contenta con mi situación pero me parece una vergüenza que piensen que somos mujercitas con un marido que nos mantiene. Muchas mujeres waspi viven solas y podrían mantenerse sin problemas si cobraran la jubilación”.

El debate de la jubilación

Resulta que el debate en torno a la edad de jubilación está íntimamente conectado con las solteras. Si nos remontamos a 1935, un grupo de trabajadoras de una fábrica textil en la ciudad de Bradford crearon la asociación nacional para las pensiones de las solteras para hacer campaña a favor de que se bajara la edad de jubilación (65-70 años). Argumentaban que se trata de una edad demasiado elevada para aquellas que no gozaban de buena salud y hacían un trabajo físico duro.

La campaña consiguió atraer a un elevado número de mujeres cuyos planes de matrimonio habían sido bombardeados durante la Segunda Guerra Mundial y que ahora se veían obligadas a trabajar en un contexto laboral hostil. Después de que las solteras decidieran manifestarse en Downing Street, los ministros decidieron bajar la edad de jubilación a 60 años, reconociendo que el Estado debe actuar en ausencia de maridos. 

Sin embargo, 80 años más tarde el mito de que el matrimonio aporta seguridad todavía pervive. Incluso David Cameron se ha referido a los matrimonios como el mejor sistema de bienestar social que la humanidad ha sabido crear, sin referirse a todos aquellos que no tienen familia y se mantienen solos.

“Creo que en política todavía hay una misoginia subyacente”, indica Kate Green, la portavoz en la oposición en lo referente a mujeres e igualdad. “Todavía piensan que las mujeres son una fuente de ingresos secundaria en una pareja estable e impulsan medidas basadas en una premisa falsa”. 

Afirma que los ministros no parecen tener en cuenta la posibilidad de que una pareja se separe cuando impulsan determinadas medidas. “Por ejemplo, en el crédito universal de la seguridad social del Reino Unido, que va a un solo miembro de la pareja. Piensan que en una pareja se comparte todo, y en realidad no es así. Siempre les pregunto a los políticos conservadores si a su mujer le gustaría que el salario que ella gana fuera directamente al bolsillo de él. La realidad es que algunas mujeres que ahora viven en pareja más tarde podrían tener que vivir algunos años solas y es necesario que se protejan de una relación que podría no durar”. 

El matrimonio compensa 

La triste verdad es que, desde un punto de vista económico, es más fácil vivir en pareja que estar solo. Los solteros suelen tener más dificultades para acceder a un piso de propiedad, eso si su salario les permite comprar un inmueble, ya que es más difícil ahorrar para la entrada. Los costes del cuidado de los niños siguen siendo un gran obstáculo para los padres y madres solteros que buscan trabajo. Además, una consecuencia no prevista del sistema de crédito fiscal que quería reducir la pobreza infantil es que los solteros sin hijos han quedado en una situación de mayor vulnerabilidad frente a la crisis por el coste de vida. 

Nadie habla del papel que ha desempeñado la soltería en cuestiones como la pobreza y la desigualdad. El think tank Institute for Public Policy Research (IPPR, Instituto para la Investigación de Políticas Públicas) indica que una quinta parte del aumento del denominado coeficiente de Gini (que sirve para medir la brecha entre ricos y pobres) entre 1979 y 2003-2004 se debe a los cambios experimentados en la formación de los hogares, entre ellos, las consecuencias del envejecimiento y los cambios en las pautas de fertilidad y también el aumento de hogares monoparentales. Si el mundo todavía fuera como en 1979, si casarse joven y la maternidad fueran la norma, el divorcio fuera infrecuente y no fuéramos un país que está envejeciendo, el Reino Unido tendría 280.000 pensionistas pobres menos.

Para los conservadores, la moraleja de la historia es obvia: dar marcha atrás en el tiempo, dejar de ayudar a las madres solteras, no poner facilidades al divorcio. Sin embargo, la suya no es la única oferta que está encima de la mesa.

