La política india entra en el siglo XXI gracias al 'Big Data'
Todos los días desde septiembre, en el sótano de una mansión de la ciudad de Lucknow, capital del Estado indio de Uttar Pradesh, se escucha la agitación de cientos de mujeres entrevistando, persuadiendo y en ocasiones suplicando a través de sus auriculares.
“Por favor, por favor”, ruega una a un ciudadano reacio al otro lado de la línea: “Solo necesito cinco o diez segundos”.
Apiñadas en mesas y cargadas de energía por ingentes cantidades de té, las mujeres elaboran listas de votantes en Uttar Pradesh, un Estado indio con tanta población que podría ser el sexto país más poblado del mundo.
Las respuestas entran a caudales y, mientras, ellas llenan cuidadosamente cajas en las que se puede leer “casta”, “patrón de votación” y “gobernador preferido”. Arriba, los detalles se introducen en hojas de cálculo que forman una base de datos de 75 millones de habitantes. Se realizan alrededor de 45.000 llamadas al día. Esto es 'Big Data' al estilo y a escala india.
El pasado sábado en Uttar Pradesh, los primeros electores de un total de 140 millones votaron en las elecciones estatales más esperadas de India.
En las elecciones nacionales de 2014 el Estado entregó una victoria aplastante a Narendra Modi, el primer ministro indio. El resultado que obtenga su partido, Bharatiya Janata Party (BJP), en las elecciones del próximo mes se percibe como una prueba fundamental de si Modi sigue gozando de ese fuerte atractivo a tan solo dos años de que se vuelva a enfrentar a los votantes.
Junto con el partido Aadmi, que actualmente gobierna Delhi, Modi fue de los primeros en utilizar las técnicas de campaña basadas en datos. Las mismas que ayudaron a impulsar a Barack Obama a la Casa Blanca en dos ocasiones y que contribuyeron a la victoria de Donald Trump en noviembre.
Pero el frenético ritmo de llamadas en los suburbios de Lucknow es la operación de recogida de datos más sofisticada jamás utilizada en la política india, afirma su cofundador, Adwait Vikram Singh, director adjunto de campaña del partido Samajwadi (SP), actualmente en el Gobierno en Uttar Pradesh.
Un Estado pobre y anárquico
“Otros partidos no se creerían que tenemos esto”, señala el experto de 29 años mientras ojea la aplicación móvil que su equipo ha distribuido entre los candidatos del SP y que muestra las preferencias de los votantes y en función de la casta, el género y el nivel de alfabetización.
A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos o Reino Unido, donde empresas como Cambridge Analytica pueden confiar en cuestionarios de Facebook para crear detallados perfiles “psicográficos” [estudio de los valores, intereses, opiniones, etc] de los votantes, la recogida de información en Uttar Pradesh, uno de los estados más pobres de India y con fama de anarquía, sigue requiriendo el contacto humano.
“No hay otra forma de hacerlo. Facebook, el ecosistema digital, no está lo suficientemente arraigado. India es un lugar donde hay que ensuciarse manos y pies”, asegura Singh.
Un problema es que los números de teléfono no siempre están activos durante mucho tiempo en las zonas más pobres. Un trabajador itinerante o jornalero puede pagar 20 rupias (30 céntimos) por crédito para llamadas. Por el contrario, comprar una nueva tarjeta SIM cargada ya con crédito de llamada puede costar cinco rupias menos.
Singh y sus colegas tuvieron que enviar equipos de campo a las 403 localidades del amplio estado. Volvieron no solo con detalladas listas de votantes, sino también con nuevas relaciones con las personas locales influyentes, explica. Las personas con buenos contactos, como los jefes de las aldeas, trabajadores postales y profesores, pueden ayudar a informar sobre la opinión popular y pasar nuevos números de teléfono cuando alguien vuelve a cambiar su tarjeta SIM.
Para hacerlo más difícil, India publica mucha menos información digital sobre sus ciudadanos de lo que lo hacen los gobiernos o las empresas occidentales. “En Estados Unidos y en Reino Unido, por sus agencias de crédito, por la digitalización que vivieron hace 20 o 30 años, han elaborado leyes sobre la utilización de esa información y mucha de esa información está disponible para ser analizada”, explica Milind Chitgupakar, el jefe de analítica en Modak Analytics, una empresa de análisis de datos con base en la ciudad de Hyderabad.
Una palabra, 430 variantes
En 2013, la empresa se embarcó en un proyecto a gran escala, aunque menos exhaustivo que el de Singh. El proyecto combinaba censos de población y registros electorales para crear una base de datos de 810 millones de votantes. “Fue un gran desafío debido a la forma en que ha evolucionado el lenguaje en India y ha desarrollado su propia fonética”, explica. “Descubrimos que la palabra 'srinivas' [nombre propio] tiene 430 variaciones diferentes”.
