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The Guardian en español

La ofensiva sobre Mosul podría tener consecuencias desastrosas

Imagen de archivo de fuerzas kurdas en Irak

Patrick Wintour

/ Martin Chulov —

El asalto terrestre a Mosul, último bastión del Estado Islámico en Irak, ha comenzado este lunes, iniciado por el ejército iraquí y las fuerzas peshmerga kurdas. Alrededor de 45.000 soldados iraquíes liderarán el asalto desde el sur de Mosul, mientras que las fuerzas peshmerga entran en posición para bloquear las rutas de escape al norte y al este.

Además, la Coalición internacional liderada por Estados Unidos ha cooperado en la operación atacando posiciones terroristas al este de la ciudad.

Aunque la victoria sobre el grupo terrorista parece muy probable, existen dudas persistentes sobre lo que pueda venir después.

Mientras los movimientos militares están en una etapa avanzada, las cuestiones sobre cómo tratar con hasta los 1,3 millones de refugiados, o cómo restablecer la gobernabilidad en una ciudad maltratada por dos años de tiranía, obsesiona cada vez más a las agencias de ayuda humanitaria y a las autoridades regionales, algunas de las cuales creen que lo que salga de Mosul determinará el destino de Irak.

Stephen O'Brien, subsecretario general para Asuntos Humanitarios de la ONU, ha señalado que “las familias están en riesgo extremo de verse en fuego cruzado o de ser atacados por francotiradores. Decenas de miles de iraquíes pueden estar bajo asedio o ser utilizados como escudos humanos”. O'Brien también ha señalado que a pesar de los esfuerzos humanitarios, no hay capacidad suficiente para manejar una crisis humanitaria de la escala que la operación podría generar.

El Ejército iraquí ha lanzado octavillas desde el aire en Mosul y en los alrededores advirtiendo a la población civil que evite los lugares controlados por la organización terrorista.

Las preocupaciones sobre el sectarismo han dominado el planeamiento previo a la ofensiva y se ha programado que las milicias chiíes y las fuerzas peshmerga kurdas, las cuales han jugado un papel fundamental en la guerra contra ISIS, no entren en la ciudad musulmana suní. El ejército iraquí, que está compuesto en su mayoría por soldados y oficiales chiíes, asumirán el liderazgo en la batalla, con hasta tres divisiones –unos 45.000 hombres– avanzando desde posiciones cerca de la base de Qaiyara, 48 kilómetros al sur.

Se cree que ISIS tiene entre 5.000 y 8.000 miembros preparados para defender su último reducto en Irak, donde en junio de 2014 el líder de ISIS, Abu Bakr al Baghdadi, usó la mezquita de al Nouri en la ciudad para declarar el establecimiento de un califato con él mismo como líder. Desde entonces, Mosul ha sido una pieza fundamental para las aspiraciones del grupo de difundir su despiadada interpretación de la ley islámica en el mundo árabe y más allá.

Una fuente de los cuerpos de seguridad de Irak explica: “Cuando tienes un millón de personas tienes que ser preciso con cada ataque; requiere una muy buena inteligencia, lo que ralentizará el proceso. Cualquiera que diga que va a llevar dos semanas o dos meses, no sabe. Lo veremos pronto cuando la operación comience, pero no queremos acabar como en Ramadi, con el 80% de la ciudad destruida y un desempleo masivo, porque eso es caldo de cultivo para terroristas. Se podría incluso acabar con una versión más despiadada [que ISIS]”.

Funcionarios en Bagdad, Washington y Ebril esperan una larga y difícil batalla, complicada por un despliegue de minas y explosivos mucho mayor del visto en otras ciudades que ISIS capturó y después perdió, como Tikrit, Ramadi y Faluya.

Más urgente, sin embargo, es cómo abastecer a lo que potencialmente sea el éxodo de refugiados más grande desde mediados de 2014. Se espera que hasta 500.000 residentes se trasladen al este, a las áreas controladas por los kurdos, mientras que por lo menos otros 500.000 podrían huir al sur o al oeste, a las zonas controladas por el ejército iraquí.

