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Despidos en Pfizer

Joan-Ramon Laporte

Director del Institut Català de Farmacologia —

Si una de las mayores compañías multinacionales reconoce un error, incluso una falta, nadie se extraña. Y menos si se trata de una compañía farmacéutica. Tienen fama de ladrones, pero adquirida en otros países, porque en España raramente son juzgados y condenados por ello.

Lo que más me llama la atención es el narcisismo de la nota informativa de Pfizer, que llega a tal punto que olvida lo principal: los pacientes perjudicados y el robo y expolio de lo público. Efectivamente, Pfizer comunica este delito sin la más mínima señal de arrepentimiento, como si no le hubiera robado al Estado (es decir a todos los ciudadanos), como si estos empleados le hubieran robado a la propia compañía: “La compañía siempre mantiene la privacidad cuando se trata de empleados”.

¿Protegen a ladrones? ¿Y lo anuncian a los cuatro vientos? Esto es un delito. Quizá son tan arrogantes que ni se les había ocurrido.

“Pfizer se toma el... código de conducta muy en serio” ¿Tan en serio que va a indemnizar a los pacientes perjudicados? ¿Al Estado español por el robo cometido? ¿Va a denunciar a sus cómplices, médicos “y gestores” del sistema de salud?

“Es por ello que la compañía tiene procesos sólidos para ayudar a prevenir y detectar potenciales infracciones de nuestras políticas internas”. Prevenir, detectar... ¿Y reparar?

“Pfizer no podía permitirse el escarnio de otro pleito, como el que le obligó en 2012 a pagar 60,2 millones de dólares… a la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos y al Departamento de Justicia para eludir la condena por cohecho que amenazaba a varias de sus filiales precisamente por sobornar a médicos e instituciones sanitarias de Europa y Asia” ¿Hemos entendido bien? ¿Pfizer puede ser sancionada en EEUU por un delito cometido en España, pero en España no? ¿Las autoridades españolas no tienen intención de sancionar un comportamiento no sólo ilegal sino abiertamente delictivo reconocido de manera explícita por la compañía? ¿Ni tan sólo se molestarán en llevarla a los tribunales? Desde luego, este país es el paraíso de las farmacéuticas.

Y todo esto antes del Tratado de Libre Comercio, que otorgará más poder todavía a las compañías multinacionales frente a los estados y frente a los ciudadanos. El dinero público no es de nadie, es de todos. Cuando es robado, nos roban a todos.

Pocos días después de que saltara el escándalo pudimos ver a un sonriente ministro de Sanidad en un acto público, sentado junto a la (nueva) directora general de Pfizer. ¿Fue un encuentro casual? ¿Hablaron de que Pfizer va a identificar resarcir a los pacientes afectados y al sistema de salud? ¿Acordaron que Pfizer entregará la lista de sus cómplices médicos y gestores?

Los ciudadanos de este país no merecen, no hemos merecido, los sucesivos gobiernos que se han limitado a leer en los periódicos las estafas, expolios, robos y otras actividades delictivas cometidas por las compañías farmacéuticas. Estos gobiernos no han reclamado compensaciones por daños, no han aplicado sanciones, y hacen ver que no se enteran de que tienen un sistema de salud lleno de ladrones.

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