“O piensa en la zona de Najafgarh”, cuenta. “Se deletrea diferente en la Oficina Nacional de Muestreo, en el Gobierno central y en encuestas. Si un ser humano lo lee sabrá que se refiere al mismo sitio, pero enseñar a un ordenador que esos dos nombres son lo mismo... Mucho del análisis que hicimos fue para intentar solucionar estas dificultades”.
El resultado final ofreció datos anecdóticos banal: el nombre de mujer más común en Uttar Pradesh es Sunnita, el votante más viejo, según datos oficiales, tiene 7.982 años. Sin embargo, también fue muy valioso para uno de los principales partidos.
“Los datos mostraban que la edad más común entre los votantes registrados era 27 años”, señala Chitgupakar. Pero la población india es mucho más joven. “Así que sabíamos que había un gran número de personas no registradas para votar entre los 18 y los 27 años”, añade.
“Hubo una gran encuesta y descubrimos que este grupo de edad, al tener tantas aspiraciones, planeaba votar por un determinado líder político y su partido, que no puedo nombrar” por acuerdos contractuales, explica, aunque el perfil se ajusta claramente a Modi.
“Tan pronto como conseguimos esa información, el partido lanzó una masiva campaña de registro de votantes para atraer a esos jóvenes. De las encuestas de opinión comprendimos que, sin importar el estatus socieconómico, la edad e incluso la religión, el factor más importante era que este líder tenía un 10% más de posibilidades de ser votado por este grupo de jóvenes”, explica Chitgupakar.
“En Uttar Pradesh en 2014, hubo 10 millones de votantes adicionales gracias a esta campaña y el 70% de ellos era menor de 35 años. Esto fue resultado del análisis de datos”, indica Chitgupakar.
Ausencia de leyes protectoras
La minería de datos a escala masiva puede ser un nuevo fenómeno en la política india, pero para el SP, casi fue superada por uno de los más viejos.
Justo cuando se estaba llevando a cabo la recogida de información en septiembre, se hizo pública una implacable batalla dinástica entre el primer ministro del Estado, Akhilesh Yadav, su tío y su padre, ambos destacadas figuras del partido. Yadav fue destituido como presidente estatal del partido, perdiendo brevemente el acceso a los fondos del partido que esperaba utilizar para construir la base de datos.
Con el sistema ahora en marcha, Singh afirma que los candidatos pueden lanzar mensajes muy específicos que saben que atraerán, por ejemplo, a jóvenes, graduados universitarios o mujeres musulmanas en aquellas zonas en las que predominan esos determinados sectores demográficos.
Información más detallada, cuyo acceso es más restringido, permite a Singh y a sus colegas monitorear a casi cada familia en alrededor de 200 localidades.
Singh rechaza hablar en detalle mientras la campaña está en marcha, pero afirma que, en teoría, podría aconsejar a un candidato llamar a un influyente miembro de una aldea cuyo apoyo no esté garantizado, de acuerdo con sus investigaciones. “Eso es parte integral de mi campaña”, señala Singh.
No a todos los leales al partido les gusta el intento del licenciado en Harvard de “alterar” sus métodos. “Me dicen que ellos saben lo que quiere su gente”, cuenta. “Pero hay una razón por la que ningún Gobierno ha sido reelegido en Uttar Pradesh desde 1984. No sabes lo que la gente quiere. Si no tienes feedback, no va a funcionar”, añade.
En un Estado conocido por su política corrupta, con un número sin precedentes de candidatos acusados de diferentes delitos, recoger información tan sensible podría presentar un riesgo a la seguridad. Singh mantiene que la información confidencial nunca se transmite a dirigentes del partido, aunque “en ocasiones” se comparten números de teléfono.
Generalmente, India “se encuentra en una posición muy peligrosa en términos de protección de la privacidad”, afirma un abogado experto en tecnología. “Hay una falta de protección en la ley, el derecho constitucional a la privacidad está en cuestión e incluso no existe una expectativa de privacidad por parte de los órganos del Estado”, añade.
En Uttar Pradesh se sigue recurriendo de forma descarada a la política basada en las castas y en la religión. Aunque el análisis de datos lleva a las campañas políticas indias al siglo XXI, existe el riesgo de que arrastre consigo a las políticas de polarización basadas en castas.
Pero Singh tiene una opinión diferente: que la inundación de nueva información sobre los ingresos o la alfabetización de los votantes llevará las campañas políticas “más allá de las castas”. En una India cambiante, la casta ya no tiene la importancia de antes“.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti