Olvido histórico
Durante 40 años, es posible que durante algún año más, el 14 de abril (por cierto, Feliz día de la Segunda República) fue una fecha absolutamente silenciada, prohibida, en tentativa de imposición de olvido por miles de familias españolas, demócratas y republicanas. Miedo, tristeza, y un sin fin de sensaciones sumieron a estas personas (sí, personas, no rojos marxistas-leninistas) en un estado de absoluta constricción, por no poder expresarse libremente, tal y como habían podido hacerlo durante el régimen democrático republicano. Republicano de derechas o de izquierdas, porque no nos olvidemos que en España también ha habido una República de derechas, aunque el olvido histórico de algunos/as no tiene límites.
Pero lo triste de verdad no es que durante 40 años estuviera penado manifestar el sentir republicano/a –ya que por el artículo 33 te podían fusilar, encarcelar o vejar–, sino que 70 años después, cuando se supone que ya hay una democracia asentada en nuestro país, que estamos en posiciones muy alejadas a lo que supuso la contienda más lamentable de España del S.XX, esos 40 años, se hayan borrado de la memoria de unos/as cuantos/as. Esta parte de nuestra historia reciente (tan reciente como que en algunas familias aún tenemos abuelos y abuelas que vivieron La Guerra) ha querido no solo ser olvidada, sino vetada. ¿Por vergüenza, por ideología, por pasotismo, por patriotismo? Por lo que sea, pero olvidada.
Tuvo que ser hace 10 años, se dice pronto, cuando alguien dijo que ya estaba bien de olvidar. Que ya estaba bien de mirar hacia otro lado. Que ya estaba bien de decir “Ahora no toca” y fíjate, en 2007 por fin tocó. Y se puso negro sobre blanco, aquello que durante 30 años de democracia, se había estado hablando en el seno de muchas familias, en los recuerdos de muchos abuelos/as, en las agrupaciones de algunos partidos. Se quiso dar visibilidad, respuestas y soluciones, a lo que muchos sabíamos pero nadie resolvía. Que existían miles de personas en fosas comunes en cunetas, en cementerios, con cuerpos de republicanos/as de derechas y de izquierdas, de agricultores, de militares, de poetas, de guardias civiles, de maestros, de sindicalistas, de políticos. En definitiva, de personas sin apellidos, pero con nombres y apellidos.
Lamentablemente, cuatro años para la aplicación de la Ley de Memoria Histórica dan para poco y una crisis para menos y aunque en ese momento tocó, hoy tristemente 10 años después aquí estoy escribiendo de lo mismo. Porque tocó, sí, pero no se cerró. Y no precisamente por la voluntad política de los socialistas de entonces, si no por la voluntad política de los populares de ahora, que de nuevo son los que apoyan el olvido histórico. Y es aquí donde vemos qué tipo de clase política es nuestra clase política.
Como dice un abogado memorialista, la verdadera memoria histórica es la que se vive en los pueblos. Y es aquí, en los pueblos, en las pequeñas ciudades, donde los políticos tenemos que intervenir, donde los políticos tenemos que hacer cumplir una ley que tiene ya 10 años, una ley por y para la dignidad de los seres humanos, una ley que pretendía cerrar etapas, tras 70 años de camino hacia ningún lado, en esta materia. Porque somos los políticos los primeros que tenemos que dar ejemplo de cumplimiento de la ley, en la consecución de la justicia, de la dignidad y de la verdad.
Y es entonces cuando miro por la ventana, desde mi casa en Coslada, y veo una gran cruz blanca de piedra sobre una ladera, (Paracuellos) que me recuerda a diario el reconocimiento que se le hizo a “los caídos por Dios y por España” a manos de las hordas marxistas y de los rojos, y me doy cuenta que estos caídos están dignamente enterrados con sus cruces, sus sepulturas, sus “nunca de olvidaremos”, sus “siempre en nuestro recuerdo”, mientras que los otros/as caídos/as por España y por su ideología política, condición sexual o creencia religiosa están aún indignamente vaya usted a saber dónde.
La Memoria no tiene que ver con el rencor ni el odio, sino con la igualdad de condiciones, con devolver la dignidad a los/as asesinados/as y a sus familias, porque lo que debemos defender ante todo, es la Libertad. Libertad para opinar, libertad para decidir, libertad para llorar a padres, madres, hermanos, hermanas en lugares dignos, decidan el que decidan, en definitiva, libertad para ser libres.
A día de hoy, 10 años después de haber puesto esa primera piedra para la recuperación de la memoria de todos/as los españoles/as, somos los nietos y las nietas, biznietos/as de esa memoria, los que ponemos otra piedra más para recuperar nuestra historia. Este tiene que ser EL ÚLTIMO PASO, pero este ÚLTIMO PASO, no es solo una idea o una frase hecha, es algo más, es una Iniciativa Legislativa Popular que pretende complementar la conocida Ley de Memoria Histórica.
¿Para qué? Me ha preguntado mucha gente, ¿otra vez con esta historia? Y yo les contesto: sí, otra vez con esta historia y ¿para qué? Para recuperar la dignidad de los y las ya mencionados/as y sus familias, pero también de los/as que hoy en día de manera altruista, voluntariosa y desinteresada se bajan al barro a dar esa dignidad a los huesos, aunque a simple vista solo huesos, dejen de estar al borde del camino, como dice Pedro Guerra.
Este tiene que ser EL ÚLTIMO PASO para saber la verdad y tener lo que tiene un país como Alemania en materia de Memoria Histórica, un acceso real a miles y miles de historias de represaliados/as, de demócratas, de fusilados que lucharon por mantener una democracia, esa que hoy tanto denostan algunos/as. Un acceso real a los archivos de nuestra historia y fijar una fecha, una fecha para los desaparecidos/as forzosos/as de la Guerra, un día del Recuerdo de todas las víctimas, porque se lo merecen, porque se lo han ganado por la espera. Para que gobierne quien gobierne, NUNCA MÁS HAYA OLVIDO HISTÓRICO.
* Macarena Orosa Hidalgo es también presidenta de la Comisión Técnica de Memoria Histórica del Ayuntamiento de Coslada, portavoz del PSOE en el municipio y concejala de Economía, Hacienda, personas, juventud e infancia.