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The Guardian en español

No hay una sola África: el continente camina en muchas direcciones diferentes

Policías municipales en la Place des Cineastes en Uagadugú, Burkina Faso.

Jason Burke

Los líderes africanos se reunirán en Adís Abeba a finales de enero para debatir sobre las buenas y malas noticias que se han producido en el continente. La 30ª cumbre de la Unión Africana se celebrará bajo el lema: “Hacia una África pacífica, próspera e integrada”. El objetivo es loable, pero todavía muy lejano.

Alex Vines, del think tank de Londres Chatham House, cree que la consigna para África de 2018 no será “África en alza”, que ahora se ve excesivamente optimista, sino “África divergente”, política y económicamente.

“Los diversos caminos que las diferentes partes del continente están tomando serán cada vez más evidentes. De este modo, encontraremos cosas bastante descorazonadoras en África central y trayectorias más positivas en el sur y en la zona occidental del país. Una tendencia que se repetirá es la caída de los líderes tradicionales”, apunta el experto.

Cuando Yahya Jammeh se negó a aceptar el resultado de unas elecciones que ponían punto y final a sus 21 años en el poder en 2016, la presión por parte de Senegal, Liberia y Nigeria le obligó a apartarse. Este ejemplo continuó en otros países: la caída de Robert Mugabe después de 37 años en el poder y la salida de Angola de José Eduardo Dos Santos después de cuatro décadas.

Cada vez parecen más frágiles muchos otros dirigentes que han estado en la cúspide del poder durante mucho tiempo.

En la República Democrática del Congo (RDC), donde seguramente las revueltas, las necesidades humanitarias y el declive económico se intensificarán en 2018, Joseph Kabila, que lleva 16 años en el poder, puede ser forzado a celebrar elecciones e incluso a dimitir.

“Puede que a final de año se haya ido o esté a punto de hacerlo. Es un hombre rico, pero no es un hombre fuerte. En parte está en el poder porque la élite de Kinsasa no ha decidido quién va a ser su sucesor”, apunta Vines.

Una de las primeras caídas inesperadas podría ser la salida prematura del poder de Jacob Zuma como presidente de Sudáfrica en su segundo mandato. Aunque teóricamente debería permanecer en el puesto hasta 2019, la elección a finales de 2017 de Cyril Ramaphosa como líder del partido gobernante Congreso Nacional Africano, después de una disputada votación en el congreso del partido, puede que le obligue a hacerse a un lado.

En cuanto a seguridad, decenas y posiblemente cientos de miles de personas siguen en riesgo de padecer hambruna o enfermedades asociadas como el cólera, mientras que grandes masas de población probablemente vayan a ser desplazadas. Una de las mayores crisis humanitarias que sacuden al mundo es la de República Democrática del Congo.

En lugar de mayor estabilidad, se espera que la perspectiva de elecciones en Libia y Sudán del Sur exacerbe las tensiones y alimente la violencia, según indica un informe reciente de Acaps, una organización sin ánimo de lucro que apoya a trabajadores humanitarios en la supervisión y el análisis en 150 países.

“Si en 2017 las cosas no fueron bien, las predicciones para 2018 no son mejores. La violencia y la inseguridad seguramente sigan deteriorándose en República Democrática del Congo, Libia, Etiopía, Malí y Somalia”, escribió el director de Acaps, Lars Peter Nissen.

Pero incluso en los países en los que se está luchando contra crisis humanitarias masivas hay lugares –a menudo ciudades– que lo están haciendo cada vez mejor. El noreste de Nigeria ha sido devastado por la persistente insurgencia de Boko Haram, el movimiento radical yihadista. Aun así, Lagos está floreciendo.

Lucha antiterrorista

Otra tendencia clave que se está produciendo, y que parece que incluso se reforzará durante 2018 es la consideración de África como primera línea de batalla contra el extremismo yihadista.

El Ejército estadounidense ha aumentado su presencia en una franja del continente que va desde la cuenca del lago Chad hasta el Cuerno de África, y también ha intensificado sus operaciones. Esto probablemente se saldará con el aumento de muertes en todos los bandos implicados: fuerzas especiales estadounidenses, civiles y rebeldes.

Las tropas francesas y decenas de miles de personas que operan bajo la autoridad de las Naciones Unidas o de la Unión Africana también continuarán con las operaciones que, en el mejor de los casos, están a punto de contener la propagación de grupos vinculados tanto a Al Qaeda como a ISIS.

Pocos se muestran optimistas con la idea de que tales esfuerzos vayan a hacer que la situación mejore de una manera sustancial.

Los grupos yihadistas se aprovechan de las oportunidades que dan los gobiernos débiles, explica Stephanie Wolters, directora del programa de investigación sobre paz y seguridad del Institute for Security Studies en Pretoria. “La insurgencia, las migraciones, el tráfico o el vandalismo. Todo ello es el resultado de la ausencia de un Estado fuerte capaz de servir a su pueblo”, asegura Wolters.

La violencia política y étnica, así como la religiosa, que recorren todo el continente ha estado aumentando desde los mínimos históricos que se registraron hace años.

Las consecuencias del cambio climático

No todo está vinculado a las ideologías religiosas extremistas. También es probable que se intensifiquen los conflictos entre pastores nómadas y comunidades sedentarias, que se ven todavía más afectados por el cambio climático. Es probable que África oriental sufra fenómenos meteorológicos extremos, sobre todo sequías. Parece poco probable que el flujo de migraciones internas o hacia Europa disminuya.

“Apoyar a los jefes de Estado que dicen que tomarán medidas enérgicas sobre terrorismo y migraciones cuando estos son el tipo de dirigentes y de gobiernos que llevan a la gente hacia medidas extremas como tener que emigrar o llegar a unirse a grupos yihadistas no es una estrategia que vaya a dar resultado”, apunta Wolters.

Habrá diferencias también en cuanto a lo económico. Se prevé que el crecimiento global en África subsahariana aumente un 3,4% en 2018, pero con grandes variaciones.

La incertidumbre política ha frenado el crecimiento en las economías más grandes del continente. El Banco Mundial considera que Ghana será la economía de más rápido crecimiento en África el próximo año, seguida de Etiopía y Tanzania.

Finalmente, otra de las divergencias que se pueden dar serán las relaciones con las potencias extranjeras. El interés de Washington en África es mínimo. De hecho, todavía hay numerosos puestos para embajadores y altos cargos del Departamento de Estado que no se han cubierto.

China sigue muy interesada en el continente aunque sus actitudes e intervenciones a menudo son tergiversadas. También es probable que Francia se expanda fuera de su tradicional esfera de influencia, tal y como señaló el presidente Macron en noviembre.

Reino Unido considerará la posibilidad de reactivar vínculos históricos en lugares como Zimbabue o Nigeria para proyectar influencia en su andadura postBrexit, aunque puede que se encuentre con que la nostalgia imperial o las ventajas de la angloesfera tienen menos atractivo en Bulawayo (Zimbabue) o Abuja (Nigeria) que en Tunbridge Wells (sur de Inglaterra).

Traducido por Cristina Armunia Berges

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