Lo que quieren

Subir el salario mínimo, reforzar los derechos laborales y crear un sistema de bienestar generoso que entienda que algunas personas siempre necesitarán la ayuda de su país. Esta es la lista de deseos de prácticamente todos los seguidores de Corbyn o de Sanders pero en realidad procede del manifiesto de la soltería que aparece en la cubierta posterior del libro de Traister.

Tampoco es casualidad que parezca demasiado izquierdoso para Estados Unidos. Precisamente, Traister sostiene que “todas las damas solteras” están escorando el sistema político de Estados Unidos hacia la izquierda. El hecho de no casarse ha hecho que cambien las expectativas que tenían del Estado. No quieren que nadie les aconseje que busquen un marido; creen que sería económicamente más viable que la legislación en torno al aborto fuera más permisiva y el coste del cuidado de los niños, menor. Les gustaría que la economía se adaptara al cambio de estilo de vida de las mujeres y no al revés. 

El manifiesto de Traister no responde exactamente a la situación en el Reino Unido ya que en este país las solteras ya reciben atención médica gratuita y tienen la baja maternal que la periodista pide para las mujeres estadounidenses. Sin embargo, lo más parecido a unas elecciones de “solteros” podría ser las que tendremos este mayo en Londres.

Junto con Glasgow y Brighton, la capital es una de las ciudades del país que concentra una mayor cantidad de solteros debido a la juventud de sus habitantes pero también a la alta concentración de padres y madres solteros. Unos 320.000 solteros podrían votar al nuevo alcalde y la organización benéfica Gingerbread, que apoya a las familias monoparentales, indica que se han convertido en una fuerza política que debe ser tomada en cuenta. Como indica la directora ejecutiva, Fiona Weir: “No estamos hablando de un nicho o de una minoría sino de una de cada cuatro familias con niños”. 

Su equipo ya se ha reunido con el candidato laborista, Sadiq Khan, y también con el del partido conservador, Zac Goldsmith. Khan ya dispone de una lista de medidas que podrían favorecer a las solteras; luchar contra la violencia sexual contra las mujeres en el transporte público y promover la igualdad salarial.

No obstante, lo que realmente le parece frustrante a Weir es que los políticos de todos los partidos todavía no se atreven a dirigirse a los padres y madres solteros en sus mítines, explicando por ejemplo por qué unos costes más baratos de los cuidados de los niños serían beneficiosos para ellos o por qué la desgravación fiscal por hijos los afecta desproporcionadamente. Su gran preocupación es que se mantienen los prejuicios en torno a las madres solteras.

“El año pasado llevamos a cabo una encuesta bastante deprimente, en la que preguntamos qué imagen les venía a la cabeza cuando les decíamos la frase 'familias monoparentales en el Reino Unido'. Lo primero que les venía a la cabeza era ”beneficios“, incluso cuando dos de cada tres padres y madres solteros trabajan. En la actualidad, el estigma no es tan notorio como en el pasado, ya no se pronuncian discursos sobre padres adolescentes que hacen cola para que les den una vivienda social, pero los prejuicios siguen allí de una forma más sutil”.

La lección aprendida de Obama es que tal vez impulsar medidas que favorezcan a los solteros y dejar que todos extraigan sus propias conclusiones no es suficiente. Obama, que es hijo de madre soltera, supo ver antes que muchos políticos que aquellas mujeres que son la principal fuente de ingresos de la familia (o la única) estaban hartas de que las ignoraran. Por este motivo, habló abiertamente de esta cuestión y también habló con ellas. Subrayó que muchas mujeres no se pueden permitir ganar 74 centavos, en comparación al dólar que gana un hombre, porque son las únicas que llevan comida a la mesa, y también habló de las mujeres que necesitaban una reforma sanitaria porque mantenían a su familia y no se podían permitir caer enfermas. Trató a las mujeres como personas económicamente independientes, que es lo que son muchas de ellas mientras que otras aspiran a serlo. A los políticos británicos todavía les queda un largo camino por recorrer para ponerse al día.

Traducción de Emma Reverter

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