Unicef afirma que más de 213.000 personas han huido de Mosul desde mayo de este año y más de 3,3 millones de personas han sido desplazadas por el conflicto a lo largo de Irak desde principios de 2014.

“Es probable que más de 700.000 personas necesiten refugio y otro tipo de asistencia vital”, explica la portavoz de Unicef en Oriente Próximo y el Norte de África, Farah Dakhlallah. “Las familias están llevando a cabo travesías espantosas a través de zonas en conflicto activo contaminadas con artillería sin explotar y artefactos explosivos improvisados, a menudo de noche y a veces andando hasta 60 kilómetros para escapar hacia la seguridad”, añade.

Unicef asegura que sus esfuerzos humanitarios requieren 11,8 millones de euros para alcanzar la financiación necesaria. Otras agencias informan de déficits similares. Las autoridades kurdas han preparado 20 campos de refugiados cerca de la ciudad de Makhmour, al sureste de Mosul.

Se espera que las fuerzas antiterroristas iraquíes, que lo hicieron bien en la batalla de cuatro semanas en junio para recuperar Faluya, lideren la operación. Las unidades peshmerga han tomado posiciones de bloqueo en el norte y el este, donde también recibirán y protegerán a los refugiados. Las Unidades de Movilización Popular, conocidas en Iraq como Hashd al Shabi, han sido limitadas a un papel de bloqueo en el oeste de Mosul por las preocupaciones de que su presencia podría acrecentar tensiones sectarias que han sido intensas durante los años posteriores a Sadam.

Esas tensiones alcanzaron su punto álgido antes de que ISIS arrasase la ciudad en junio de 2014. Con la llegada del grupo terrorista, las fuerzas iraquíes, que en su mayor parte eran chiíes –Mosul es de mayoría suní– y que habían aislado a la población local, entregaron rápidamente la ciudad. Recuperar la confianza con Bagdad y restablecer la gobernabilidad son como los grandes retos del periodo posterior a ISIS.

El gobierno central de Irak permanece débil y tiene poca influencia en las regiones suníes del país. Estados Unidos, que mantuvo presencia en Mosul hasta 2010, ya no tiene una presencia ocupante en Irak. Barack Obama ha dejado claro que los 6.000 soldados que su administración ha vuelto a desplegar solo están ahí para combatir al ISIS y no para proporcionar músculo militar en apoyo de un esfuerzo diplomático por mantener unido el país.

“Hay un acuerdo sobre la estructura y el orden en el cual entran [las fuerzas]. Esta es la última batalla en Irak y todo el mundo quiere estar. Fue un movimiento inteligente dejar participar a las milicias chiíes pero en áreas designadas y bajo control. No creo que después de dos años luchando contra el ISIS puedas excluir a los chiíes en la última batalla de Irak”, señala el oficial de inteligencia iraquí.

“Si no podemos calmar a los suníes, lucharán hasta la muerte. Hay pequeños elementos intentando acabar con ISIS e intentando hacerles sentir incómodos, pero en su mayoría depende de las tribus. Estamos intentando decir a los suníes de las tribus que esto se acerca y la gente está contactando con ellos y diciéndoles que tienen una segunda oportunidad”.

Turquía entra en juego

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan ha señalado que Turquía está determinada a ser parte de la operación para recuperar Mosul. La Agencia Associated Press ha informado que Erdogan ha insistido en las preocupaciones turcas de que la operación podría llevar a choques sectarios. Turquía ha advertido de posibles choques sectarios en Mosul si la región de mayoría suní es puesta bajo el control de las milicias chiíes.

En este sentido, Erdogan ha indicado que las demandas iraquíes para que Turquía se quede fuera de la ofensiva de Mosul están “fuera de duda”. El vice primer ministro turco, Numan Kurtulmus, ha revelado que una fuerza de 3.000 personas entrenada por Turquía está tomando parte en la operación.

El despliegue de soldados turcos en territorio iraquí ha llevado a tensiones entre ambos gobiernos, con Bagdad diciendo que los soldados están violando la soberanía de Irak y pidiendo que abandonen el país.

Traducción de Javier Biosca Azcoiti

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